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Pep Guerrero o la vida a través de la óptica de un collage
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(Foto: Francisca Sampol)

Pep Guerrero o la vida a través de la óptica de un collage

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La puesta de sol vista desde la terraza del Restaurante Ca’n Toni Moreno de Es Port des Canonge dibujaba un escenario en el que se ofrecía un fantasioso espectáculo natural. Era el lugar que íbamos a utilizar para la entrevista de esta semana, invitados por Pep y Lourdes. Cerca de las 21,00 h el astro rey posaba su sábana rosada sobre el horizonte. Francisca fascinada, no paraba de pulsar su cámara fotográfica.

La voz de Lourdes irrumpía reclamándonos para ocupar mesa. Tras unos refrescos y cerveza con entrantes a base de quesos y sobrasada, aparecía una excelente paletilla de cordero al horno. Deliciosa, y acompañada de un Pago de Capellanes para acabar con un helado de pistacho que se adereza con escamas de sal de Es Trenc. Este helado elaborado por Giovanni Lasagna fue premiado en 2010 y 2014 como el mejor helado de pistacho del mundo.

La entrevista debía de comenzar…

José Guerrero Mayol, conocido artísticamente como Pep Guerrero ha trabajado casi 40 años en servicios aeroportuarios. Su padre, Salvador, militar nacido en Ferrol y su madre Isabel, dedicada a las labores de casa y nacida en Port de Sóller, fueron padres de seis hijos, entre ellos Pep que nace en el Port de Sóller 13 de enero de 1966. Ese mismo día nacía el actor Patrick Dempsey y ese mismo año, Cindy Crawford, Cecilia Bartoli, Salma Hayek, Adam Sandler, Pau Donés, Kiefer Sutherland, Sinéad O’Connor, o John Cusack, entre otros, mientras fallecían, el escultor Jacometti, el actor Montgomery Clift y el archiconocido Walt Disney. En la música triunfaban Bob Dylan con Blonde on blonde, Beach Boys con Good vibrations, Eric Clapton se presentaba con el grupo Cream, Mamas and the Papas, Donovan y The Beatles tocaban su último concierto.

Recuerdo que tenía cuatro años vivíamos en el Port de Sóller y pasaba mucho tiempo en casa de los abuelos. El abuelo ya no vivía. Eran pescadores y la abuela y una tía se ocupaban de coser las redes que estaban extendidas a lo largo de la calle. Jugábamos en la playa, cogíamos cangrejos, “pegellides” (lapas). Y en el ambiente, el sonido del tranvía era y sigue siendo imprescindible.

Cuando tenía cuatro y hasta los cinco vivimos en el centro de Palma en unas viviendas militares, cerca de la riera que cruza una parte de la ciudad.

Al cumplir cinco años destinan a su padre a una base militar en Cartagena, allí vivió hasta los diez años.

En Cartagena había un solar en frente de casa y pasábamos el día ahí, jugábamos con chapas, peonzas, canicas. La vida en la calle era muy gratificante. Solo ibas a casa a comer y a dormir.

¿Qué tal fue su etapa estudiantil?

No puedo decir que fuera buen estudiante, porque hasta 2º de BUP nunca había cogido un libro y en cambio sacaba notables y sobresalientes. Tenía mucha facilidad. En la asignatura de religión que en aquel tiempo se le daba mucha importancia, recuerdo al profesor que era cura y no sé como tenía mucha facilidad para hacerle creer mis fantasías, cuando le decía que cada noche rezaba y que en mis oraciones rogaba por la paz del mundo y que me sentía un siervo de Dios. Lo que menos me gustaba era letras y filosofía.

Llévenos de la mano a caminar por escenas de su adolescencia…

A los quince años empecé a bailar boleros y gracias a eso pude viajar y conocer muchos países de todo el planeta. Me resultaba gracioso en aquel entonces cuando algún me decía que había ido a Barcelona y yo había dado la vuelta a la tierra. Esto duró hasta que cumplí treinta y dos años.

Con 17 años me inscribí en Artes y Oficios y guardo con aprecio las enseñanzas del profesor Hipólito Fernández que también era escultor y de la profesora Carmen Escolies, recuerdo a otros, Palmer, Negre.

