El abandono de la política anunciado este martes por Mariano Rajoy representa el último acto en la sucesión de acontecimientos que han dado un vuelco político al país en menos de una semana. La decisión ha llegado cuatro días despues de que el Congreso de los Diputados votase a favor de la moción de censura que ha supuesto el desalojo del gobierno de Rajoy y la investidura del socialista Pedro Sánchez como nuevo presidente del Gobierno.
El desconcierto en que ha quedado sumido el partido tras los vertiginosos cambios sufridos en la escena política y la histórica inacción del propio Rajoy ante crisis y problemas no hacían presagiar un anuncio como el de este martes ante el Comité Ejecutivo de la formación. En todo caso, Rajoy ha optado por no prolongar las dudas y emplazar al Partido Popular a la elección de una nueva dirección en un congreso extraordinario que se celebrará este verano.
Rajoy cierra así un periplo personal de 40 años en la vida política del país y abre un periodo de transitoriedad que concluirá cuando el próximo congreso determine un nuevo líder y una nueva dirección. Las próximas semanas serán, pues, de mucho movimiento en las filas de los populares sin que se pueda descartar la confrontación entre aquellos que aspiran a suceder al hasta ahora presidente. Será bueno el contraste de ideas pero, en este tránsito, los populares deberían evitar actitudes personalistas que dejen heridas de difícil curación. También convendría prestar más atención a las opiniones de las bases.
Con más de 800.000 afiliados y ocho millones de votos en las últimas elecciones generales, el Partido Popular es la principal formación política del país. Por ello debe de estar a la altura de la renovación que muchos ciudadanos esperan, máxime cuando en los próximos meses aún podrían conocerse nuevas sentencias sobre casos de corrupción que le comprometan. Sus nuevos dirigentes deben ser personas alejadas de toda esa maraña de corruptelas, con capacidad de diálogo y habilidad para establecer pactos que les permitan enfrentarse a un escenario político muy diferente al de las últimas décadas, cuando no había más que dos partidos que pudieran alcanzar la Presidencia del Gobierno.
La salida de Rajoy es la oportunidad para que su sucesor trace una estrategia de recuperación del espacio político, libre de hipotecas anteriores y sin la tutela de su antecesor. De sus aciertos o errores dependerá el resultado de la primera gran cita que se producirá, en poco menos de un año, con la celebración de las elecciones municipales y autonómicas. Pero hasta llegar ahí, aun queda mucho, especialmente si tenemos en cuenta la aceleración de los acontecimientos políticos que, como hemos visto, se puede producir en tan sólo unos días.