Da la sensación que la gente se ha olvidado de ello con la pandemia, hemos vuelto con más fuerza que nunca a la cultura de “usar y tirar”. Ya hemos dejado atrás los guantes de plástico obligatorios durante la compra semanal en meses de cuarentena. Pero ahora nos queda la mascarilla, la mayoría de usar y tirar, algunas hechas de tela, pero que no se sabe si realmente son seguras. Si hacemos cálculos, una mascarilla quirúrgica dura unas cuatro horas, en una jornada de trabajo de ocho horas, ya son dos. Si esta persona luego sale a la calle por ocio, otra más. Esto va sumando y sumando, hasta que una sola persona termina usando decenas de mascarillas.
Ahora mismo nuestra prioridad es la salud de todos, pero no podemos negar que cuando esto acabe, las consecuencias a nivel medioambiental serán desastrosas. Si no ponemos freno a tiempo, ¿qué será de la salud de las próximas generaciones? ¿O no debería ser también nuestra prioridad?
Ana Crusat.