Había asignaturas comunes y en especialidades hice Diseño Industrial. A los 18 años me tomé muy en serio el aprendizaje y las enseñanzas me quedaron grabadas, como mezclar colores, montar un bastidor, utilizar materiales. A los 19 años presenté mi primer cuadro en Puerto de Pollensa en un concurso.

A partir de ese momento comenzaron sus exposiciones individuales y colectivas que desde entonces se suceden de manera permanente, en galerías y en ferias nacionales e internacionales.

Por supuesto en todos los rincones de Mallorca, Santander, Murcia, Cádiz, Barcelona Madrid, Ibiza, Formentera, Sevilla, Málaga, Valencia, Portugal, Miami, Paris, Bolonia, Nueva Delhi, Houston, Colonia, Glasgow, Texas, Moscú, San Francisco, Milán, Ciudad del Cabo, Roma, Londres, Chicago, Turín, Bruselas, México, Croacia, Buenos Aires, Hong Kong y en algunos de estos lugares en varias ocasiones.

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Su obra se enriquece con el paso del tiempo, a medida que la observas te das cuenta de que el rompecabezas de nuestra vida está representando por esa componenda de colores que se expande sobre cualquier superficie, sobre cualquier soporte en el que ha aplicado su ingenio. Una mesita de noche, una silla, un zapato, lámparas, sillones, abanicos, mesas, maletas, bisutería, objetos sobre los que constituye su expresividad y su lenguaje pop-chic. Sobre estos lienzos, las planicies son casuales.

Mis composiciones de collage no dejan de ser fusiones de objetos o de imágenes. Me apasiona la mezcla, disfruto con lo que hago. Me encantan las tendencias de moda y a veces pienso en que aplico variaciones de una moda de una época o de otra. Con el tiempo amplias tu lenguaje con nueva iconografía, corazones, cebras, tréboles, flores y no pongo nunca límites a la inspiración. Una imagen superpuesta, o adaptada, un papel de revista con una pintura que se intuya o se confunda.

¿Cuál es su relación con Agatha Ruiz de la Prada?

Un día me acerqué a ella para demostrarle mi admiración por sus diseños y le comenté que el corazón como objeto yo también lo utilizaba en mis piezas. Fue muy amable y quedamos en vernos otro día, pero no acudí a su invitación, pensé en lo ocupada que debía estar para atenderme a mí y a mis cositas. Otro día de manera casual nos encontramos y me reconoció y además me recordó que todavía estaba esperando la conversación que habíamos aplazado. Asistí a uno de esos eventos que dedicaba los jueves a eventos especiales en su tienda de Marques del Riscal y ahí empezó una relación profesional que hoy todavía persiste.

Surgieron varias colecciones de trabajo conjunto, bajo el nombre de Agatha + Pep expusieron en Sa Quartera de Inca, en Sa Nostra, en Ibiza, en Formentera, en Madrid, en Zaragoza y en su tienda de Nueva York. Agatha intervenía en las piezas de Pep y viceversa.

Después de 22 años se reencuentran y preparan; Agatha + Pep + 22.

Cuando a un artista se le pide que compare una pieza a otra, suele contestar que para él, todas tienen el mismo valor. Pero hay momentos inolvidables en una carrera que tienen un significado especial por diferentes connotaciones…

Sí, claro. Para mí hay un recuerdo imborrable que es la sensación de mi primera colectiva que fue en Sa Quartera de Inca, en la que presenté mi nueva técnica de collage con una instalación que simulaba la presencia de una empresa llamada Ca’n Pep. Un fabricante de zapatos atendía al público con un stand en una feria internacional.

Y una de mis últimas exposiciones individuales; “De Oriente a Occidente. De la antigüedad a nuestros días”, en el Museu Ca’n Prunera de Sóller. Por ser el lugar donde nací, por ser el décimo aniversario del museo y por el tema escogido.

Desde su perspectiva plástica Pep Guerrero realizó un viaje por la historia, interviniendo en conceptos situados en la antigua Roma o en época renacentista o en la actualidad; sobre las cerámicas que se encontraron en las ruinas de Pompeya, sobre los tapices elaborados con escenas románticas del siglo XVIII, la operación en el símbolo americano: la Estatua de la Libertad. Una alegórica reflexión sobre si desde nuestros orígenes y hasta nuestros despertares se hubiera pintado de la misma manera.

¿Y qué aficiones practica usted?

Como ya he comentado durante más de quince años he bailado boleros. También soy amante del cine, de viajar y si pudiera coleccionaría arte y empezaría comprando obra de Amparo Sard y de Susy Gómez.

