Era una mañana soleada cuando salíamos de Palma para dirigirnos al estudio del artista Ricardo Sacco. Un antiguo almacén rural que él, ha adaptado a su gusto y decorado con obra propia y con antigüedades.
Al aparcar coincidíamos con el paso del tranvía que hace el trayecto de Sóller al Port de Sóller. En un cartel exterior junto a la puerta de entrada, reza el nombre de “Ca’n Porret”. Entramos sin llamar…
¡Estoy en la trastienda! - pasad, como si estuvierais en vuestra casa. Bienvenidos.
Humberto Ricardo Sacco Castelluccio nació en Buenos Aires, el 19 de junio de 1950, el mismo año en el que se celebraba el mundial de Brasil y la final se conocería por el Maracanazo con Uruguay como campeón, en la Unión Soviética se restablecía la pena de muerte, en Argentina se realizaba un censo de analfabetos en todo el país, en España se fundaba la empresa de coches SEAT, se celebraba el primer Gran Premio de la historia de la Fórmula 1, se reconocía el derecho a vivir en Israel a todos los judíos, se firma la Convención Europea de los Derechos Humanos, se presenta la compañía aérea Aerolíneas Argentinas, la Madre Teresa funda la asociación; Las Misioneras de de La Caridad en Calcuta, nacen Camarón de la Isla, Stevie Wonder, Mark Spitz, Mónica Galán, Vicente del Bosque, Luis Alberto Spinetta, se editaba el Canto General de Pablo Neruda, se lanzaba la primera computadora comercial; la UNIVAC I.
Su padre, José Antonio constructor y artista, natural de Buenos Aires y su madre María Teresa nació en la ciudad de Dolores, Buenos Aires, ama de casa. Tiene un hermano mayor, Rubén José.
Sus abuelos paternos, José, Escultor y María Teresa, ama de casa y abuelos maternos, Giuseppe, carpintero y María, ama de casa, todos de origen Italiano.
Hagamos un repaso… ¿Qué guarda en la memoria de su etapa infantil?
Mis primeros recuerdos vuelan hacía Buenos Aires a aquellas noches húmedas de calor del verano, “a la fresca” como decís en Mallorca, los vecinos sentados a la puerta de la casa y los niños jugando hasta bien entrada la noche. Pero aquel clima de la capital agobiaba a mi padre y cuando cumplí cinco años, mis papas compraron un terreno en Mar del Plata para construir una casa propia. Aquello era un templo para mi hermano y para mí. Los fines de semana acudían los amigos y nos pasábamos el día en el campo. Hacíamos hornitos de barro del lugar y lo cocíamos, jugábamos al fútbol, pero de repente un sonido lo paralizaba todo. El silbido de mi padre convocándonos para comer, para él eso era sagrado, incluso invitaba a mis amigos a reunirse cono nosotros a la mesa.
A la localidad de Mar del Plata, se la conoce también como la Ciudad Feliz y está ubicada en el sudeste de la provincia de Buenos Aires, sobre la costa del mar argentino.
Ricardo, estudia en Mar del Plata, en la Escuela primaria General Manuel Belgrano, (autor de la bandera de Argentina)…
Allí tuve a una maestra que era una persona encantadora con los niños, Hilma Robles. Ella le dijo a mi madre que yo iba a ser artista. Escribía notas y las adjuntaba en mi cuaderno, iban dirigidas a mi madre para comentarle sobre mis dibujos. A los alumnos nos quería como si fuéramos hijos suyos, ¡eso significo tanto para mí Yo era un buen estudiante y guardo el Boletín con notas que indican mis sobresalientes. Yo era feliz en el colegio. Recuerdo que la profe ayudaba con su positivismo, por la mañana al llegar decía; hoy es un día soleado o es un día lluvioso o nos daba ideas para comenzar la mañana con un dibujo. Aun se me pone la piel de gallina al pensar en lo afectuosa que era esa mujer.
Continúa hasta los once años y luego se inscribe en la escuela Superior de Artes y Oficios en Mar del Plata, hasta que cumple los dieciocho.
Era una aventura los primeros años ir cargado con el tablero y la regla para dibujar, en bici o en autobús se hacía incómodo. Por suerte unos años después cada alumno tenía el material propio en la escuela.
Al acabar los estudios, le contrata la empresa Arte luminoso para que se encargue del diseño gráfico realizando bocetos y plantillas para logos de empresas, hasta que cumplió los veintiún años…
Posteriormente llegué a un acuerdo con la compañía para poder trabajar en casa y además de más efectividad, compartía con otros proyectos. Era una empresa que contrataba publicidad internacional y con el tiempo me encargué del departamento creativo.
¿Cómo supera el periodo de la adolescencia?
Era un pibe con pelo largo, el pensamiento de vivir a tope cada momento, cientos de proyectos, ganas de viajar. Quise venir a Europa con tres amigos pero aquella vez, el intento fracasó.
