El Ejecutivo balear ha tomado la decisión en base a la preocupante evolución del coronavirus en la isla: 260 casos por cada 100.000 habitantes, mientras que hace una semana era de 223.
La medida estará vigente hasta el 21 de diciembre, día en el que se revisará la necesidad de prorrogarla o no.
Una de las principales consecuencias del adelanto del toque de queda es el cierre de bares y restaurantes a la misma hora con el consecuente perjuicio económico. De momemnto, el Consell de Govern ha aprobado ayudas valoradas en cinco millones de euros para que los establecimientos instalen los aparatos de control del aire.
La presidenta niega que los negocios de restauración sean los responsables de la escalada de contagios pero sí ha pedido abiertamente a los hosteleros que se impliquen más a la hora de supervisar el comportamiento de los usuarios. "Hay que controlar a los clientes", ha afirmado.
"No es posible que todo el mundo esté todo el tiempo sin mascarilla", ha subrayado Armengol, que ha apelado también a la responsabilidad individual de una ciudadanía que, ha admitido, está cansada de la limitación de sus libertades tras diez meses de pandemia.
De toda Mallorca, las zonas que más preocupan en estos momentos son Sóller, Lloseta y Muro. En estos tres municipios Salut ha decidido ordenar el cierre del interior de bares, restaurantes y cafeterías.
La incidencia acumulada en Lloseta es de 601 casos por 100.000 habitantes en 14 días y 334 en una semana; de 437 en 14 días y 189 en 7 en Sóller, y de 240 en 14 días y 197 en 7 en Muro.
En todos estos municipios se llevará a cabo, como se ha hecho en Sa Pobla, una campaña de cribaje con test de antígenos, medida que también se está planteando ejecutar en Alaior por el aumento alarmante de la incidencia.
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