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Nuria Bosch o o la visión natural de la luz

Xisco Barceló | Sábado 02 de abril de 2022

Nos desplazamos hasta la tierra que vio nacer al Apóstol de California, Fray Junípero Serra. Es tanta la devoción en el pueblo de Petra que en la entrada de la mayoría de casas hay un elemento cerámico que recuerda al misionero y explorador. Pero el motivo que nos llevaba a Francisca y a mí, hasta allí era la visita a una joven mujer que además de dedicarse a las artes plásticas como artista, es también profesora de dibujo y pintura.



Vive a pocos metros de las plazas que definen el ambiente del centro de la localidad, y nos esperaba para aconsejarnos donde aparcar…

Como en casi todos los lugares se hace complicado encontrar un espacio para dejar el coche, he estado pendiente de vuestra llegada y habrá que ir una calle más abajo. Os acompañaré y aparcaremos sin problema.

Así fue y se lo agradecimos, encontramos sitio fácil y cercano. Tan pronto entramos en la casa notamos el calor acogedor que proporcionaba la chimenea en el centro de la sala. Nos quitamos los abrigos y allí empezaría la entrevista, hablando de su familia…

Mi madre, María Esperanza natural de Palma, fue funcionaría, mi padre Pau natural de Palma, fue maestro de taller de ferrocarriles y tuvieron dos hijas, mi hermana Silvia y yo.

Nuria Bosch Mercader, nace en Palma el 18 de agosto de 1983, el mismo año en que en el Hospital de Bellvitge se realizaba el primer trasplante de hígado en España, el equipo Pasteur descubría un nuevo retrovirus, el virus causante del SIDA, se aprobaba el Estatuto de Autonomía de Baleares, el gobierno de Felipe González nacionalizaba la empresa Rumasa, se lanzaba al mercado el primer CD, Nintendo estrenaba su videojuego Mario Bros, el 18 de agosto la costa de Texas era zotada por el huracán Alicia, se inauguraba el canal Televisió de Catalunya (TV3), entraba en vigor la ley laboral que establecería las 40 horas semanales de trabajo y 30 días de vacaciones anuales, en julio en la Base Vostok de la Antártida se registraba la temperatura más baja en la historia de la tierra -89,2 grados C, en septiembre el mundo estuvo a escasos minutos de vivir una guerra nuclear a causa de un error en un satélite, se denominó; Incidente del Equinoccio de Otoño y el teniente soviético Stanislav Petrov fue quién evitó el desastre, España se clasificaba para la Eurocopa 1984 al vencer 12 goles a 1 a Malta, nacían Amy Winehouse, Chris Hemsworth, se estrenaban; El retorno del jedi, La fuerza del cariño que ganaría el Óscar a mejor película y Gandhi que conseguiría ocho estatuillas, en televisión era el tiempo de Fama, Los pitufos, Anillos de oro, Retorno a Brideshead, Erase una vez… el espacio. En el Parque Joan Miró se colocaba; Dona i ocell la última escultura elaborada por el artista catalán, poco después fallecería.

Le pregunté a Nuria por su infancia y comenzó a describirla…

Me sentía especialmente feliz los sábados que nos reuníamos con la familia de mi padre, en una casa en el bosque situada en el barrio de Establiments y los veranos cuando alquilaban una casa en Sa Rapita y ahí con mi hermana íbamos a comprar el pan, luego a la playa en bicicleta, sentíamos la libertad y la tranquilidad de aquel paraíso cerca del mar. Mis padres siempre tenían actividades en marcha, bailes y fiestas de pueblo y sobre todo excursiones por rincones de Mallorca. Tendría siete u ocho años y era la primera vez que mi padre me colocaba un arnés para hacer escalada en la montaña, lo memorizo con cariño.

Cuéntenos algunos detalles de su etapa como estudiante.

Todo lo que estaba fuera de las manualidades, formaba parte de una segunda atención y aún así aprobaba, pero yo era de plastilina, de taller, de barro, de hacer cosas con las manos, me presentaba a concursos para diseñar carteles, trabajos extraescolares, cerámica, dibujo. Esa era mi prioridad y mi ilusión.

