Esta semana tocaba visitar el estudio de exposición permanente de un viejo rockero situado en la avenida San Fernando de Palma. Francisca abrió la puerta del local planta baja que da a la calle, entramos y después de saludarnos, le comenté que desde la última vez que estuve allí notaba el espacio cambiado…
Pues sí, supongo que voy moviendo las cosas de sitio sin darme cuenta. Antes tenía la mesa de trabajo colocada de otra forma. Me gusta tenerlo todo ordenado.
Daniel Codorniu, nace en Palma el 28 de junio de 1943, el mismo año en que Estados Unidos y el Reino Unido renunciaban a sus derechos de extraterritorialidad en China, se inauguraba el Pentágono, las tropas alemanas se rendían en la Batalla de Stalingrado, Finlandia y la Unión Soviética negociaban un intento para la paz, Mussolini formaba el primer gobierno de la República Social Italiana, el 30 de junio el Reich alemán era declarado libre de judíos, Albert Schatz descubría el antibiótico que iba a permitir combatir la tuberculosis, la estreptomicina, nacían; Janis Joplin, Raphael, Serrat, George Harrison, Bobby Fischer, Sharon Tate, Urtain, Raffaela Carrá, Julio Iglesias, Mick Jagger, Aute, Charo López, Jim Morrison, John Denver, Paul Michael Glaser y David Soul, los que serían famosos con Starsky y Hutch, en literatura se publicaba el Principito de Saint-Exupéry, Rebelión en la granja de Orwell, El juego de los abalorios de Herman Hesse, El manantial de Ayn Rand, en arte el pintor mejicano David Alfaro Siqueiros, presentaba su Alegoría de la igualdad de razas, en cine se estrenaba la primera de Kurosawa en Japón; La leyenda del gran judo, ¿Por quién doblan las campanas? de Sam Wood, Sahara de Zoltan Korda y Titanic de Herbert Selpin.
¿En qué zona de Palma paso su infancia?
Vivíamos cerca de la Plaza del Obelisco, en la calle Francisco Sancho. Desde mi casa saltaba por el patio a la casa de un amigo. En aquel tiempo solo pasaba un coche cada veinte minutos. Había una cosa curiosa y es por lo visto un defecto en la calzada hacía que en varias ocasiones los coches que tenían unas ruedas muy finas, volcasen y quedasen panza arriba. El día a día era de plena felicidad, estar en la calle de día, por la tarde a la fresca, hasta que llegó la tele y estabas más tiempo en casa. En verano nos íbamos por las mañanas en bicicleta hasta Palma Nova y alguna tarde quedábamos con las amigas para escuchar música y lo clásico, jugar a las canicas y a la peonza, al escondite.
Hijo de Daniel, natural de Roquetas, Tortosa de profesión artesano y de Ángela natural de Binissalem, bordadora, tuvieron dos hijos; Daniel que se dedicó a las artes y Ángela que optó por ser modista.
¿Cómo continua su historia?
Mis amigos me animaron, porque decían que pintaba muy bien y me apunté a clases de dibujo en Sant Felip Nerí y posteriormente a Artes y Oficios durante unos tres años, teniendo de profesores a Simeón Cerdá en pintura y a Jaume Mir en escultura.
Mi padre se dedicaba a la fabricación de la artesanía con el olivo y yo le ayudaba a cargar y a aserrar la madera para luego trabajarla para convertirla en suvenires, cajitas, castañuelas a las que yo pintaba figuritas de baile tradicional o payesas, con un amigo; Jaime Rosselló. Mi padre las vendía y a nosotros nos daba cincuenta céntimos de cada una. Cuando conseguí reunir 1.000 pesetas me marché a Barcelona, tendría entre quince y dieciséis años.
Se inscribe en la Facultad de Sant Jordi ¿Y qué ocurre?
Tuve que vivir con aquel dinero que había ahorrado y al mismo tiempo había que ser previsor y comencé a trabajar para Editorial Bruguera, aunque tarde un tiempo en ganar algo de dinero para poder cubrir el coste de la pensión, comida y estudios. Primero tuve que trabajar de camarero en un centro social y allí me daban de comer y algo para pagar la habitación. Con el tiempo, Bruguera valoró mis dibujos y una vez que se utilizaban para los cómics, sí que pude disponer de unos ingresos.
Eran prácticamente catorce horas diarias de dibujar y de aprender sobre la figura y la anatomía.