Y siendo aficionado al cine ¿Qué tipo de película le agrada?

He visto en varias ocasiones Moulin Rouge y siempre me sorprende, encuentro algo nuevo que no había detectado. En la escenografía, los decorados, el vestuario, las localizaciones.

¿Qué tipo de lectura llama su atención?

Libros que me han conmovido; Crimen y castigo, La metamorfosis de Kafka y el último de Adolfo Dominguez; Juan Griego.

¿Algún plato favorito?

La cocina mallorquina al completo.

¿Qué artistas no faltan en su lista?

Miró, Mattise, Caravaggio, Amparo Sard, Susy Gómez y unos cuantos más.

Dígame algo que no le gusta…

Me lo pones fácil; No me gusta meditar.

Situaría las obras de Guerrero en el sistema del conceptualismo y por distintos motivos; por su filosofía, por su percepción empírica e intuitiva que le acerca al nominalismo y al realismo al mismo tiempo, por su no rechazo a lo abstracto aunque habrá quien piense que entramos en una contradicción, por su placer existente en dividir mientras une conceptos que se antojan antagónicos y porque una vez más, alguien es capaz de acabar con las normas, con lo propio y lo ajeno adaptado en una combinación de pinturas, papeles estampados y pieles simuladas que salpican pop, op-art, surrealismo, dadaísmo y aún con todas estas mediaciones, consigue en su catarsis lo que muchos persiguen; personalidad.

¿Es justo si definimos una parte de su obra como de un trabajo de reciclaje o de recuperación?

Sin duda, a mí eso no me ofende. Somos muchos artistas que reciclamos o recuperamos objetos. Te encuentras una silla junto a un contenedor y esa silla tiene una historia. Alguien la fabricó, alguien la compró, alguien la ha utilizado para el fin por el que fue concebida, alguien la ha tirado y a punto de ser triturada y de que su historia se acabe, un artista como yo la recoge, la restaura y la recicla, le da otra identidad, una nueva vida. Y eso también lo estoy haciendo con mobiliario nuevo, sin estrenar. Lo compro o alguien lo compra y me encargan que actúe y yo lo transformo.

Durante la cena y al margen de preguntas y respuestas sobre la biografía de Pep Guerrero, mantuvimos con todos los componentes de la mesa una larga conversación sobre otros artistas, sobre las maneras particulares de entender el arte. Alguna que otra masterclass sobre los diferentes tipos de tripas para embutir las sobrasadas y tiempos de curación, sobre la excelencia de aquella paletilla y el helado que consigue que tengas la sensación de que estás comiendo un pistacho. De cómo nos habíamos quedado boquiabiertos mirando el sol cuando parece que el mar lo engulle, de cómo ha evolucionado el mundo en estos tiempos de pandemia, como nos ha cambiado a todos. Parece que habrá cosas que nunca volverán a ser como antes.

En una de esas, le pregunté a Pep Ferragut su opinión como coleccionista y aficionado al arte sobre la obra de Pep Guerrero y la definió en una sola palabra;

…interesante.

Fue directo, simple, sin dudar un solo segundo, sin apósitos, sin necesitar algoritmos para solucionarlo. Contundente.

Aquella contestación me hizo reflexionar sobre las piezas del artista. Por unos instantes creo que cerré los ojos…

Desde las montañas bajaba un rio de múltiples colores, esmeralda, malva, canela, ámbar rojo, zafiro azul, aguamarina y cuarzo transparente, púrpura, turquesa, lima, un rio que olía a barnices, a aceites, a maderas, a recuperación, a sanación, un rio en el que sus aguas sonaban a júbilo y a reencuentro.

El personal ya apagaba las luces del restaurante situado en la parte inferior, alguien miró el reloj – se ha hecho tarde, - comentó.

Nosotros habíamos agotado todos los preceptos del día.

Decíamos adiós a la noche de Es Port de’n Canonge, agradeciendo a nuestros anfitriones, Lourdes y a Pep, su generosidad y a Pep Guerrero sus confesiones. Francisca se llevaba en su cámara, escenas de un cielo anaranjado, miel, fuego, cantalupo. Aquella tarde noche la naturaleza se había mostrado en todo su esplendor.

Texto: Xisco Barceló

Fotografías: Francisca Sampol

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