Fui algún tiempo a clases de dibujo y pintura con Ernest Forteza pero de los doce hasta los diecisiete fui a clases con Malena Tous y aprendí mucho, además de un ambiente formidable que ella siempre procuró con los alumnos. Creó un grupo de amigos que aún hoy día seguimos viéndonos. Malena nos dio una base imprescindible para saber usar los materiales, el carboncillo, el óleo, en manejar el pincel y la libertad para que cada uno tuviera una personalidad. Para mí, es inolvidable. Posteriormente también asistí a clases en la Escuela de Pascual de Cabo.

¿En la adolescencia continuaba pensando lo mismo?... me mira antes de contestar, y le pasa algo por la cabeza que la hace sonreír.

De adolescente… la adrenalina de la edad, las ganas de salir a disfrutarcon las amigas, las diferencias de opinión con mamá, las negociaciones por el horario, por los sitios a frecuentar, cuidado si vais allí o allá. En fin, cosas frecuentes entre madres e hijas.

Continuó su formación estudiando Bellas Artes en la Universidad de Barcelona.

Sí, a los dieciocho años con la ayuda económica y moral de mis padres. Fue muy importante descubrir aquella Barcelona y sus gentes, el trato, la fácil adaptación, aunque iba con la intención de mejorar en el estilo de pintura clásica y me sentí algo decepcionada porque el vanguardismo imperaba sobre las demás disciplinas. No así, con el dibujo al natural.

En uno de los últimos cursos marché a Guadalajara, Méjico, asumiendo un intercambio y después de ese periodo, regresé a Barcelona para acabar los estudios, trabajé en un bar del barrio de Sants que me ayudaría a pagar el alquiler de un piso compartido con otras estudiantes. A los veinticinco finalicé la carrera y obtuve la licenciatura.

Veintiséis años y regresa a Mallorca, cargada de dudas…

No sabía cómo organizarme y para no estar parada acepté una oferta de empleo en un chiringuito, despachando en la piscina municipal de la localidad de Puigpunyent. Soy muy disciplinada y nunca dejé de pintar, al mismo tiempo que trabajaba. Viví en un espacio adaptado a una casa que me proporcionó una amiga. Más adelante, estuve atendiendo en un bar de copas con quien es mi marido. Cuando tenía treinta y un años y nació mi primer hijo, Ignasi, me planteo que debo dedicarme a la pintura que era para lo que había estudiado y sacrificado unos años de mi vida.

Deja la hostelería ¿Y qué ocurre?

Empecé a pintar paisajes y al poco tiempo me propusieron una exposición individual en Las Ramblas de Palma, en la Nit de l’Art. Aprecié la enorme acogida y difusión que tuvo aquella muestra. Me surgió la posibilidad de coger la Escuela de Pascual de Cabo, para dar clases y en eso aún continuo, tengo entre quince y veinte alumnos más bien adultos, a los que doy clases dos veces a la semana.

Hubo una época en que pintó faros, interpretándolos con una atmósfera tan peculiar que evidenciaba quien era la autora…

A mí desde siempre me ha entusiasmado la figura humana marcada por una tendencia expresionista y cuando comencé a pintar paisajes me di cuenta de que necesitaba tener una referencia y en los faros encontré ese equilibrio. Me atraía ese edificio solitario del que se han contado y escrito tantas leyendas.

Pasó y se quedó parado, pensativo, hizo unos pasos atrás y la aureola envolvía una figura humana. No había mar pero sintió el rugido de las olas que embestían lentamente a aquel faro que encañonaba su foco sobre las aguas del océano y cuando pasaba por encima del reflejo plateado de la luna, se mezclaban los colores de las luces, parecía que cuchicheasen. El faro seguía girando, el agua se filtraba entre las piedras del rompeolas, el movimiento salpicaba el olor a salitre. Entonces ella dejó de pintar y se adentró en la noche. Él despertó y corrió hacía la ventana, el mar estaba en calma.

Todavía hay gente que hace referencia a esos faros. Son etapas necesarias que debemos cubrir.

