Quienes callaron, ahora se rasgan las vestiduras

Tal y como ya se ha anunciado repetidamente por este medio, los aficionados rojillos van a ser testigos de auténticas batallas entre los dos bandos que pugnan por el control del club. Esta semana el ranking del cruce de dossiers estará encabezado por el mal ambiente del personal laboral del club. Un conflicto en el que oportuna y debidamente Inspección de Trabajo y los Juzgados depurarán responsabilidades ante la seriedad de las acusaciones de los trabajadores, si llega el caso. Ahora bien, para ser justos no puede caer en el olvido la idéntica situación que padecieron muchos trabajadores y sus familias con el desembarco de la nueva propiedad cuando no solo fueron purgados y expulsados sino que tuvieron que soportar auténticas vejaciones personales y mediáticas como si fuesen responsables de que los accionistas y consejeros de los últimos años no aportasen capital para reflotar el club. Uno de los casos más sangrantes fue el despido de Gustavo Siviero, quien acude al club para solucionar un trámite burocrático y se encuentra con un administrativo que en los pasillos de la oficina le entrega el finiquito y le comunica su cese fulminante, mientras los consejeros se encuentran encerrados en sus despachos. Así se trató a una referencia del mallorquinismo por su entrega y pasión tanto como jugador como técnico. La diferencia es que antes muchos jalearon estas decisiones y ahora se rasgan las vestiduras cuando el club quiere poner algo de orden, y como dice el refrán  "de aquellos polvos vinieron estos lodos...".