Victoria de la democracia en Escocia
viernes 19 de septiembre de 2014, 17:18h
Los escoceses han votado, con absoluta libertad y han decidido. Continúan formando parte del Reino Unido porque les da la gana. No porque nadie se lo imponga. Han sido los dueños de abrir o cerrar su propia puerta. Eso les ennoblece a ellos y a sus hermanos los ingleses, los galeses y los irlandeses del Norte.
El premier David Cameron ha dado una lección al planeta. Tras conocerse el resultado ha pronunciado un discurso conciliador y entrañable. Ha afirmado que hubiera podido bloquear el referéndum pero no lo hizo porque ante todo es un demócrata. Ha ganado, por tanto, la democracia. No ha ido a navajear ni a desprestigiar al nacionalismo escocés. Todo lo contrario. Le ha permitido expresarse y que pudiese exponer sus anhelos.
Yo más importante en este proceso es que no hay ni humillados ni ofendidos. Para mantener la unidad, Cameron se ha comprometido a incrementar de forma importantísima las competencias y los recursos escoceses. En este sentido, también los nacionalistas han obtenido un importante avance. En procesos anteriores, como es el caso del Quebec canadiense, también el referéndum sirvió de mucho en su momento. Los derechos de los francófonos fueron respetados e incrementados. Nadia salió perdiendo. El tiempo lo ha demostrado.
En España no sucede lo mismo con el proceso catalán. En el Principado no se podrá votar, lo cual es sinónimo de que el problema puede convertirse en crónico. Es preciso reflexionar sobre este hecho. La unidad ha de ser hija de la reflexión y de la igualdad. Y por encima de ello, hija del respeto. El Gobierno central de Rajoy ha respirado con alivio al saber el resultado escocés. Pero por fuerza habrá tenido que sentir envidia del Ejecutivo Cameron, que ha dejado que hablasen las urnas escocesas. Rajoy se ampara en la Constitución para no hacer lo mismo. Pero las Cartas Magnas se inventaron para potenciar la democracia, no para restringirla.
Una Catalunya respetada y bien tratada desde un plano de igualdad es muy probable que dijese no a la separación de España. Es fácil entender porqué: su principal mercado es la Península. Las industrias catalanas mantienen el grueso de su mercado entre el cabo de Gata y el de Finisterre. España es su Liga, no sólo deportiva, sino también económica, financiera y de intereses de todo tipo. El gran sueño catalán, desde hace siglos, es liderar los pueblos peninsulares hacia la modernidad productiva y la profundización de la democracia. Siempre han anhelado una España horizontal e impulsada desde la periferia.Y este deseo es legítimo. La periferia tiene tanto derecho a levantar la bandera de la transformación y el avance social tanto como el centro.
Por eso el Gobierno central debería tratarles de igual a igual. Hay que hacerles sentir que están donde están porque ellos quieren libremente, no porque se les obliga y se les supedita. Eso es democracia. Y así lo han entendido los escoceses.