Portada de ayer del Sunday Times: el Ministerio de Exteriores del Gobierno de Londres está preparando planes de evacuación para los miles de británicos que viven en la Europa del sur, fundamentalmente España y Portugal, ante la eventualidad de que se produzca una crisis bancaria en la zona euro. ¿Se han vuelto locos? ¿Se piensan que en caso de crisis, vamos a comer inglés al ast?
No, en realidad hay un punto de contacto entre este plan y la lógica, aunque no lo parezca: temen que el sistema bancario europeo pueda caer y que, durante un tiempo, los británicos que residen en Europa del Sur no tengan acceso a sus cuentas corrientes ni a su dinero en libras. O sea, que los cajeros dejen de darles su suministro de recursos para vivir. Y esto es más verosímil: en estas crisis nunca se sabe dónde se pueden romper las cadenas, pero es previsible que hubiera un aislamiento en algún país.
Fitch, una de las agencias de ratings, dijo el viernes por la noche que evitar la quiebra del sistema bancario europeo ya no está al alcance de los gestores, que ya se ha superado el punto de no retorno y que ahora sólo nos queda sufrir una crisis, en un momento dado durante 2012.
Los datos asustan, no queremos verlos, pero están ahí. Ojalá fueran exageraciones. Ojalá. Pero perfectamente podemos estar en la antesala de la verdadera crisis. Entonces, nos espera mucho dolor para el futuro. Muchísimo. Eso que algunos escriben de que España podría llegar al 27 por ciento de paro, una locura, podría ser verdad. Terrible.