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Llorenç Garrit o el registro de los colores musicales
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Llorenç Garrit o el registro de los colores musicales

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Tras cubrir 64,4 kilómetros desde que salimos de Palma, llegamos a una localidad situada al suroriental de la isla; Santanyí, que basa su economía en el turismo de sus núcleos en Cala Figuera, Cala d’Or y Porto Petro principalmente, y dispone con “La Piedra de Santanyí” de una importante industria de piedra artesanal. En el terreno cultural destacan sus prestigiosos autores literarios y algunos de sus artistas plásticos, entre los que emerge nuestro joven protagonista.

En la calle des Rafalet, en dirección a Cala Figuera tiene una antigua casa mallorquina heredada de la familia paterna y que ha reformado convirtiéndola en estudio y en sala de exposiciones, dando diversos usos a otros espacios en los que se distribuye la construcción.

Hemos tenido ciertas dificultades para encontrar aparcamiento, aunque al final estacionamos a pocos minutos. Había comenzado a chapotear y un atento Llorenç salió a nuestro encuentro con unos paraguas para recibirnos y acompañarnos a su estudio. Al entrar, lo primero que nos dice:

Antes de empezar la entrevista, conviene coger fuerzas, aquí tenéis unas empanadas de carne, unos cocarrois y un vino de la tierra; Calonge.

Llorenç Vidal Lledó, Palma 27 abril 1981, hijo único, conocido artísticamente como Garrit, apodo que le viene de su bisabuelo por parte de padre, Tofol Vidal de profesión maestro, natural de Santanyí y de Margalida Lledó de profesión maestra, natural de Palma.

¿Y tú en este caso te sientes más de aquí o más de allá?

Es curioso, esto es un dilema que me perseguirá eternamente. Yo nací en Palma y entre semana vivíamos en la ciudad y los fines de semana íbamos al pueblo de mi padre. Cuando estaba en la ciudad para mis amigos yo era el pueblerino, cuando estaba aquí para mis otros amigos era el palmesano y después de tantos años, así seguimos.

De todas formas pasé una infancia plena de felicidad y mis primeros recuerdos me sitúan colocando coches en miniatura, en fila india, en un local que antes tenía mi familia en Santanyí. Me enfadaba si algún fin de semana estaba enfermo y no podía acudir a mi cita. Tenía y sigo teniendo amigos en los dos sitios.

¿Qué personas además de tus padres y amigos, fueron significativas en tu infancia o adolescencia?

Con mis abuelos hubo una relación muy especial. El abuelo materno, de nombre Pep, derivaba más hacía el terreno cultural y filosófico, teníamos afinidad por libros y pensamientos, nos escribíamos cartas y eso que nos veíamos y conversábamos cada semana. Me encantaba cuando me contaba relatos de sus vivencias durante la guerra civil, lo hacía con pasión.

El abuelo paterno (Llorenç) era más rural. Tenía huerto y me enseño a hace de payés, a cultivar, a sembrar, a apreciar lo que nos da la tierra. Me alegro de aquellas lecciones.

Desde niño ya mostraba su interés por la música, la literatura y por la pintura.

Mis padres siendo profesores tendían por naturalidad a enfocar las enseñanzas hacía temas culturales y posiblemente para que me acostumbrase de una manera sencilla a la lectura, mi madre me compraba cómics y yo me aficioné a copiarlos y a reproducir viñetas. Al tiempo que mi padre pintaba por afición y tenía amigos pintores, Riera Ferrari, Maraver, Pascual de Cabo, Camargo y durante un tiempo se dedicó a la política, ocupando un cargo cultural.

En el terreno musical mi madre influyó en los fundamentos básicos, su estima por la música y las conversaciones que manteníamos, me han valido como otra alternativa, otra manera de ampliar la sensibilidad hacia la creación. Hoy en día formo parte de un grupo musical y la música se enraíza con la consecución de mis obras plásticas.

En su colección “En clave de color” ha adaptado la composición de sus acrílicos con mensajes abstractos, vinculados a la música, colores y notas van de la mano, ejemplarizados con normas matemáticas, el do con el amarillo, escala de pocas alteraciones, el azul con la bemol. Siete obras que al tiempo cada una representa un chackra de la doctrina hinduista.

He pretendido varias cosas, la composición basada en la pintura acrílica va abriendo espacio para que un olivo, un agricultor, una escena marina, un collage complementario realizado con un pedazo de madera, dé a parte de la obra, la impresión de tres dimensiones. Siete colores para los siete chackras. Cada una de las piezas está acompañada por un código QR para que al aplicar el móvil sobre este, se perciba la energía que emite cada centro, como una brisa musical que acaricia la sensibilidad y el sentimiento, el color y la música actúan como efecto terapéutico.

