Más a menudo de lo que sería recomendable nos dedicamos a hablar de lo que ignoramos completamente. Por supuesto, me pongo a mi en primer lugar como muestra. En esta ocasión, además, ya lo digo antes de empezar: no tengo ni la más remota idea de lo que planteo y me gustaría más que nunca vuestra opinión al respecto.
El presidente de la República Francesca, Emmanuel Macron, ha anunciado la reinstauración del servicio militar en Francia. Esta es la medida que, un político que se presenta como liberal y que en principio debería de enarbolar la bandera de la mínima intervención del estado, quiere implantar para, supongo, dar mayor sensación de seguridad a sus conciudadanos.
La verdad es que chirría leer esta noticia a estas alturas, y, sin embargo, a uno le recuerda todas las frases escuchadas durante la vida sobre los efectos beneficiosos de “la mili”. Y yo, aunque por edad sí que me hubiera podido tocar, la discriminación por razón de sexo me salvó del suplicio. Por que imagino que para mi eso hubiera sido en caso de no haber ejercido la objeción de conciencia.
En todo caso, a uno le hace pensar en la tan cacareada crisis de valores y falta de respeto a la autoridad (padres, maestros, agentes de seguridad…) que hoy en día se aprecia desgraciadamente en muchos jóvenes, aunque no en todos por cierto. He oído en muchas ocasiones aquello de que quien llegaba al cuartel militar con portes de “chulito” pronto había alguien -ya fuera un veterano o un superior- que se encargaba de recordarle que allí no era más que un novato y que su destino bien podría ser el de limpiar el WC con su cepillo de dientes durante unos meses.
No sé, puede que, además de una pérdida de tiempo y una ruptura en el rumbo laboral (no diré en los estudios porque era una causa de aplazamiento como sabemos), el servicio militar tuviera algún que otro efecto beneficioso que hoy echamos de menos cuando vemos ciertos especímenes en la calle, en los juzgados, o en la televisión.