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Un verano más, y a pesar de la ordenanza cívica aprobada, Platja de Palma continúa siendo una "ciudad sin ley". Vendedores ambulantes y masajistas sin formación ni licencia campan a sus anchas por la zona, con total impunidad.
Los botellones se suceden de día y de noche con la consecuente estampa posterior: toda la playa llena de vidrios y recipientes de plásticos.
Los empresarios denuncian el “poco caso” y la “pasividad” que los agentes mantienen ante estas actividades. La ordenanza ya está en vigor pero de momento, se limitan a informar sobre las sanciones que pueden recibir en caso de incumplir la norma cívica.
Ésta afirma que "se velará para que no se consuman bebidas alcohólicas en los espacios públicos" y hace hincapié en que "Queda especialmente prohibido el consumo de bebidas alcohólicas cuando pueda alterar gravemente la convivencia ciudadana. A estos efectos, dicha alteración se produce cuando concurra algunas de las circunstancias siguientes:
a. Cuando, por la morfología o la naturaleza del lugar público, el consumo se pueda hacer de forma masiva por grupos de ciudadanos o ciudadanas o invite a la aglomeración de éstos.
b. Cuando, como resultado de la acción del consumo, se pueda deteriorar la tranquilidad del entorno o provocar en él situaciones de insalubridad.
c. Cuando el consumo se exteriorice en forma denigrante para los viandantes o demás usuarios de los espacios públicos.
d. Cuando los lugares en los que se consuma se caractericen por la afluencia de menores o la presencia de niños y niñas y adolescentes.