Teresa Ruíz de Lobera Pérez Mínguez nace Madrid el 1 de noviembre de 1973, el mismo año en el que la nave espacial Pionner 10 transmitía las primeras imágenes del planeta Júpiter, se inauguraban la Ópera de Sídney en Australia y en Nueva York las Torres Gemelas, Augusto Pinochet perpetraba un golpe de estado en Chile, en Madrid un atentado de la banda terrorista ETA hacía saltar por los aires el coche de Carrero Blanco, Bahamas se independizaba del Reino Unido, se fundaba el Frente Polisario en el Sáhara Occidental, se perpetraba el robo que duraría cinco días al banco Kreditbanken lo que se conocería erróneamente por el “Síndrome de Estocolmo”, sucedía un eclipse total de Sol que duró siete minutos y no volverá a ocurrir hasta junio de 2150, la OPEP duplicaba los precios por la crisis del petróleo, fallecía Bruce Lee a causa de un edema cerebral causado por una reacción alérgica, se estrenaba la película “El Golpe” protagonizada por Paul Newman y Robert Redford, en el terreno musical se editaban algunos legendarios; el álbum debut de Aerosmith, el disco “The dark side of the moon” de Pink Floyd, “Tubular Bells” de Mike Oldfield, el “Aloha from Hawái” de Elvis Presley que fue transmitido en vivo vía satélite en todo el mundo superando en audiencia al alunizaje del Apolo 11 en 1969, en arte se presentaban una serie de pinturas de Joan Miró bajo el título de “La esperanza del navegante”.
Si le pregunto por su infancia ¿Qué recuerdos le vienen a la cabeza?
El más impactante, el divorcio de mis padres cuando tenía tres años. Eso cambió el rumbo de nuestras vidas. Me acuerdo de jugar con mis hermanos disfrazándonos, imitando programas de radio, en un piso de cinco habitaciones en el barrio Alonso Martínez en un tiempo muy divertido. El divorcio provocó que mi hermano Fede y yo marchásemos a vivir con mi padre y con Ángela, primero a la calle Colombia, luego a Las Rozas. Mis hermanas quedaron con mi madre.
¿Perdió el contacto con sus hermanas?
¡No! Pero nos veíamos poco, solo los fines de semana y así sería hasta que cumplí los dieciocho años y fue entonces cuando empecé a compartir tiempo y a conocer de verdad a mis hermanas.
Es hija de Federico, Ingeniero agrónomo de Bilbao y de Cecilia, Psicóloga y escritora nacida en Madrid, tuvieron cinco hijos por este orden; Cecilia (Ceci), Gadea (Gade), Mariana (Mari), Federico (Fede) y Teresa (Teco).
¿Cómo fue la adaptación a la nueva casa?
Al principio extraño, porque mamá no estaba y yo era muy pequeña, aunque tenía el apoyo de Fede y con mi padre y Ángela las cosas iban bien. Mi padre procuró darnos estabilidad desde el primer día de la separación, en casa teníamos jardín, piscina y nos procuraban todo lo necesario para que nos sintiésemos a gusto.
Me inscribieron en el Colegio Estilo de la Escritora Josefina Aldecoa era un centro de enseñanza libre en un chalet enorme con un patio lleno de árboles, no había libros y se potenciaba la creatividad. Una de las profesoras, Joana, era muy didáctica en todas sus explicaciones, un día trajo un corazón de cordero para darnos una clase de naturales. Me iba muy bien la gimnasia rítmica, hasta los doce años fui a competir. Posteriormente al mudarnos a Las Rozas, cambie de colegio.
El Colegio Estilo, inspirado en indicaciones que Josefina Aldecoa había vertido en su tesis de pedagogía, generadas en colegios de Inglaterra y Estados Unidos que ella conocía y que promovían las ideas educativas del Krausismo, fundamentado en la ideología de la Institución de la Libre Enseñanza. La literatura, las letras, el arte, eran sus principales activos.
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Como estudiante era buena en letras puras, hizo griego y latín, era notable en deporte y regular en matemáticas. Fue boy scout con su hermano Fede. A los doce años se rompe una pierna y en ese tiempo de convalecencia le regalan un cuaderno y acuarelas y comienza a pintar. Confiesa tener una vena artística que le viene por parte de su madre que en casa respiraban un ambiente cultural artístico.
¿Y cómo eran los fines de semana?
Era el reencuentro. Nos íbamos a Moraira en Alicante, excursiones, paella, playa. El tío José Arturo nos hacía interpretar cuentos. Una prima de mi madre era familia de la conocida directora de cine; Itziar Bollain y ella pasó con nosotros días maravillosos de aquella infancia.
