El derecho a vender ensaimadas

Ustedes verán: un país está desquiciado cuando una tienda que vende ensaimadas demanda a otra por vender ensaimadas. O sea, por competir con ella. Bien, la historia tiene su explicación: la primera paga a Aena unos derechos carísimos por vender este producto en el aeropuerto de Palma, mientras que la segunda, que también está en el aeropuerto, no paga esos derechos pero, sin embargo, vende las ensaimadas. Es decir, la primera tendría razón. Pero desde el punto de vista de los consumidores, esto es España, un país donde el intervencionismo llega al extremo absurdo de que cada tienda sólo puede vender lo que le fija el canon que tiene que pagar para poder financiar a unos (y a otros). Y sabe Dios si sólo es para financiar el canon oficial. En lugar de este intervencionismo loco, lo suyo es que se liberara a todo el mundo, que cada uno venda lo que le parezca, que compitan, que ofrezcan calidad y que el aeropuerto deje de ser un lugar oscuro, con precios inauditos.