Ustedes verán, a mí me da igual la política. Basta escuchar a uno para casi haberlos escuchado a todos. Pero ocasionalmente recibimos sorpresas que nos hacen salir del sopor. Vean esto: ayer se reunieron en Bruselas los 'mandamases' del Banco Europeo de Inversiones. Ustedes ya se imaginan de qué hablamos: sueldazos, coches oficiales, cumbres, y tal vez también hacen algo, pero no mucho que no hay dinero sobrante. Pues estos líderes se reunieron para elegir a su presidente. Había dos candidatos: un hombre, Werner Hoyer, de quien no tengo la menor referencia y sigo sin tenerla; y una mujer, Magdalena Álvarez, Maleni, la célebre ministra de Fomento cuyo nivel era tan bajo que sólo la superó Aído y Leyre.
Hasta ahí, nada nuevo. Tampoco nos tiene que sorprender que el elegido sea el alemán. Basta escuchar un minuto a Maleni para comprender por qué los 27 prefirieron al teutón. La sorpresa estuvo en que nadie votó por Maleni, ni siquiera España que era el país que la había propuesto. Qué fina la venganza de Elena Salgado contra la que fuera compañera de Consejo de Ministros. Pero qué elegancia, qué refinamiento. El enfado de Maleni se debe sentir hasta enla China.