Lleva más de cuarenta años dedicando una gran parte de su tiempo a darle una finalidad estética a una idea, a partir del uso de lo material o de lo intangible. Su misión es convertir en legibles sus ensayos. Dice que cuando mira atrás lo que más le satisface es que sus ilusiones siguen intactas.
¿Qué ha cambiado en usted desde que diera sus primeros pasos en esta universal exclamación que denominamos arte?
…Reflexiona. Me mira, hace una mueca y contesta:
En la manera de expresarme sea la temática que sea. Hace treinta años tenía por ejemplo una visión del mar que trasladaba sobre el soporte. Hoy en día no interpretaría la misma imagen con aquella resolución.
En lo que sí se ha producido un contundente cambio es debido a la incursión en nuestras vidas de las redes sociales de las que cada vez hacemos más uso y que nos permiten llegar de manera casi inmediata a cualquier rincón del mundo para mostrar nuestros trabajos.
En estos años han sucedido un sinfín de vivencias en las que ha ido superando metas, cada vez que colgaba sus obras en una nueva sala de exposiciones: Mallorca, Nueva York, Ibiza, Menorca, Barcelona, Madrid, Sevilla, Milán, Frankfurt, Londres, Cuba, Manchester, son algunos ejemplos.
¿Qué ha supuesto para el sentir de sus órganos?
Cada uno de los lugares que ha nombrado, tienen un significado especial para mí. Pero veo que me ha dejado para que yo nombre, lugares como Bilbao, Málaga y París que han tenido una notable relevancia en mi carrera profesional. En el país galo participé en una exposición colectiva que sirvió como intercambio cultural y que se llevó a cabo en el barrio de Saint Germain y en la que participamos una veintena de artistas, diez baleares y diez franceses. Posteriormente expusimos en Mallorca y en la sala del Roser de Ciudadela. Sobre Cuba llevo tres exposiciones de pintura y fotografía. En la primera sobre Nueva York mostré una serie de obras que representaban la ciudad de noche, los millones de luces que envuelven sus puentes y sus enormes edificios y en la segunda al contrario, interpreté la ciudad desde el amanecer hasta la tarde, el sol sobre la Gran Manzana, sobre la Estatua de la Libertad, sobre el puente de Brooklyn y el atardecer contemplando el Empire State y la Avenida Broadway y sus teatros en la Gran Manzana. Tanto en una como en otra, presenté por primera vez formatos grandes, las piezas más pequeñas eran de dos por dos metros.
Es importante también destacar como enriquecen las exposiciones y la convivencia con otros artistas y el intercambio de opiniones.
¿Por qué en ocasiones cuando habló de usted, me recuerdan lo de los mensajes en la cara B de sus telas?
Hubo una época en la que en la parte posterior de la tela añadía un mensaje relacionado con la obra, un pensamiento mío o uno ya existente y me llamaban especialmente la atención, esos poemas de origen japonés denominados haikus. Me agradó esa forma de referenciar con filosofía las escenas de la vida cotidiana o de la naturaleza y parece que a la gente también. Curiosamente hoy en día todavía hay quien me pide esa dedicatoria.
Trazo una línea y desaparece, vuelvo a trazar otra y ocurre lo mismo. Huelo la maresía y sus compuestos azufrados, la humedad, el rocío salino, las algas y esa fragancia seduce.
¿Hasta qué punto el mar es referencial para usted?
Me apasiona como concepto. Me relaja navegar, bucear, soy una nadadora empedernida tanto en invierno como en verano. El silencio ahí abajo o en mitad de la inmensidad, es muy gratificante, incluso a distintas horas, en el amanecer las líneas del mar son diferentes. Ir al mar de noche, las luces, la luna, me proporciona calma y sensibilidad. Y en mi pintura he representado distintos aspectos del mar, los incomparables colores de los fondos marinos, la multiplicidad de tonalidades con las que te embelesa, o algo tan simple y tan complejo como una onda o una estela.
En sus obras utiliza personajes, seres que se mueven en un interior indefinido que bien pudiera ser un área restringida del alma y a los que da la impresión que quiere proteger. Descúbrame el origen de esas figuras.
Los personajes que transitan por mis obras tienen que ver con mi familia, mis amigos. Son personas de mí alrededor y me proporcionan confortabilidad y necesito que estén presentes, cerca de mí. El apoyo y el ánimo incesante de mi familia han sido fundamentales para poder desarrollar esta perturbación. Me siento querida y afortunada con mi gente y a veces me duele pensar que no sé como compensar tanto cariño.
Ha experimentado con numerosos materiales, tanto con la escultura, como con la pintura. Ha habido cambios trascendentales en su sistema de crear, pruebas científicas y pruebas de disciplina mental y física para lograr contentar la transformación de sus capacidades en nuevas series. ¿Cuándo sabe usted que necesita dar otra vuelta de tuerca?
