Si por aquí no paso…

Me gustaría agradecer la buena voluntad y predisposición de todos los que ayer hicieron posible que pudiera ejercer mi derecho a votar, sobretodo a la presidenta de la mesa y al policía que me ayudo a subir las dos rampas inaccesibles del colegio electoral.

No basta con poner unas rampas. El siguiente paso es conseguir que estas se han: adecuadas, cumplan la normativa y sobretodo no supongan un peligro para la integridad de las personas con movilidad reducida y sus acompañantes. Las barreras arquitectónicas no deben ser un obstáculo para que un ciudadano tenga que depender de la buena voluntad de otras personas para poder acceder a la urna.

Durante años el colectivo de personas con discapacidad física reivindica que se adapten todos los colegios, públicos y privados, ya que la educación es uno de los derechos de la constitución. Y aunque sea conseguido una ley de accesibilidad y diseño universal, todavía nos queda como ciudadanos (independientemente del partido que gobierne) conseguir que esta se aplique en todos los ámbitos, y de una forma correcta.

Como sociedad debemos dar un paso más para que las adaptaciones no sean provisionales o precarias. Una rampa sin la longitud, pendiente o pavimento adecuada, o sin pasamanos… puede provocar un accidente. Todos podemos en algún momento de nuestra vida necesitar esas adaptaciones, y poder ser lo más independiente posible, favorece la dignidad y la autoestima.

Cómo tantas veces explicó Matias Bosch, “el entorno no debe ser el que discapacite a las personas”.

Marina Cascales