Vicente Moreno regresa a Son Moix al frente del Espanyol, el día de los enamorados

Tras su cadena de victorias ante el Girona (1-0) y el Albacete (0-1), unidas a los dos tropiezos consecutivas del Espanyol frente al Rayo Vallecano (2-3) y el Lugo (1-1), el Real Mallorca afronta el crucial duelo ante los blanquiazules con un margen de cinco puntos de ventaja, que es la distancia que le separa no solo del equipo que prepara Vicente Moreno, sino también del tercer conjunto en liza en la lucha por el ascenso, el Almería.

Incluso en caso de derrota frente a los españolistas, el Mallorca seguirá siendo líder de la categoría tras la disputa de esta jornada, independientemente también del resultado que coseche el Almería, al que se enfrentará el domingo siguiente, a las 16 horas, en Son Moix. Desde este punto de vista, el choque parece revestir más trascendencia para el Espanyol que para el Mallorca. Una derrota, o incluso un empate, en Palma, desdibujaría todavía más las expectativas del club catalán, que cuenta con el presupuesto más elevado de Segunda División A y para el que solo vale una premisa: obtener el ascenso directo sin tener que pasar por la siempre incierta lotería de los playoff.

Sin embargo, para el Real Mallorca, el duelo de gallitos de este fin de semana puede conllevar recompensas notables en caso de que el triunfo se quede finalmente en casa. Por una parte, abriría una brecha más que considerable con su peligroso perseguidor, y, por otro lado, decantaría a su favor el golaverage particular entre ambos contendientes, ya que los bermellones sumaron un punto en su desplazamiento a Cornellà (0-0), en el segundo partido de la primera vuelta.

REENCUENTRO EN EL DÍA DE LOS ENAMORADOS

El calendario, siempre caprichoso, ha hecho posible que Vicente Moreno regrese a Son Moix coincidiendo con la jornada del 14 de febrero, el día de los enamorados. Sin embargo, poco amor queda en la relación entre la afición mallorquinista y el entrenador al que estos mismos seguidores idolatraron durante tres temporadas, conscientes de que su buena dirección técnica había permitido no solo recuperar al Mallorca para el fútbol profesional, sino incluso devolverle a la élite de la Primera División. Ni siquiera la irregular campaña en la máxima categoría, certificada con el descenso a Segunda apenas un año después de la memorable eliminatoria de playoff frente al Deportivo, deterioró la imagen de Moreno ante la fiel parroquía 'barralet'.

Así fue hasta que, un buen día, una noticia pilló por sorpresa a la gran familia de Son Moix: su admirado entrenador había comunicado al club su decisión de no continuar al frente de la dirección técnica del primer equipo, renunciando a los dos años de contrato que todavía le restaban. Las informaciones que se fueron sucedieron en las jornadas siguientes confirmaron que, tal como se supo públicamente más adelante, el nuevo destino de Moreno era nada menos que el RCD Espanyol.

Para buena parte de la masa social del Mallorca, la decisión del técnico valenciano resultó dolorosa y traumática, no tanto porque ponía punto y final a un ciclo exitoso en el banquillo balear, sino, sobre todo, porque el club al que Moreno aspiraba a entrenar era un rival directo del Mallorca en la lucha por evitar el descenso. Ese punto fue determinante para que Moreno pasara de héroe a villano, en cuestión de pocas horas, a los ojos de una parte considerable de los que habían sido sus más firmes defensores.

AGRIO TIRA Y AFLOJA POR LA INDEMNIZACIÓN

Ahí no acabó la cosa. La salida de Moreno se hizo todavía más compleja desde el momento en que el club y el entrenador jugaron al gato y al ratón durante varias semanas a tenor de la indemnización que el preparador debía abonar a la entidad en caso de rescindir antes de tiempo su contrato. Desde Arizona, las órdenes del propietario del Mallorca, Robert Sarver, fueron determinantes: a Moreno no se le iba a perdonar ni un euro. Si su determinación seguía siendo la de abandonar la nave para firmar por un rival directo, o él o el Espanyol debían pasar por caja.

El técnico, a través de sus representantes, luchó a brazo partido para que el club le perdonara, al menos, una parte del dinero que debía pagarle. Al final, logró una mínima rebaja, pero las relaciones entre Vicente Moreno y el Real Mallorca se habían agrietado para siempre... o, al menos, hasta que un cambio de ciclo en la propiedad, como suele ocurrir en el fútbol, permita recuperar la estima perdida.

GANAS DE REVANCHA, SIN PÚBLICO EN LAS GRADAS

Cuando acceda este domingo al que fuera su banquillo durante tres temporadas, Moreno no encontrará demasiadas miradas ni gestos amistosos entre las personas con las que compartió destino profesional durante tres largos y fecundos años. Sin embargo, el entorno será, para el actual entrenador del Espanyol, menos hostil de lo que hubiera sido en caso de que el público hubiera regresado ya a los estadios.

Si el retorno de Moreno ha despertado una inusitada expectación en la isla, unida a unas nada disimuladas ganas de revancha, no cuesta nada imaginar el hervidero en el que se hubiera convertido Son Moix en caso de que las gradas hubieran estado pobladas de espectadores en el crucial enfrentamiento de este domingo. Al menos, en este aspecto, Moreno puede respirar aliviado.