A los dieciocho marcha para Madrid para hacer carrera en publicidad.
Quería hacer bellas artes, mi padre no estaba de acuerdo y mi madre sí y mientras tanto fui al Centro Español de Nuevas Profesiones y me diplomé en publicidad. En esa época conocí a un fotógrafo que me hizo un retrato y me dio la idea de intervenir con pintura sobre fotos. En el 97, presenté mi primera exposición en Guadalajara, un trabajo de quince piezas al óleo, alguna abstracta, alguna figurativa.
En el 98, el año en el que fallece Lady Di decide marchar a Londres…
Sí, iba para dos semanas y me quedé diez años. Conocí a un chico y de Londres nos mudamos a Cornualles, donde mostré mis trabajos de fotografías y óleo. Estudié en la Universidad de Falmouth y me becaron la carrera, aunque mi inglés era deficiente me inscribieron para un año. En las primeras clases me constaba entender pero espabilé, pintura, grabados, escultura en el idioma de Shakespeare. Estuve dos años y otros tres y acabé Bellas Artes, licenciándome en pintura. Que buen trato me dieron desde el primer día, como a una artista, eso te llega al alma. Me encantaba la manera de enseñar, la libertad en la que te manejas, como me atendían. A veces venían artistas consolidados y nos contaban su experiencia y aportaban sus opiniones, eso nos animaba.
En tercero tuve dudas de continuar por el terreno más academicista o optar por algo más imaginativo y hay un cuadro que marcó un antes y un después, una obra onírica, un rostro verde, un viaje en sueños.
En el 2000 le ofrecen ir a la selva amazónica de Perú como traductora y asistenta de un Chamán que tenía el encargo de pintar catorce murales de pared rocosa, en un invernadero tropical con el Proyecto Edén de Cornwall. Ella aprovechó para hacer su tesis dedicada a aquel hombre que desprendía sabiduría. Era experto en la historia de las plantas, en medicina indígena y en muchas otras cosas.
¿Qué puede contarnos de esa experiencia?
Esa convivencia me dio la vuelta a todo, fue volver a empezar y esta vez con conceptos espirituales a los que antes no había prestado atención. Un colegio en mitad de la selva en el que se trasmitía la historia de los antepasados a los pobladores, a los nietos. Muchos americanos acuden allí para sanarse con las plantas nativas y las enseñanzas del chaman. Tuve el privilegio de pintar en esa atmósfera de paz y no creo que haya lugar comparable. Mi aventura empezó a los pocos segundos de llegar allí. Se me acercó un mono que se convertiría en mi mascota, en mi bebe. El chaman es un artista autodidacta, Francisco Montes Shuna que nos enseñó a hacer pigmentos con raíces, a pintar sobre cortezas de árbol. Todas las comidas se servían sin sal. Después de cumplir con el trabajo encomendado y de pasar tres meses en ese paraíso de sanación, regalé las obras que había pintado a la Embajada de Perú en Valencia.
Presentó la tesis, titulándola; ¿Es el arte el puente entre el mundo real y el espiritual?
En 2001 acaba la carrera y se casa en La Candelaria, Madrid, con Andrew, constructor de barcos, surfero que poco antes de conocerle había estado navegando durante cuatro años.
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En un corto espacio de tiempo surge un trabajo en Tarragona…
Sí, y ahí empieza la vida de la mujer de un marinero, constructor de barcos. Siempre pendientes de un posible nuevo destino.
Aprendí catalán, empecé a dar clases de inglés para niños, trabajé en una galería de arte, en colegios internacionales. Lo pasé un poco mal.
Como metáfora a esa vida nómada y situada en un nuevo estudio, comencé a pintar escenas del circo e hice algunas exposiciones.
En el año 2005 se produce otro cambio, esta vez Valencia para trabajar para la Americans CUP…
Sí, tuve un estudio formidable, daba clases a niños de preescolar y llevé a cabo numerosas exposiciones. Me enamoré de la luz de Valencia. En 2007 se celebró un festival en el barrio de Ruzafa y esa fue la mejor exposición que he hecho jamás. Mi madre y su marido Joaquín que era arquitecto me ayudaron para el montaje de la estructura de un carrusel que preparé con una gran vela, casi 300 m. cuadrados, alfombra roja, una enorme difusión, lo tenía todo y la verdad es que fue un verdadero éxito de visitantes.
En 2007 nace su hija Zoe y en ese tiempo compran una casa en Asturias.
