La imagen habla por sí sola. El coche, después de salirse de la vía e invadir la acera, quedó casi en equilibrio entre tierra y vacío, aunque por suerte no acabó cayendo, ya que hubiera supuesto una tragedia, ya que habría sufrido una caída de unos cinco metros de altura.
El centro de Mahón se despertaba con la imagen de una balustrada totalmente destrozada por el impacto del vehículo. Sin embargo, esta sirvió para atajar el golpe del vehículo y que no saliera disparado.