Hace un par de días iba paseando con mi pareja de la mano cuando un hombre nos gritó “maricones”, imagino que con la intención de recordarnos nuestra condición sexual, no sea cosa que se nos hubiera olvidado. Esto no es más que otro de los cientos que las personas del colectivo LGTBI sufrimos a diario, y quede claro que nos denominamos colectivo, no para aislarnos del resto del mundo, sino para protegernos entre nosotros.
Porque parte de la sociedad piensa que ahora estamos muy bien y que no hay ninguna necesidad de aclarar con quién nos acostamos, como si ser gay se redujera a quien nos metemos en la cama. No. Ser gay es tener que aguantar el comentario de “pues no se te nota”, como si tener pluma fuera el peor de los pecados y lo que te están diciendo el mejor de los piropos. Es tener que escuchar “yo prefiero un hijo gay que un hijo drogadicto” como si la primera opción fuese menos desgracia que la segunda. Es tener que mirar a los lados antes de besar a tu pareja en la calle para evitar crear una situación incómoda.
Porque, aunque muchos de ustedes lo desconozcan, todas estas cosas forman parte de nuestro día a día. Respeto, tolerancia y educación. Eso es lo único que pedimos. Y el día que lo recibamos, ese día, al fin podremos decir que sí estamos tan bien.
Abraham Pérez Coronado.