Según ha relatado, los abusos comenzaron hace diez años, cuando él tenía 19 años y su sobrina 10. Los abusos empezaron con besos y tocamientos, y posteriormente con relaciones sexuales completas de forma continuada.
El acusado ha insistido en que él mismo quiso confesar los hechos tiempo después, cuando le puso "nombre a lo que había hecho": "Yo quería ir a declararme culpable y mis padres me convencieron de que fuera antes a un psicólogo".
Tras acudir a un profesional del servicio de violencia de género, este llamó a la Policía y, acompañado de la facultativa, acudió para "contarlo todo". "No podía seguir como estaba, había hecho mucho daño", ha relatado al recordarlo.
Desde entonces, se ha estado sometiendo a tratamientos especializados para "entender cómo había podido estar tanto tiempo tan ciego".
El joven ratificó posteriormente aquella confesión a la Policía ante un juez, y ahora ha vuelto a hacerlo ante los magistrados de la Audiencia.
La Fiscalía y el abogado de la víctima han rebajado su petición de 17 a siete años de cárcel, reconociendo varias atenuantes. El joven ha consignado la mitad de una indemnización de 30.000 euros: "La cantidad que he podido", ha dicho.
Además de la pena de cárcel, las acusaciones han planteado una medida de libertad vigilada durante siete años, la prohibición para trabajar con menores y una orden de alejamiento en favor de la víctima por 12 años.