A los veintidós años ingresa en la Facultad de Arquitectura…
Mi padre que era muy previsor, decía; el título habla por ti. Pasé cuatro años en la Facultad, al tiempo que trabajaba.
Monta su primer taller de arte y lo nombra, Antica.
Entre los veintisiete y los veintiocho años estaba convencido de que quería ser artista y elaboraba esculturas y cerámicas con mi propio horno y hacía desarrollos técnicos. En aquella época participé en el monumento a San Salvador patrono de los pescadores, junto al escultor mendocino Emilio Manescau. Era una intervención de 25 metros en la Escollera Sur del puerto que dispone de unos tres kilómetros.
Expuso en el Consulado de Italia y en dos entidades bancarias que estaban en auge, obteniendo un prestigioso primer premio como reconocimiento, también trabajó para mostrar sus obras en una colectiva con el ceramista Manuel Castiblanco.
Crea un taller de arte que usa para encuentros de artistas, pintores, escultores y ceramistas. Expone en Uruguay y en Miramar, Buenos Aires, durante tres temporadas repite y con mucho éxito, tanto, que le motiva a montar su propio taller escuela. Reconocido por su prestigio a nivel nacional, le invitan a participar en las grandes ferias y muestras del país.
Surgieron una serie de trabajos para la élite porteña gracias a mi muestra en la feria de anticuarios y decoradores en el lujoso Alvear Palace Hotel de Buenos Aires.
Allí, me encargaron unas piezas para la Embajada de Francia con motivo del bicentenario de la independencia de dicho país. Debía de desarrollar unas piezas con la antigua técnica francesa “poterie”. Quedaron tan contentos que en agradecimiento a mi trabajo y por mi compromiso artístico, el gobierno francés me concedió una beca en Francia.
Posteriormente decora la casa del argentino, autor y compositor de tangos, Mariano Mores. Músico, pianista, director de orquesta de tango, autor de temas famosos como; Adiós pampa mía, Uno, Cafetín de Buenos Aires, entre otros. Sería elegido por votación popular en el año 2000, como “Mejor compositor de tango del siglo”.
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A los treinta y un años, casado y con tres hijos se va a vivir a la Patagonia Argentina y monta un estudio en una antigua estación de tren. Presenta una exposición y logra el premio nacional de escultura con repercusión en todo el país, una obra realizada en cemento que tituló “Campesina”.
Puse en marcha una galería de arte y colaboré en la restauración para la nueva apertura del hotel Llao Llao. Expuse en el hotel y ahí conocí a quien en aquel entonces era el rey de España, Juan Carlos de Borbón que vino a saludarnos y nos tendió la mano rompiendo todo protocolo previsto. Más tarde, vi también a otros presidentes de estado y a Fidel Castro en el Hotel Presidente que también se acercó a saludar y los miembros de seguridad se alteraron y le rodearon, aislándonos por completo.
Era octubre de 1995 donde coincidió con la V Cumbre Iberoamericana a la que asistieron jefes de Estado y de Gobierno, celebrada en la sala Bustillo del hotel Llao Llao, en Bariloche que se ha convertido en el destino con más visitas de la Patagonia.
Posteriormente en este hotel me convocaron durante dos años seguidos para tener una exposición permanente de mis cerámicas.
Se siente tan identificado con la ciudad andina ubicada en el parque nacional Nahuel Huapi, que se percibe en sus creaciones integradas en la ecología del lugar, grandes murales, diseño y restauración de muebles antiguos y se ve influenciado por la arquitectura patagónica construyendo cabañas con pinos y arrayanes sureños.
También en Bariloche trabajé en la restauración de la estancia de Carlo y Luciano Benneton situada en el paraje Santa Rosa-Leleque. Dentro de esa estancia poseen el Museo Leleque que muestra todo tipo de elementos que hacen referencia a los orígenes y a la historia de la Patagonia.
Los hermanos Benetton, propietarios de la Compañía de Tierras del Sud Argentino, tienen más de 900.000 hectáreas de tierras en la Patagonia argentina, donde producen parte de la lana que utilizan para la elaboración de sus prendas.
También participé en la restauración y en la reconstrucción de los vitrales de la Catedral de San Carlos de Bariloche.
Habité hasta los 40 años y me fui a Cariló cerca de Villa Gessell para dedicarme a construir cabañas de tronco y piedra por encargo, en la costa Atlántica. Me fabriqué una casa de té llamada la Fundación y que después convertí en restaurante. Monté una micro cervecería para poder servir cerveza artesana y permanecí hasta cumplir cuarenta y seis años. Fue un tiempo maravilloso, por los amigos que hice y que aún siguen siendo.