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A pesar de que la mayoría de sus exposiciones individuales y colectivas, las ha llevado a cabo en casi la totalidad de Mallorca, su tierra natal, también lo ha hecho en distintas ocasiones en Méjico y en Marruecos, en Barcelona, Tánger, Estocolmo, entre otros lugares.

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¿Qué le aporta a usted enseñar a pintar a otras personas?

Disfruto de hacerlo. Al principio le tenía pánico, pero al ver los progresos de los alumnos me siento muy satisfecha. Intento tener afinidad con ellos, aunque no ser influyente y entender su evolución, dejando el espacio de libertad que como profesora considero que se precisa.

¿Cómo se mantiene al día de la actualidad artística?

Suelo estarlo a través de las redes sociales, procuro informarme sobre los nuevos y constantes movimientos. Continuamente leo cualquier cosa relacionada con el arte y siempre que puedo asisto a exposiciones.

¿Qué tipo de artistas le conmueven?

Muchos y variados. Desde Pascual de Cabo, por quien siento aprecio y admiración, Golucho que juntamente con Irene Cuadrado estuvieron en la escuela para impartir un cursillo especial de tres días de duración, destacando principalmente el uso de la luz. Golucho quien decía que: el que no ve la belleza la destruirá sin haber sabido lo que es. Jenny Saville, conocida por sus obras monumentales de desnudos femeninos. Monet por su indiscutible aportación al impresionismo, Antonio López por su metodología minuciosa y José Luis Ceñá por su especial plasticidad en representar historias cotidianas, Lucian Freud por la magnífica ejecución en cada pieza.

Otro de los momentos más bellos de su vida es cuando cumple los treinta y cinco nace su segundo hijo, Lluc. La familia aumenta, pero en casa saben organizarse y Nuria continuará dedicándose a seguir investigando en la pintura.

Justo en esos momentos en la escalera apareció su marido que es sanitario y por lo visto había cubierto turno de noche en el hospital. Iba a recoger a los peques que en un ratito saldrían del cole. Saludo amablemente, se preparo un café y marchó apresurado.

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En la actualidad, Nuria está acabando una colección de rostros que espera presentar en un futuro. Realizados al óleo y con la técnica del empasto, la parte superior de la composición es más académica, la inferior queda en el limbo entre la figuración y el expresionismo.

Algunos conocidos, otros menos, pero la intención es mostrar un trabajo que refleje la visión de la artista sobre la expresión con la que identifico a esas personas. Tras una breve sesión de fotografía, me encierro en el estudio y elaboro una exhaustiva labor de precisión visual. Son retratos de gran formato que representan mujeres y hombres relevantes, en el ámbito social, cultural deportivo o empresarial de la Comunidad Balear.

En el estudio había obras esparcidas, caballetes, pinceles, botes de pintura, paletas y por la ventana entraba una especie de llama incandescente que ejercía de vigilante. La luz iluminaba unos rostros que expresaban vehemencia. Aquellas caras describían la legitimidad y el misterio que la artista pudo percibir de la energía de cada una de sus almas y así lo dejó plasmado en el testamento de sus lienzos.

Los he pintado en un estilo realista impresionista, con pinceladas gruesas. Mi intención en este trabajo es seguir experimentando y creciendo en esa búsqueda de inquietudes apasionadas y de intensas emociones. Me entusiasma leer el interior de esas caras a través de sus ojos y sí es verdad que una parte podría definirse como relevante y otra como misteriosa.

Una vez terminada la charla, Nuria nos había preparado un ágape de embutidos y quesos y lo acompañó de un excelente tinto de la localidad. Después nos dirigimos a uno de los bares típicos del pueblo y nos sentamos para tomar café. Mientras Francisca captaba algunas fotografías, pude comprobar la gran afición al ciclismo. Un incesante ir y venir de turistas enfrascados en sus maillots, culotes, gafas, guantes, cascos y zapatillas especiales.

Y así, con una panorámica en la que abundaban las bicicletas, concluiría nuestra jornada.

Para más información: www.nuriabosch.es

Texto: Xisco Barceló

Fotografías: Francisca Sampol

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