Viví el movimiento de la Nova Cançó, las manifestaciones, las persecuciones. Los estudiantes nos expresábamos cada uno como podíamos, yo con una pintura de mensajes protesta contra la dictadura de Franco, alentados por aquella generación de músicos. Aquella pintura nada tenía que ver con mi pintura en la actualidad.
Estuve hasta los veinte años en que me licencié en Bellas Artes por la Reial Acàdemia de Belles Arts de Sant Jordi de Barcelona. Antes de marchar me pidieron para quedarse con una obra mía, y me consta que hoy en día forma parte de la colección privada.
Abandonó Barcelona después de sus estudios.
Regresé a Palma y conocí al pintor Bússer que en esos momentos fue determinante, al presentarme a unos señores suecos que me compraron obra por valor de cuarenta mil pesetas, y digo que fue determinante porque al poco tiempo me llamaron a filas con destino a Sidi Ifni y ese dinero me ayudó a pasar esos dos años que fueron muy duros. Dadas las condiciones tuve tres amigos que se suicidaron, allí.
Con 22 años regresa de nuevo a Mallorca y se encuentro con un viejo amigo que estaba dando clases de dibujo y por aquel entonces ganaba un apetitoso sueldo, 10.000 pesetas. A Daniel le resultó atractivo pero se encontró con ciertas dificultades administrativas y al final encontró trabajo en un instituto de Barcelona.
Estuve unos dos años como profesor de dibujo y posteriormente me presente a oposiciones en Madrid como profesor de dibujo en la enseñanza media y una vez que aprobé, opté por una plaza en el Instituto Milà Fontanals de Barcelona. Todos los veranos los pasaba en Mallorca.
¿Dónde hizo su primera exposición?
En una galería que había en la plaça de’s Mercat en Palma. Fue una colectiva con Tomeu Ventanyol. Luego vinieron muchas más, aunque yo no me he prodigado en exposiciones ya que casi toda mi vida he trabajado directamente con mis clientes.
Seguía su relación con Bússer y él le sugirió un cambio…
No era la primera vez que me aconsejaba que probase de pintar paisajes al natural y me llevó a conocer Cala Figuera de Santanyi. Me enamoré de aquel lugar, al que he visitado y pintado en numerosas ocasiones. De hecho cincuenta años después sigo pintando al natural y de vez en cuando voy a Cala Figuera, aunque he pintado todos los rincones de Mallorca y entiendo porque han venido durante años, tantos pintores de fuera y se han prendado de la luz de Mallorca.
¿Qué resumen haría de su vida como pintor?
Que siempre he sido muy feliz, moviéndome de un lugar para otro haciendo lo que más me gustaba. Pintando con otros amigos con los que hemos tenido largas conversaciones.
¿Qué opina sobre otras disciplinas pictóricas?
Que todas tienen cabida. Yo he pintado casi toda mi vida paisaje y figura humana, al óleo, acrílico o acuarela, pero también tengo mucha obra abstracta y pienso que cada artista defiendo aquello en lo que cree. El arte no tiene límites.
¿Por qué motivo no ha promocionado más en galerías?
Por lo que he comentado, siempre he tenido gente interesada en mi trabajo y nos hemos entendido sin intermediarios. En cierta ocasión y ya hace unos años estando en Suiza, el propietario de una galería que había visto piezas mías, me encargó una serie de ellas. Pues esos cuadros al final quedaron en casa. Tal vez también he sido algo perezoso en gestionar y el pintor es un peón, necesita de un marchante o relaciones públicas que le solvente ciertas labores.
¿Y tiene aficiones?
No he tenido tiempo para eso, porque todo lo he dedicado a pintar.
Aunque la mayoría de sus composiciones, Codorniu las contempla al natural, su obra ha derivado por un abstracto onírico, conducido por una visión psicoanalítica de su mente que a veces roza el surrealismo.
Valles, mares, rocas, bosques, cielos, han quedado plasmados sobre tantos soportes utilizados. En el largo viaje que ha realizado desde que decidió que iba a ser artista, ha reflejado el paisaje cósmico que representa la naturaleza de manera excepcional, la atmósfera de calma que imprime a sus marinas es una de sus constantes vitales, una mescolanza de pinturas holandesas, alemanas, francesas, catalanas, la identificación de su expresividad se debe a su iconografía.
¿Cómo profesor, dígame el título de un libro imprescindible?