Es algo que se mueve en el interior. Un impulso, un ardor que te corroe y que te inquieta. A mí personalmente me aburre la rutina y preciso que haya cambios continuos. Necesito las “calabrines”. Es como yo llamo a notar las cosquillas de la inspiración y cuando no sientes eso, es cuando te das cuenta de que debes dar un golpe de timón.
Viajar nos proporciona conocimientos, nos abre la mente a otras culturas y Dolors Comas es una adicta a visitar países y reconocerlos. La India la impresionó y lo sigue haciendo, Cuba la cautivó, al ver las arenas de Vietnam comenzó a experimentar con ellas, ir a Las Malvinas le sirvió para reafirmarse en que nuestra Formentera desprende más ensueño. ¿Cómo han influido sus viajes en la pintura?
Desde que estuve en La India y en Vietnam, siempre he encontrado motivos para reflejar mis recuerdos de esos países, aunque me ha ocurrido en otros lugares, Nueva York, Cuba, Marruecos que me impregno de sus costumbres, de sus aromas, de sus luces y de repente aparecen en mi pintura. He conocido lugares, culturas, arquitectura, muesos, he tratado con sus gentes y he recibido su energía y he intentado plasmar lo que había visto y absorbido para que fuera tan importante como en el momento en que lo vivía.
He estado tres veces en La India y en cada una visitando zonas diferentes. Recuerdo que en la primera me quedé boquiabierta con su abundante colorido. En otra de las ocasiones estuve en el Himalaya a 4.000 km de altura en Leh en la provincia de Ladakh y viví una situación dura en ese inhóspito lugar, el mal de altura, aquella visión de frio que asolaba cada rincón, aquellos niños muertos de frío y de hambruna, la pobreza más absoluta que me transmitían aquellos rostros de rasgos físicos tan marcados. Hasta que no regresé a casa no pude superar esa hiriente experiencia y ahora reconozco que me ha fortalecido. También me inspiró una decante Sicilia y sus colores ocres de tierra gastada.
Una pregunta obligada tiene que ver con la pandemia, por aquello de que a la fuerza se ha convertido en actualidad y en motivo incesante de conversación. Cada uno la ha pasado según ha creído o ha podido. ¿Cómo la ha acompasado Dolors Comas?
Dejé de pensar en exposiciones y me dio por pintar sobre cualquier soporte y a todas horas. Es un tiempo que recordaré por que trabajé en realizar unas caras muy serenas, rostros melancólicos que me transmitían paz… pero también cambié mis hábitos. Los horarios con los que estaba acostumbrada a pintar pasaron a la mañana y muy temprano. Hice deporte, me dediqué a la lectura y a meditar.
Descúbrame algo sobre sus Aficiones
Además de pintar y de mi interés por la fotografía, nadar es mí deporte favorito, leer, las largas caminatas, navegar a vela, y bailar. Bailaría a todas horas, mi cuerpo me lo exige. La expresión corporal me llama poderosamente la atención. Soy de montar fiestas y lo más importante es lo que viene siempre después de la cena… el baile.
A estas alturas, ¿algún artista podría lograr que su temperatura aumentase?
Cualquier artista que fuera capaz de sorprenderme. A veces me ocurre con una persona principiante, desconocida. Daría muchos nombres, pero me quedo con Lita Cabellut y sus lienzos de gran formato. Su personal manera de interpretar la técnica del fresco me seduce. Aunque también admiro sus realizaciones en fotografía, en escultura y sus poemas visuales.
Hábleme de los instantes en los que sucede el encuentro entre usted y sus pinceles, emociones, sensaciones, sentimientos…
Sí, emocionarme a mi manera. La energía que se produce en el proceso al volcar los sentimientos, la tensión para resolver una idea, la cantidad de pruebas necesarias. Es evidente que el estado de ánimo influye. Una puede estar ofuscada y las pinceladas son inciertas. A mí me gusta estar alegre y sentir que me entrego. En un día maravilloso suelen salir cosas impresionantes. Es mi manera de verlo.
¿Hay algún lugar o espacio en el que tiene pendiente exponer?
No es algo que me preocupe pensar en más allá de la próxima exposición, en este caso será en el Rialto Living en Palma del 22 de octubre al 26 de noviembre. Las cosas se van sucediendo, no soy de precipitarlas.
Aunque en mente y en un pedazo de papel de mi estudio, escribí las palabras, Formentera y Ciudadela.
Si tuviera que escoger uno de los caminos por los que Dolors ha pasado, para entender la simbología implícita en su lenguaje, quizá me decantaría por sus finalizaciones y me imbuiría en el estudio de su interpretación de la arena. La motivación que produce de desear pisar aquellas dunas, sacudir los pies y percibir la frescura que transmite en el aura. Dolors Comas te aproxima a las orillas del universo, desembarcas y pones pie en tierra.
¡Quédate ahí como espectador por unos instantes y cierra los ojos!
Pronto tus sentidos percibirán los sonidos, los aromas y el sabor, aunque deberás cuidarte de no tropezar con el cordón umbilical que une eternamente a Dolors con cada una de sus creaciones.
Instagram; @dolorscomas.art