Francisca nos sugiere un cambio de ubicación y por unos minutos paramos la entrevista y Ricardo aprovecha para mostrarme álbumes de fotos y recortes de periódico. Memorias de una intensa carrera profesional. El click cerca del oído me advierte del reinicio de la faena. Continuamos con un repaso más o menos cronológico…
A los cuarenta y siete años, visito Europa, concretamente Marbella para un proyecto que surge a través de un artista amigo y que al reunirme con el representante político de cultura de turno, no se pudo materializar. Viendo el panorama decidí viajar en busca de mis orígenes. Marché a Noepoli, un municipio de Potenza en Basilicata y me encontré con algunos de mis lejanos parientes que la abuela nombraba. En mi estancia restauré un Cristo medieval en un agroturismo lo que me supuso una amplia repercusión en los medios de comunicación italianos.
Nos muestra algunos de los recortes de la prensa italiana donde se hace eco de que el famoso escultor Ricardo Sacco, regresa a sus orígenes. Indican que el restaurador de la Villa de Jane Fonda y de la del magnate de la CNN, Ted Turner y de la residencia de los hermanos Benneton en la Patagonia, está de visita en Italia, en busca de sus raíces.
Tras ese reencuentro con mis familiares marché a Lyon y fue cuando conocí a Natalia la madre de mis dos hijos pequeños.
Expuse en Holanda, en Bélgica y a los cincuenta años vengo a Sóller y monto la Galería Joanet con Natalia y me quedo aquí definitivamente.
Un periodo decisivo. Expone en Bélgica, Hong Kong, Amsterdam, Suecia, Chile, Brasil, Argentina, Uruguay, Italia, Nueva York.
Desde hace mucho tiempo, vivo en la Huerta de Sóller donde encontré mi lugar en el mundo. Me convenció por su tranquilidad, por la diferencia con cualquier otro espacio, por la magia, por la inspiración incomparable que recibo, siento que no me pasa el tiempo en mi trinchera, en mi taller estudio Ca’n Porret, no me bastan las horas del día para hacer todo lo que querría, siempre tengo planes en marcha.
De sus aficiones sabemos que le gusta coleccionar coches clásicos, cocinar una de sus comidas preferidas si pudiera, el cordero de la Patagonia en el restaurante La Fundación y con la cerveza que elaboraba. Uno de sus libros preferidos; Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sabato y una de sus películas; Los puentes de Madison
Por cierto, aquí en Sóller hice el intento de fabricar una cerveza artesana con unos socios y que llegó a denominarse; “La Hermita”, pero la cosa no salió bien. Fue una lástima. Mi última colaboración con el pueblo es en un proyecto que se ha denominado; Teatre a la Terra. Un auditorio construido con balas de paja, que servirá para celebrar eventos culturales.
Ricardo Sacco es un ser erudito que se alía con la naturaleza, a veces toma forma de tierra, posee el prudente don de disfrazarse de elemento para pasar desapercibido, de guardar silencio en el momento oportuno.
Bajo su sombrero que es una parte intrínseca de su carácter, denoto la emoción en su mirada cuando me cuenta que aquel lejano adolescente que descubrió la necesidad de crear, de visionar nuevos horizontes, continúa en su interior, con enorme ilusión y curiosamente cada día que pasa, con más apego por su profesión.
Y debe de ser así porque su inspiración multiplica sus proyectos. En su taller laboratorio, cada día hay controles, experimentos, exámenes, de escultura en hierro, en madera, de dibujo, de cerámica, de diseños…
¿Viaja con frecuencia a Argentina?
Claro, lo hago cada año, pero la pandemia nos ha roto el ritmo. Marcho a ver a mis hijos argentinos que residen allí; Juan Manuel, Leonardo Antonio y Matías Facundo. Mis otros dos hijos; Luciano Joaquín y María Celeste nacieron en Sóller.
Una pinza gigante en madera llama mi atención. Supongo tantas posibles explicaciones. A su alrededor, instrumental, aparejos, clavos que sujetan piezas dividas, escaleras que van y vienen del alma, o quizá él ¿quiere que yo absorba otro mensaje? no le preguntaré, porque la metáfora perdería el encanto del desconocimiento, del misterio que me obliga a seguir pensando. Quizá esa es la tarea del creador, dejar al espectador solo para que intuya, para que vislumbre, para que imagine y esa misión la cumple este artista que guarda la transparencia solo para el agua.
Acabamos la entrevista tomando unas cervezas a la temperatura adecuada, sentados en la terraza del Restaurant Es recó de’s Port en el Port de Sóller invitados por Ricardo y aconsejados por Peter el propietario, un francés de Toulouse, aficionado al rugby y a comer pescadito por restaurantes de Málaga. Espléndido servicio y trato del personal y una cocina a la altura de la ocasión.
Como otras veces, me alegré de la visita a Ricardo y de descubrir sus conversaciones y su aprecio por mi querido amigo Tito López que nos dejó semanas atrás. Los dos, le tendremos siempre en el corazón.
Francisca y yo, hemos cubierto un capítulo más para nuestra colección.
Textos. Xisco Barceló
Fotografías: Francisca Sampol
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