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La dura lucha contra la economía sumergida

viernes 14 de marzo de 2014, 19:03h

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El president Bauzá y la ministra Báñez va a por todas para luchar en Balears contra la economía sumergida y el trabajo irregular. La semana que viene comienzan las reuniones entre técnicos de la Direcció General de Treball, dependiente del Govern, y de la Inspección de Trabajo, a las órdenes del Gobierno central, para aunar estrategias y esfuerzos contra esta realidad cada vez más extendida a causa de la crisis económica.

No lo tendrán fácil. La producción y el trabajo en negro se han convertido en una forma de subsistencia para muchas personas. En su conjunto, la bolsa de fraude fiscal es enorme. Las instituciones no tienen otro remedio que actuar con contundencia o la situación se les podría escapar de las manos.

Hay que pensar, por un lado, que las subidas de impuestos han sido considerables durante los últimos años. Y también que las formas de burlar la legalidad vigente se hacen cada vez más sofisticadas en no pocos casos. También hay que tener muy presente la especificidad de la economía balear, basada en el turismo.

Formas de economía sumergida como el alquiler de casas o viviendas a turistas está extendido por todas las islas. Y son muchas las autoridades municipales que miran para otro lado para no crearse problemas con sus vecinos, que también son sus electores. Desde otra perspectiva, las bolsas de marginación provinientes del gran alud de inmigración extracomunitaria de los últimos lustros se convierten en campo abonado para el trabajo irregular.

Pero con la inmensa tasa de paro que hay en la actualidad, los que se acogen a trabajos no reglados o controlan producción sumergida surgen de diferentes capas sociales. Es una enorme disfunción que se vuelve muy peligrosa en tiempos revueltos. Bauzá y Báñez demuestran muy buena voluntad. Tienen la obligación de actuar en este sentido, pero han de ser conscientes que operan en una sociedad muy golpeada.

Las denuncias han de comenzar por los casos más lacerantes, cargados de avaricia, insolidaridad y delito clamoroso. Y tal vez haya que ser más comprensivos con lo que constituye única y exclusivamente un doloroso estado de necesidad, de desesperada lucha por la supervivencia.