Cuando la compramos era una ruina y la convertimos en casa. Nos ayudó de nuevo Joaquín. Allí pintaba y Andrew podía practicar surf, pero aquellos días de nuevo se truncaron. Acabó la Copa América y llegó la incertidumbre, otro vez a esperar. A Andrew le ofrecen un trabajo y yo marcho con Zoe a Jalón y nos instalamos dos años en una casa de verano de mi madre. Conocí a un grupo de gente a las que di clases de pintura, Andrew, mi madre y Joaquín venían de vez en cuando a visitarnos.
Regresan a Valencia tras esos dos años y Zoe comienza el colegio cerca de la nueva casa en Malvarrosa junto a la orilla del mar…
Otra vez a adaptarnos. Trabajé en una academia de arte, di clases de inglés para niños, me contrató una empresa metida en el circuito y en la movida artística, como encargada. Siempre iba por todo con mi hija. Una vez acostumbradas y creyéndonos asentadas, llega Andrew y esta vez para contarnos que le ha salido un importante encargo en Palma. Le miré y le dije; vete yendo para allá, sabía que a Zoe no le gustaría la idea. Fue horrible para ella volver a desplazarse. Además hacía conmigo todas las mudanzas. Habitamos tres años un piso del Amanecer y posteriormente a Blanquerna donde ya hemos cumplido cinco años de residentes.
A todo eso, usted ha continuado apasionada por el arte. ¿Qué técnicas, disciplinas, temas y qué artistas están entre sus preferidos?
El surrealismo abstracto, me fascina el movimiento expresionista, principalmente los fauvistas, me inspiro en la mitología, y entre los artistas; Picasso, Van Gogh, Matisse, Chagall, Paula Rego.
¿Qué le agradaría que dijeran de su trayectoria artística?
Pretendo reflejar la aspiración a la libertad de pintar y un profundo enraizamiento en la vida. Me agradaría que en mis pinturas viesen una puesta en escena, una sugerencia, una emoción que parece que le aprieta antes de entenderla y va resolviendo a medida que pinta, mezclar los colores directamente en el lienzo, o dejar al descubierto la imperfección, el error marcado en una mancha para que, a partir de ahí, pueda surgir lo no pensado. Todo queda expuesto. No hay nada que esconder.
Ha expuesto en Valencia, Tarragona, Reus, Londres, Jaén, Alicante, Menorca, Andratx, Binissalem, Madrid, Ciudad Real, Newlyn, Cornualles, Valldemossa, Palma, Cambrils, Inca, Calvià, entre otros.
Y ahora ¿Cómo es su día a día?
Me levanto súper motivada, soy muy trabajadora, programo mis series o colecciones, me preparo la faena de la semana, distribuyo las horas que voy a dedicar a cosa, clases de pintura, como cada día con Zoe, hago deporte, tengo una perrita collie border, intento equilibrar mente, alma y cuerpo. Soy una persona intuitiva y armoniosa.
Algo de cine, de literatura y de gastronomía que sea de su agrado…
La película Desayuno con diamantes, el libro Las mujeres que corren con lobos de Clarissa Pinkola que me inspira para pintar algunas de mis obras y soy de platos de cuchara, aunque me encanta la paella y los “gambones”.
Cierto día una de esas figuras sin nombre salió de su tela y empezó a preguntarme cosas a las que yo no estaba preparado para contestarle.
¿Y por qué me han pintado de azul si a mí me gusta el blanco? ¿Por qué surrealista si yo siempre he sido clásico? ¿Por qué permanezco en un sueño, si quiero volar de verdad? No se me ocurrió otra cosa que decirle que hablase con Teresa. Me miró confuso, hizo una mueca con la boca y sin mediar palabra, volvió a colocarse en su espacio original.
Cosas que ha hecho últimamente, ¿algún proyecto inmediato?
Una de ellas es que he estado en una residencia de Menorca trabajando en el estampado de arte sobre textil. Quiero sacar algunos personajes de mis lienzos y plasmarlos sobre telas.
Otra, un proyecto con otros artistas; “Festival d’Art” será una experiencia con participación y talleres para el público. 25 de junio en Ca’n Picafort, 16 de julio en Bunyola y Sa Rápita y 25 julio en Pollença.
Y por ultimo una exposición en junio 2022 en este piso. Desde el punto de vista de un espacio alternativo, combinaré mis obras con muebles y la decoración de estos despachos. La he titulado; “Nada que esconder”.
Y así transcurriría la jornada, intensa por tantas vivencias y en tantos lugares. Francisca pulsó su cámara en la escalera para tomar unas perspectivas arquitectónicas, yo plegué mi cuaderno. Ya en la calle, nos despedíamos de Teresa en la calle con un ardiente sol y un espeso tráfico como testigos.
Texto: Xisco Barceló
Fotografías: Francisca R Sampol
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