Miles de personas llenan Son Ferriol en su gran Fira anual

Son Ferriol no se entiende sin su Fira. Y este fin de semana, el barrio ha vuelto a demostrar por qué. Durante dos días, sus calles se han llenado de vida, risas, aromas, tradición y gente. Mucha gente. Ha sido una fiesta en mayúsculas, desde el tradicional tardeo del sábado en el bar Esperança, con ritmo, copas y baile al sol de la tarde, hasta el estallido de color, música y animales del domingo festivo.

El sábado arrancó suave, con vecinos bajando a la calle, charlando con calma, disfrutando de muestras de danza y ese tardeo tan de aquí, donde todo se mezcla; lo familiar con lo festivo, lo espontáneo con lo organizado.

Y ya el domingo, el barrio explotó de alegría. Desde primera hora, la avenida del Cid se convirtió en un auténtico río humano. Entre los 170 expositores había de todo, productos artesanos, embutidos, herramientas del campo, panes recién horneados, cosmética natural, decoración, maquinaria agrícola... Una mezcla deliciosa de pasado, presente y comunidad.

El sol brillaba, los cencerros de los dimonis ya retumbaban en la plaza del Mercat, y las autoridades llegaban para dar el pistoletazo oficial. El alcalde de Palma, Jaime Martínez, acompañado de varios regidores, cortó la cinta y dio por inaugurada la XXXI Fira de Son Ferriol, una de las primeras grandes citas populares del año en la ciudad.

Junto a Martínez, la regidora de Comercio, Lupe Ferrer, el regidor de Seguridad Ciudadana, Miquel Busquets, y el presidente de la Asociación de Industria y Comercio de Son Ferriol, Miquel Toni Vidal, pasearon por una feria que, como dijo este último, “favorece significativamente el comercio local”.

El alcalde aprovechó para recordar el compromiso municipal con el barrio. “Estamos avanzando en proyectos históricos como el futuro IES de Son Ferriol o los nuevos equipamientos sociosanitarios junto al hospital de Son Llàtzer”, afirmó.

Pero más allá de los discursos, fue el ambiente quien mandó. Las familias se agolpaban frente a los tenderetes, los niños correteaban de atracción en atracción, los mayores se paraban a hablar, a mirar, a recordar. Era un Son Ferriol auténtico, vivo, orgulloso.

El programa del domingo lo tenía todo para gustar, batukada Sambukada, Dimonis de Son Ferriol, bailes tradicionales con sa Revetla de Sant Antoni, y hasta un grupo invitado de Lanzarote, Guanapay, que desfiló con trajes coloridos arrancando aplausos del público.

Mientras tanto, en la plaza y sus alrededores, los más pequeños subían a ponis, descubrían cómo separar residuos en el original quién es quién de EMAYA, y se subían a un autobús de la EMT con rampa, donde algunos incluso se sentaban al volante como si ya soñaran con conducirlo.

La muestra de animales fue, como siempre, uno de los grandes atractivos: ovejas, cabras, gallinas, pavos, conejos y los majestuosos halcones de la Associació de Falconeria de les Balears. Una mezcla de asombro, ternura y tradición difícil de replicar en ningún otro rincón de Palma.

La Agrupación Deportiva Mallorquina completó el espectáculo con una exhibición ecuestre que hizo detenerse a cientos de personas, móviles en mano, para capturar cada paso.

La EMT facilitó la llegada de visitantes con un bus lanzadera desde Son Llàtzer, y el barrio respondió llenando cada calle, cada puesto y cada rincón. Queda claro que Son Ferriol es uno de los barrios más vivos de la capital mallorquina.

Un año más Son Ferriol cierra una Fira que nunca parece suficiente. Un fin de semana lleno de vida que enamora a propios y extraños. La Fira de Son Ferriol es uno de los grandes atractivos del año y los ferriolenses tienen claro por qué.