Educación por el Arte de Herbert Read.
Seguramente el libro más importante de cuántos ha escrito Read, en relación a psicología, a la sociología y a la crítica del arte, en el que destaca la tesis que se formuló por primera vez y fue Platón quien dijo que el arte debe ser la base de la educación natural, y no solo artística sino de la expresión literaria, poética y musical y debe influir en la educación de los sentidos, abarcando la conciencia, la inteligencia y los juicios humanos. Aunque fue publicado en 1943 no ha perdido su vigencia en el análisis de la actividad infantil y en la educación del individuo en una sociedad libre.
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¿De qué pintores tomaría prestada alguna pincelada?
De Ramón Nadal, de Tudanca, de Celià, de Joaquín Mir, de Anglada Camarasa, y de grandes como Van Gogh que viajaba a París solo para ver una y otra vez sus obras, o de Francis Bacon y Sorolla sin duda.
¿Qué tipo de cocina es el que le atrae?
Desde siempre y sigue siendo así la gastronomía mallorquina y especialmente las sopas mallorquinas.
¿Lugares del mundo que le haya llamado la atención?
Marruecos me ha asombrado. He estado allí en varias ocasiones y admiro la variedad de colores, sus costumbres, su artesanía, los zocos, la cerámica, etc. Y en otro contexto me encanta Suiza, en este caso tanto por sus limpias ciudades, sus monumentos, como por la majestuosidad de sus montañas, sus lagos, sus aldeas. Tanto en un país como en otro he realizado muchas telas, así como también en mi estancia en el estado americano de California.
Muchas de sus obras están catalogadas en colecciones privadas, como en la Colección Thyssen-Bornemisza, Simposium Museum de Suecia, Museo Nacional de Arte en Cannes, Fundación Internacional de Bellas Artes en California, Museo Provincial de Orense, Fundación de Arte Banco de Santander, Fundación BBVA, Fundación “La Caixa”, Fondo de Arte Banco de Sabadell, Fundación “El Corte Inglés”, entre otros. Sigue viviendo en Mallorca, a pesar de tener a su familia en Barcelona.
Sí, estoy pendiente de solucionar una serie de temas profesionales y personales y vivo aquí, mientras, Mercedes mi mujer y mi hijo Daniel residen en la Ciudad Condal.
Aun sabiendo que no poseemos la razón, en ocasiones somos renuentes. En el arte es obligatorio serlo porque de otra manera el creador o creativo, nunca experimentaría más allá de lo que documentan los libros, o certifican los académicos y Codorniu en la disciplina se salta las normas, salpicando una tela con una masa reseca de pintura, añadiendo una pincelada más en la esquina de un cuadro que había equilibrado, trazando una línea recta que proyecta un camino de curvas.
¿Cómo afronta un momento de dificultad?
Con mi carácter positivo, soy de los que piensan que todo problema tiene solución. Cuando parece que estás hundido, alguien llama al timbre de la puerta y te trae buenas noticias. Confío en la providencia.
¿Ha realizado algún trabajo relacionado con sus viajes?
Últimamente he trabajado en una serie dedicada a un viaje que me hubiera gustado hacer por el África Oriental. Sin haber estado allí, he recopilado información a través de imágenes de documentales.
Ocurrió en tiempo de confinamiento, en el que reflexioné sobre la gente que se queja por vicio y había visto un programa en el que aquellas gentes, sin disponer de nuestra tecnología, sin nuestras industrias de alimentación, sin nuestros lujos y en un entorno para nosotros, precario, salen adelante, con sus rituales, sus celebraciones. En sus rostros se advierte la felicidad y esto, es lo que intento describir en esta colección, en recuerdo de estas tribus que rememoran a sus antepasados, con la estética de sus vestimentas, collares, sartas y pendientes, sus rostros y cuerpos pintados con el rio Omo como testigo.
Poníamos punto y final a una entrevista que me alegró haber podido llevar a cabo ya que hacía tiempo que la habíamos pactado. Seguramente, Daniel continuará con sus visitas en solitario o con un amigo pintor a Cala Figuera o cualquier otro lugar de Mallorca, absorbiendo tragos de la luz mediterránea y reflejándolos sobre la planicie de sus lienzos. Francisca disparaba su cámara por última vez y captaba un plano de su rostro sonriente.
Texto: Xisco Barceló
Fotografías: Francisca R Sampol
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