En el caso de Llucmajor, el parque está proyectado en un área que el GOB lleva unos cuatro años reclamando que sea declarada Zona de Especial Protección Para las Aves (ZEPA). Por motivos muy similares, se oponen también al proyecto de Santa Cirga, en Manacor. En ambos casos se trata de instalaciones de 50 Megavatios, lo que supone una extensión aproximada de 100 Hectáreas. Pese a que los impulsores de ambos proyectos están dispuestos a reducir las dimensiones de los parques fotovoltaicos, Ramis asegura que el problema radica en el espacio limitado de la isla: "No son lo mismo 50 hectáreas en Castilla la Mancha que en Mallorca".
Parques fotovoltaicos sí, en suelo rústico no
Por su parte, el GOB explica que existen otras soluciones menos sencillas y rápidas pero mas adecuadas para la realidad insular. En este sentido, aseguran que existen estudios que sostienen que si se cubrieran los tejados de todas las zonas industriales de Mallorca de placas soalres se conseguiría el 50% de la energía necesaria para abastecer la demanda del territorio. En este mismo sentido, hay otra investigación que asegura que cubriendo el 2% de la superficie de la isla se conseguiría el 100% de la energía necesaria. Así, Ramis pone sobre la mesa la posibilidad de reducir la presión sobre suelo rústico e instalar las placas en zonas industriales o degradadas, como sería el parque fotovoltaico de Biniatria ubicado en un antiguo vertedero de ceniza.
Ramis asegura que "en Mallorca se recurre al suelo rústico para todo; tanto si se necesita un aparcamiento para un Rent a Car como un espacio para una urbanización. Lo único que pedimos es que se destine el suelo rústico a lo que está previsto, que es el uso agrícola y no industrial". La portavoz del GOB recalca con insistencia en que si lo que se quiere es obtener un rendimiento industrial, esa actividad debe desarrollarse en suelo industrial.