El círculo que representa la palabra sánscrita chakram a través de un ejercicio espiritual, nos impregna de colores y nos conduce a la intuición, al centro del corazón, a las raíces, nos descubre el centro de la conexión espiritual, el poder personal, las emociones, el placer, la creatividad y en esta colección se percibe una música que suena de más allá de los confines de la tierra.

Y hablando con un músico ¿Qué tipo de música te eriza la piel?

Soy amante del rock psicodélico y Pink Floyd es mi grupo escogido como referente. Sus canciones filosóficas, la experimentación de sonidos en el rock progresivo y sinfónico, incluso las portadas de sus discos, son motivo de veneración y de estudio de esa banda icónica.

Antes has nombrado una serie de pintores con los que tu padre se relacionaba y que tienen que ver en tus primeros pasos como artista. Avanzas en tu juventud dejando atrás escenas que recuerdan a los acantilados de Joan Riera Ferrari y poco a poco tu genética barnizada por el cómic aparece y vas derivando en torno al pop art. Después de sus colecciones Paraules de ciment y By your side expuesta en Nueva York, en las que te recreaste en tu visión del arte urbano, ahora te adentras con Pop Land en un mundo fantasioso, donde se abrazan el antes y el ahora, gentes y vestimentas del pasado trabajando entre suaves brisas y colores sicodélicos. Elementos de la tierra, almendros en flor, higos chumbos que prevalecen en una naturaleza que parece que aprendiese a publicitarse, a reivindicarse, a hacerse popular entre los humanos, a denominarse a sí misma, arte postmoderno.

¿Qué significa en tu carrera esta colección?

Un punto de inflexión. Tuve una conversación con el historiador y poeta Antoni Vidal Ferrando que me invito a reflexionar sobre algo tan sencillo como la palabra. Si no hablamos de la misma forma que lo hacían en el siglo XV, tampoco pintaremos como aquellos. Hemos evolucionado para bien o para mal, pero los cambios están ahí y los artistas deben implicarse en la renovación del arte y la cultura para enriquecerla. Pop Land es la posibilidad de viajar por nuevos caminos en la continuidad de mi manera de ver e interpretar. Los paisajes, los objetos o las personas que describo, residen a mí alrededor, sean o no de mi época yo los actualizo con ironía pero sin elitismos.

Uso una técnica parecida a algunos sistemas digitales pero elaborada completamente a mano para la que me valgo de acrílicos, témperas, lápices, grafitos, tintas.

Desde aquella primera vez que mostrase sus obras participando en una colectiva en un casal municipal de Palma, sus piezas han pasado por Nueva York, por Bremen, por Inglaterra, por Austria y espera que pronto pueda proseguir y cumplir con una serie de proyectos que estaban a la vista antes del confinamiento.

¿Qué ha supuesto para ti, la pandemia?

Sensaciones agridulces, las muertes sobre todo, el dolor de las familias que han perdido a seres queridos, el miedo, la incertidumbre. Pero el confinamiento también me hecho estar más pendiente de proyectos antes impensables y que ingeniosamente ha habido que adaptar a esta situación. He vivido la realidad y el presente, he podido compartir más tiempo con mi hijo Nil, algo que me he dado cuenta que necesitaba, la normalidad me da cierto miedo, más que nada porque no sabemos medir la prisa en querer salir de esta situación.

¿Cuánto de importante es la familia para una persona como tú que se dedica por completo al arte?

Para mí, muchísimo. Antes he hablado de mi hijo, pero mi mujer Aina Cañellas es un pilar fundamental para que yo pueda desarrollar mi carrera artística. La conocí en la escuela de Artes y Oficios de Palma (actualmente Escola de Disseny), ella estudiaba fotografía y yo ilustración. Es mi primera crítica y correctora, su ojo fotográfico es el primer filtro, su sensibilidad artística me ayuda a mejorar. En la actualidad es profesora, continua haciendo fotografías en sus ratos libres y es parte conmigo y otros artistas de Generation Sos.

Generation Sos un movimiento cultural que aúna a una serie de artistas mallorquines comprometidos que pretenden dar visibilidad a temas relacionados con la sociedad, la política, la naturaleza, desarrollando una serie de proyectos de manera conjunta. Al tiempo trabajan con la solidaridad de asociaciones sin ánimo de lucro con la finalidad de apoyar sus acciones con la divulgación y ofreciendo una parte de sus beneficios.

