El concepto denominado ‘exceso de mortalidad’ hace referencia al aumento de fallecimientos que acontecen en un territorio específico, durante un periodo de tiempo determinado, en comparación a las mismas fechas de años precedentes.
El control y gestión de estos registros se hallan vinculados al Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo), que supervisa el Instituto de Salud Carlos III, con sede en Madrid. Este organismo ha cifrado la sobremortalidad en España en el transcurso de 2020, el año en que se inició y cobró forma la pandemia de la Covid 19, en 70.703 fallecimientos más de los que habría cabido esperar en un ejercicio anual que se hubiera desarrollado con normalidad y sin las consecuencias de una emergencia sanitaria de esta magnitud.
De hecho, la contabilización de los datos en el sistema MoMo, actualizados el pasado 5 de enero y que engloba la totalidad de 2020, reafirma que el 63 por ciento de estos decesos ocurrieron entre los meses de marzo y mayo, coincidiendo con la primera ola de la pandemia, y que el resto de óbitos se agruparon entre julio y diciembre, es decir, después de que la mejoría temporal de los datos epidemiológicos suscitada a partir de junio diera paso a una nueva explosión de contagios por coronavirus en el conjunto del país.
El informe desgrana la evolución de estas cifras por comunidades autónomas, y, en el caso concreto, de Baleares identifica en el archipiélago dos periodos concretos de exceso de mortalidad: uno de ellos más extenso, que comprende del 25 de marzo al 3 de abril, y otro que abarca apenas dos jornadas: los días 9 y 10 mayo.
En el primero de estos tramos, que coincidió con el inicio de la pandemia y la instauración del primer estado de alarma, se notificaron en Baleares un total de 307 defunciones, mientras que la estimación de decesos en estos 10 días arroja la cifra de 236 fallecimientos: es decir, 70 menos de los que se produjeron realmente, con un porcentaje excedente del 29,8 por ciento.
Este incremento sobre las previsiones de mortalidad es más acusado entre la población masculina que la femenina. Frente a la estimación inicial de 100 decesos en hombres, se produjeron finalmente 171 (70 más), con una más que apreciable variación porcentual del 70,1 por ciento. En cuanto a las mujeres, se contabilizaron 123 decesos frente a los 100 estimados, con un 23 por ciento de incremento en relación a los cálculos oficiales.
Por edades, la franja hasta los 65 años fue la que menos exceso de mortalidad registró en el periodo de referencia. De hecho, el número de muertes reales solo superó en dos óbitos las referencias de otros años (42 frente a 40, y una oscilación del 5 por ciento).
En cambio, las estadísticas son muy diferentes si se sitúa en el punto de mira a la población balear entre 65 y 74 años, tramo demográfico en el que el exceso de fallecimientos alcanzó el 90 por ciento, con un total de 57 muertes frente a los 30 estimadas.
Finalmente, en el segmento de ciudadanos mayores de 74 años, se produjeron 208 defunciones cuando los decesos previsibles eran 164 (44 menos). La variación relativa es, en este caso, del 26,8 por ciento.
En cuanto al segundo periodo de exceso de mortalidad que el informe MoMo identifica en Baleares (9 y 10 de mayo), el documento recoge que se produjeron 61 óbitos, concretamente 19 más de los que marcaban las estadísticas (42). El incremento observado es del 45,2 por ciento, y, sorprendentemente, este exceso se centra en la población más joven, de 0 a 65 años, con cinco muertes más de las previsibles: se confirmaron 13 decesos frente a los 8 calculados, con una variación del 62,5 por ciento.
En las edades más longevas, el resultado fue el siguiente: 9 muertes de personas entre 65 y 74 años (3 más de las estimadas, y un 50 por ciento de incremento porcentual), y 39 defunciones de personas de más de 74 años (9 más de las estimadas, y un 32,3 por ciento de aumento relativo).
Por géneros, el informe confirma que en este periodo de tan solo dos días murieron en Baleares 32 hombres cuando la estimación era de 20, y fallecieron 29 mujeres frente a los 16 decesos que hubieran resultado previsibles. La variación en el primer caso es del 60 por ciento y en el segundo, del 81,2 por ciento.
En el conjunto de España, el sistema MoMo detecta dos periodos de exceso de mortalidad: el primero se halla comprendido entre el 10 de marzo y el 9 de mayo, cuando murieron 44.599 personas más de las que se preveían, lo que supone una diferencia del 66,9 por ciento. El segundo tramo de tiempo se extiende del 20 de julio al 20 de diciembre, en el que ese exceso se eleva a 26.104 decesos, un 16,6 por ciento más.
Durante el primer periodo, la mortalidad por exceso fue mayor entre las mujeres (72 por ciento) que en hombres (67 por ciento), y se concentró especialmente en los mayores de 74 años (78 por ciento), situándose a continuación el grupo de edad de 65 a 74 años (58 por ciento).
En el segundo plazo, el exceso también arrojó datos más elevados entre la población femenina (21 por ciento) que en la masculina (19 por ciento), y la variación afectó especialmente a los mayores de 74 años (19 por ciento).
La coyuntura de sobremortalidad en el año de la pandemia se ha repetido en todos y cada uno de los territorios autonómicos sin excepción, aunque en diferentes fases temporales y proporciones asimismo diversas. Para la elaboración del documento, el informe MoMo utiliza la información sobre fallecimientos por todas las causas que se obtiene diariamente a partir de 3.929 registros civiles informatizados del Ministerio de Justicia, correspondientes al 93 por ciento de la población española y que incluye todas las provincias.
Las estimaciones de mortalidad esperada se calculan mediante modelos restrictivos de medias históricas basados en la mortalidad observada de los últimos 10 años.
Además, el Instituto Carlos III dispone de otra herramienta para medir el exceso de mortalidad específico del verano, el MoMo Calor, según el cual, en los meses estivales se ha registrado una sobremortalidad de 5.206 defunciones, de las que solo 1.875 son achacables a las altas temperaturas.
Según los expertos, dentro del contexto de la pandemia de Covid 19 es razonable suponer que el resto del exceso de mortalidad identificado por MoMoCalor podría atribuirse a causas diferentes del exceso de temperatura, como la infección directa por coronavirus, la mortalidad indirecta de la pandemia en sus aspectos sanitarios, sociales o de cualquier otra índole, así como a cualquier otra causa de defunción.