El pésimo servicio de parking del aeropuerto de Palma

Atascos en las rampas, barreras que no funcionan, ausencia de carritos para transportar el equipaje, fallos en los cajeros a la hora de realizar los pagos, cierre de plantas enteras, suciedad, señales contradictorias... El catálogos de despropósitos que reúne el aparcamiento del aeropuerto de Palma va creciendo día a día.

Sindicatos y usuarios han denunciado reiteradamente una situación que empieza a prolongarse en el tiempo y que compromete las prestaciones y la imagen de Son Sant Joan, con el riesgo añadido de que una inminente temporada baja restrinja el servicio y deteriore aún más la ya deficiente calidad de asistencia a quienes utilizan el vehículo privado -o de alquiler- para entrar o salir del aeropuerto de Palma.

El último fin de semana de septiembre resultó especialmente caótico, con el cierre de las plantas segunda, tercera y quinta, y la apresurada apertura de la sexta, que hasta entonces había estado cerrada por obras de mantenimiento. Pero esto es sólo un ejemplo de la pésima organización de Aena a la hora de ordenar un servicio que es básico en cualquier instalación de estas características. La operadora pública mantiene cerrado actualmente el aparcamiento de largas estancias -a pesar de mantener el pago a la concesionaria al 70 por ciento del contrato, según denuncian los sindicatos-, lo que, curiosamente, repercute en una mayor recaudación en las plantas de aparcamiento general, donde las estancias tienen tarifas más caras. Es decir, Aena consigue más ingresos con menos servicio.

La limpieza es otro punto débil de esta instalación, con una nueva contrata que reduce la partida a la mitad y con situaciones como la falta de desinfección de los carritos, que este fin de semana dejó desabastecidos los puntos de recogida de carros en el aparcamiento mientras Son Sant Joan registraba una afluencia inusitada de viajeros por el puente -el de España y el de Alemania-.

Aena debe mejorar urgentemente el servicio que presta en el aparcamiento de Palma y las instituciones y agentes turísticos deben presionar a la operadora estatal en este sentido. Ya que no sólo no es un servicio barato, sino que representa la primera y la última imagen que muchos visitantes se llevan de su viaje a Mallorca.

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