¿Cuál es la doctrina de este grupo?

No pretendemos sentar cátedra, ni vender motos. Somos personas sensibles que con una serie de actividades queremos concienciar a quien quiera prestarnos su atención.

Estamos preparando un documental sobre la posidonia. Nos manifestamos a favor de la ecología, nos preocupa el calentamiento global. Hemos realizado actividades como la limpieza de playas y es cuando te das cuenta del incivismo de algunas personas. Aquí cada uno aporta lo que sabe, músicos, fotógrafos, pintores, escultores, etc. dedican parte de su tiempo a este ilusionante proyecto.

Garrit ha utilizado unas botellas y las ha convertido en un elemento crítico; “Esencias de Mallorca”. Una alegoría al aire puro de otros tiempos. Botellas que supuestamente contienen aire de 1954, 1977 o 1981 y que intencionadamente hay que abrirlas, olerlas y comparar con el aire actual.

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En sus obras podemos distinguir sus rasgos, su impronta, su sello ¿Qué hay de personal en sus obras? ¿Le valen de refugio?

Quizá mis obras me descubran y revelen que soy una persona sincera que se toma las cosas muy a pecho, o que al contrario parezcan un remanso de paz, en las cuales no se nota que soy relativamente nervioso y que me afecta cuando estas no salen como yo quisiera, lo paso mal, sufro, soy muy autoexigente en mi faceta artística. Y creo que como a la mayoría, nos refugiamos en nuestras creaciones.

En el arte, ¿vale todo?

¡No! no vale todo. A veces he visto cosas en New York, en Arco o en otras ferias internacionales que yo no expondría, de hecho alguna vez me he dicho a mí mismo ¡esto que veo aquí, lo había hecho yo! y lo tiré porque no me parecía digno. No obstante es muy complejo y es la eterna pregunta; ¿Quién decide dónde comienza y dónde limita el arte?

Además de pintar, también escribe, ilustra cuentos…

Mi gran afición es el cómic pero soy consciente de que por respeto a los que crean esas historietas o relatos gráficos, soy más bien narrador de cuentos infantiles. Cuando los escribo y dibujo trato de que mis argumentos despierten la curiosidad y sean entendibles para gente de la edad de mi hijo y que tengan una finalidad educativa.

En su historial encontramos otras colecciones:” Me treus els colors”, la irisación de rostros sonrientes. “Temps fugit” quizá la serie más mordaz que se afana en la reflexión del humano embobado por la tecnología y en la perdida voluntaria de un tiempo irrecuperable. “El elefante” desprende salpicaduras surrealistas, evoca una aleación de figuraciones que manipulan la insinuación, ojos que acusan, ventanas que gimen y abstracciones geométricas que gritan rodeados de alambradas, eternos cantos de libertad.

Una de sus últimas obras ha sido la intervención en un mural de siete metros de largo y cinco de ancho, ubicado en la localidad de Marratxí en el que realizó un homenaje a la mujer y que ha titulado; “Mural por la igualdad”, inspirado en la canción L’olivera de Joan Manuel Serrat.

¿Cómo ha sido la experiencia?

Son retos que de vez en cuando se nos plantean y en los que los artistas aprendemos a conocernos y lo digo porque yo por ejemplo estoy acostumbrado a pintar en la soledad de mi estudio y ese trabajo lo realizas en la calle a plena luz del día y rodeado de espectadores.

Durante unas horas hemos buceado en las profundidades de una atmósfera imaginaria, por la que rondan las figuras inventadas por Garrit y hemos puesto pie en el último puerto. Un proyecto que se llevará a cabo si la pandemia lo permite.

Está previsto para el mes de julio que pueda exponer en el Ajuntament de Santanyí, una serie o colección que he denominado “Trifásico”, un compendio de obras en las que el hilo conductor apunta a la emoción social y física.

Le deseamos toda la suerte del mundo, mientras nos asomamos a la calle y observamos que ha dejado de llover. En ese preciso instante una imagen que flota ahí fuera me recuerda que un día leí que aunque la ciencia lo descarta, hay quien asegura que el peso del alma es de 21 gramos. De repente, desaparece. ¡Uf! Quizá tanta fantasía me ha contagiado.

Garrit sonriendo en la puerta de su estudio nos dice adiós.

Francisca toma una última fotografía.

Textos: Xisco Barceló

Fotografías: Francisca Sampol

Para más información: www.garrit.wixsite.com/garrit

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