Jacobo Palazón dimitió ayer. ¿De qué dimitió? De poco, porque era un contratado del ente, como otros muchos. Lo importante es que estaba en la propuesta de nueve miembros presentada en su momento por el PP al Parlament y que este no llegó a votar hace ahora cinco meses. La ley dice que si ese Consejo de Dirección no se vota, en seis meses bastará con la mayoría simple. De forma que, con mayoría simple, este 6 de marzo Palazón pasaba a ser miembro del Consejo y en ese mismo acto el Parlament lo nombraba para ocupar la dirección general, por mayoría simple. Pero Palazón se ha ido y ahora se abre un buen lío. Un lío monumental.
La ley no lo dice explícitamente pero parece ser su espíritu que son esos nueve los candidatos que se podrán votar por mayoría simple, los rechazados hace unos meses (lo contrario sería un absurdo, pero un absurdo posible en nuestra Cámara), por lo que en una interpretación generosa de la norma, debemos concluir que ocho de los candidatos a integrar el Consejo podrían seguir (una interpretación estricta podría conducirnos a pensar que lo que ha decaído es toda la propuesta). En todo caso, la ley dice que el nombramiento de cualquier otro nuevo miembro del Consejo, que se marche, dimita o se enferme, cumplirá siempre los mismos trámites: mayoría parlamentaria de dos tercios y, si no fuera así, esperar seis meses, de lo que se podría inferir que no es posible ahora proponer a cualquiera, por mayoría simple.
Ahora bien, veo que Biel Barceló ayer ya reconocía que el Govern podría ahora proponer a alguien no presentado hace seis meses y que saldrá elegido. O sea, si la oposición está de acuerdo... Lo que le falta a Barceló es votar él mismo a un dirigente del PP para la dirección, a cambio de que nunca más le recuerden cómo manejó IB3 ràdio a su antojo, convirtiéndola en una vergonzosa pocilga no profesional al servicio de su ideología.
Por lo tanto, incertidumbre y confusión, como toca.