Los nacionalistas que ya tienen estado dicen que ese <<alma>> y su territorio geográfico son <<sagrados>>, que no pueden ser discutidos ni tocados; los otros nacionalistas, los que quieren alcanzar su propio estado, dicen que su propia <<alma>> popular no será respetada hasta que consigan estatalizarse.
No lo digo yo, lo dice Fernando Savater en Política para Amador.
Las pasadas elecciones europeas, aún sin ser tomadas en cuenta por buena parte de la población han provocado una serie de movimientos políticos dignos de nuestra atención.
A la irrupción en escena de Podemos –y el consiguiente nerviosismo mostrado por más de uno- se le suma el enfrentamiento entre UPyD y Convergència por su presencia de los primeros en el grupo parlamentario del ALDE, los liberales europeos.
Hacía ya varios años que, sin éxito, UPyD intentaba integrarse de alguna manera en las filas del ALDE. Ahora, con su resultado electoral ha sido el momento propicio para iniciar una embestida más fuerte. A su favor está el ser un partido de implantación estatal que aportaría un número de diputados al grupo parlamentario europeo que le permitiría reconsolidar su puesto como tercera fuera.
Sin embargo, el proceso de entrada de UPyD está lleno de piedras por el camino, sobretodo de carácter ideológico. Convergència Democràtica de Catalunya, partido miembro del ALDE desde hace lustros, se ha encargado de recordar que la posición del partido españolista dista mucho de defender posturas liberales en tanto pone como condición para incorporase a que el ALDE no atienda a una prerrogativa tan liberal como es el Derecho a decidir. La posición de CDC es tan clara que el vicepresidente de ALDE, el catalán Marc Guerrero, ya ha anunciado que dejará su puesto en el partido de Graham Watson si éste acepta la entrada condicionada de UPyD.
En efecto, UPyD y DCD son como agua y aceite. Sus objetivos y esencia son tan antagónicos que es de ilusos imaginar una amalgama sea al nivel que sea. A priori, uno puede pensar que ambos son en esencia muy nacionalistas pero si escudriñamos un poco vemos a las claras que son dos tipos de nacionalismos diferentes. Los convergentes plantean un nacionalismo de necesidad. Se reivindica la existencia de una cultura propia ante la amenaza de aniquilación debido a la confusión perenne de los conceptos ‘estado’ y ‘nación’. Son nacionalistas porque aspiran a no tener que serlo. En cambio, UPyD es nacionalista españolista con vocación de seguir siéndolo. A nivel popular, no se identifica a UPyD por sus propuestas económicas y sociales de carácter liberal, sino por los discursos altamente nacionalistas de la otrora socialista Rosa Díez, y por los exabruptos de Toni Cantó.
En todo caso, que UPyD se plante ante el ALDE poniendo condiciones a su entrada, y que estas condiciones pasen por humillar a un partido que ha contribuido y contribuye al bagaje político de los liberales europeos, se me antoja poco menos que una bravuconada.
Corolario: Parece más fácil una coalición entre PP y PSOE.