Baleares no recibirá hasta el martes las dosis de vacunas que el Ministerio de Sanidad tiene desde el pasado jueves y que ya se comenzaron a repartir entre el resto de comunidades autónomas. Las Islas quedan relegadas por un problema logístico que no tiene cabida en el panorama de emergencia sanitaria en que nos encontramos. El ritmo de vacunación del primer trimestre del año ha estado muy lejos de los objetivos marcados al inicio del proceso de inoculación, también en Baleares. Por ello, un nuevo retraso en la administración de vacunas puede llevar a las Islas a una situación extremadamente crítica.
Una vez más vuelven a constatarse dos cosas: primero, que la insularidad sigue siendo una barrera insalvable para que Baleares pueda desenvolverse en igualdad de oportunidades que el resto del país y, segundo, que el Gobierno central aplica una absoluta desidia a la hora de compensar esta situación. Como resultado, Baleares queda discriminada respecto al resto de autonomías en un contexto en el que, precisamente, las Islas requerirían una mayor atención por el tremendo impacto de la crisis en esta comunidad.
No se consiguió que Madrid destinara, proporcionalmente, más dosis de vacunas a Baleares, reclamadas desde aquí por ser la región donde la crisis había castigado con mayor dureza al tejido económico, y tal como demandaron la sociedad civil y el propio Parlament de Illes Balears. El Gobierno de Sánchez no sólo no atendió esta petición, sino que vuelve a marginar a Baleares con una decisión que no puede tener su justificación por el hecho de que estos sean días de vacaciones. El ejecutivo central debería movilizar todos sus recursos para que las vacunas lleguen a las Islas lo antes posible sin tener que esperar a que acabe la Semana Santa; medios hay, como el propio Ejército, que tiene equipos y capacidad logística para realizarlo.
Si no se hace sólo es atribuible al desinterés de Madrid por el futuro de las Islas. El segundo trimestre del año comienza con niveles de vacunación muy diferentes de los previstos, un ritmo que, de no acelerarse, hará imposible llegar al verano con una parte significativa de la población inmunizada, lo que en Baleares significa arriesgarse a perder otra temporada turística. El Gobierno central debe impedir que tal descalabro se produzca, al menos tratando a las Islas como al resto de comunidades.