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La fatiga por la gestión de la Covid compromete la continuidad del organigrama de Salut
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La fatiga por la gestión de la Covid compromete la continuidad del organigrama de Salut

martes 03 de noviembre de 2020, 06:03h

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Las voces que, de manera cada vez más insistente, apuntan a una inminente remodelación del Govern presidido por Francina Armengol tienen en el punto de mira a los cargos políticos y técnicos de la Conselleria de Salut. El equipo liderado por Patricia Gómez constituye la estructura del Ejecutivo que en mayor medida está soportando la presión de la gestión de la Covid 19.

Desde que el 7 de febrero se confirmase el primer caso de coronavirus en Baleares, que afectaba a un ciudadano residente en Marratxí, los responsables políticos y técnicos del Ejecutivo autonómico están dirimiendo un auténtico ‘tour de force’ contra una pandemia que no admite tregua.

Dentro del organigrama general del Govern, los cargos adscritos a la Conselleria de Salut, con Patricia Gómez a la cabeza, son los que están dirimiendo un combate más directo con el virus, y los efectos y circunstancias que le rodean: seguimiento de la evolución diaria de los contagios, supervisión de los casos estrechos, presión asistencial en Atención Primaria y centros hospitalarios, dirección del centro de rastreos, exigencias del personal sanitario para garantizar los recursos operativos necesarios con vistas a preservar su seguridad y la de los pacientes…

AIRE NUEVO EN UN EQUIPO CON SIGNOS EVIDENTES DE FATIGA

Son muchos los frentes en los que la consellera de Salut y su equipo deben estar presentes permanentemente. Tras casi un año y medio de legislatura, y nueve meses de gestión de la Covid, una remodelación en la estructura de responsabilidad del departamento equivaldría a insuflar aire nuevo a un grupo de trabajo que empieza a ofrecer signos evidentes de fatiga, tanto física como mental.

Fue la directora general de Salut Pública, Maria Antònia Font, quien, con una sinceridad poco habitual en los círculos políticos, puso el dedo en la llaga, y reconoció, durante una comparecencia en comisión parlamentaria para detallar las actuaciones de su departamento en materia de gestión de la pandemia, que tanto ella como sus colaboradores más directos y el resto de personal de la Conselleria se hallan al límite de sus fuerzas frente a la dureza de una situación sin precedentes.

“Estamos agotados”, admitió Font ante los diputados de los diversos grupos parlamentarios. Sus manifestaciones merecieron la reprobación de una de estas formaciones, Ciudadanos, cuyo portavoz, Juan Manuel Gómez, reclamó la dimisión de la directora general argumentando que “una responsable que reconoce estar agotada” no puede tener en sus manos una responsabilidad tan importante como luchar contra la pandemia en Baleares.

UNA LEGISLATURA CONDICIONADA POR LA PANDEMIA

Sin embargo, críticas al margen, las palabras de Font no hicieron más que poner al descubierto la realidad de un equipo que en julio de 2019, justo después de las elecciones autonómicas, empezó una legislatura marcada por proyectos como la reforma de la salud mental, la continuidad de la estrategia de cronicidad o el avance en la puesta en marcha del futuro complejo sociosanitario Son Dureta, y que se ha visto obligado a dejar de lado, en buena parte al menos, estas actuaciones para centrarse en un único objetivo: derrotar al coronavirus e impedir que su progresión en las islas alcance tintes mayúsculos y comprometa la sostenibilidad asistencial y económica del sistema de salud.

Desde el primer momento de irrupción de la Covid, la consellera Gómez se rodeó de un equipo de su máxima confianza en la que destacan dos asesores de perfil técnico: Margalida Frontera, quien en la legislatura anterior había estado, precisamente, al frente de la dirección general de Salut Pública que ahora gestiona Maria Antònia Font, y Javier Arranz, portavoz oficial del Govern en el ámbito del seguimiento de la evolución de la pandemia en Baleares.

Tanto Frontera como Arranz, al igual, por supuesto, que Font, forman parte de la primera línea de combate contra el coronavirus. Y lo mismo puede decirse del director gerente del IbSalut, Juli Fuster, cuya responsabilidad en esta crisis sanitaria se ha multiplicado. De su departamento depende nada menos que la gestión del conjunto de la infraestructura asistencial de la sanidad pública balear, que comprende tanto Atención Primaria como los diversos centros hospitalarios, entre ellos Son Espases.

SON ESPASES, EN EL OJO DEL HURACÁN

El hospital de referencia, cuya dirección recae en Josep Pomar, otro de los grandes nombres propios de la atención a la Covid en las islas, afronta el reto de capitanear la supervisión de la pandemia y coordinar el trabajo, en todos los ámbitos, que se realiza en otros centros. Y no solo eso, sino que, además, Pomar debe asegurarse de que, más allá de la pandemia, Son Espases, como gran trasatlántico de la atención sanitaria en Baleares, continúa funcionando con relativa normalidad y las listas de espera, especialmente las quirúrgicas, no superan determinados límites.

Ante esta coyuntura, resulta evidente que la fatiga a la que aludía Maria Antònia Font durante su comparecencia en el Parlament no afecta únicamente a la directora general de Salut Pública, y aunque nada ha trascendido en cuanto al contenido de las remodelaciones que estaría proyectando la presidenta del Govern, Francina Armengol, a nadie se le escapa que algunos de estos cambios podrían tener como epicentro, precisamente, la Conselleria de Salut, y que no necesariamente deberían afectar a su titular, Patricia Gómez, sino a alguno o algunos de los componentes de su equipo más directamente comprometido con la lucha contra la pandemia en Baleares.

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