Según el ministro austríaco de Interior, Karl Nehammer, existen “claros indicios” de que los presuntos autores de los disparos, que han acabado con la vida de tres personas, entre ellos un agente de la policía, mantienen fuertes vínculos con el Estado Islámico.
Los hechos han tenido lugar en varios emplazamientos cercanos a la céntrica plaza Stephansplatz, en Viena, una zona situada a escasa distancia de diferentes recintos religiosos, entre ellos una sinagoga.
Fuentes de la policía han informado de que los tiroteos no se han producido en una única área de este punto geográfico de la capital austríaca, sino en varias localizaciones, desde las cuales los terroristas habrían utilizado armas largas mientras se desplazaban por el distrito ametrallando a las personas que se encontraban a su paso. Una gran parte de las víctimas corresponden a personas que en el momento del atentado se encontraban en terrazas de esta zona del centro de Viena ingiriendo algún tipo de consumición.
De hecho, la alarma suscitada por el ataque se prolongó durante varias horas ante la perspectiva de que los terroristas continuasen en el distrito con la pretensión de seguir ametrallando a viandantes. La policía desplegó un fuerte dispositivo en las calles colindantes con la plaza Stephansplatz, y logró localizar a uno de los supuestos atacantes, al que abatió a tiros. Fue en este momento cuando, a consecuencia del intercambio de disparos con el sospechoso, uno de los agentes policiales resultó muerto.