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Pascual de Cabo o el hombre que motorizó los pinceles

Xisco Barceló | Sábado 03 de octubre de 2020

Nació en Alicante y allí pasó sus primeros años de existencia. En la actualidad tiene su residencia en Puebla del Río, Sevilla y su estudio desde donde divisa el paso del Guadalquivir, aunque va asiduamente a Mallorca donde continúa teniendo domicilio y regentando la academia que lleva su nombre y por motivos profesionales viaja a Tánger, Marruecos. Allí dispone de otro estudio, desde donde proyecta la presentación de sus obras y de un libro biográfico que partirá hacia los Emiratos Árabes.



Medio siglo desde que empezó con siete añitos esta aventura, en la que a los nueve recibió su primer premio. ¿Qué recuerdos mantiene de esa primeriza etapa de su vida?

Tengo muy buena memoria. Prácticamente me acuerdo de cada uno de los momentos de mi vida y esos años son especiales, porque tienes que combatir con los tuyos para convencerles de que quieres hacer aquello que llevas dentro, pero no siempre lo consigues. A los nueve años me lleve un premio de dibujo y en mi interior sentía la necesidad de dibujar todo el día y no hacer otras cosa. Mi madre me puso a trabajar de mecánico a los 14 años, pero yo seguía dibujando y por las tardes cuando acababa de trabajar me iba a la calle a vender mis dibujos. Cosa que hice también durante mi adolescencia en Ibiza, era una fórmula de supervivencia.

En las memorias que un día escribirá, seguro que no se olvidará de aquellos años en los que vivió de ciudad en ciudad, cuatro años en un piso situado en el Bulevar Haussmann de París, seis años en Broadway, Nueva York con Tomás Horrach y Toni Capó, cuatro años en Munich, otros cuatro en El Salvador, recorriendo Sudamérica de punta a punta.

Sí, guardo con mucho cariño esas vivencias. Recuerdo en Alemania, pintando en el exterior que había que hacerlo con guantes, el frío era insoportable. En París, aprendí a trabajar sobre el paisaje, los artistas vivíamos mucho en la calle. Los días enteros de convivencia en Nueva York con Tomás y Toni en los que sentí desencanto por aquella pintura contemporánea y me decanté por el arte figurativo. El impacto que me sobrevino en El Salvador rodeado de seres que habitando en la pobreza, te entregaban cuanto tenían. Vivir en esos países hace que te des cuenta de otra realidad.

Hablando de otros países, ha viajado por casi la totalidad de Europa, destacando para usted, algunos lugares de Italia, Roma, Venecia en los que ha satisfecho la mirada del alma, visitando espacios venerables para quien ama la pintura y hablando de más países debemos nombrar a Japón.

Para un pintor, escultor, fotógrafo, ceramista, es obligada la visita a Italia. Además de ser un país con un clima maravilloso, posee el atractivo de ser uno de los que atesora más historia en lo que al arte ser refiere. Hay lugares que un artista debe pisar, debe experimentar. Lugares como Italia, en donde se guardan piezas únicas y contemplarlas te produce una satisfacción incomparable. En cuanto a Japón, debo decir que es un país al que estoy agradecido porque tengo el placer de que allí mi pintura goza de una gran aceptación.

Rodeado de artistas como Tarrassó, Xam, Horacio Sapere, Pedro Daudero, Xim Torrents, Luis Maraver, Antonia Dolç, vivió unos maravillosos años en su estudio del barrio palmesano de Sa Calatrava. ¡Qué tiempos aquellos!

Después de regresar del extranjero, me reencontré con viejos amigos y la mayoría de ellos nos concentramos en Sa Calatrava, porque se había convertido en un punto de interés artístico, por sus movimientos culturales y por la cantidad de creadores que moraban en el entorno de cuatro edificios. Pedro Quetglas “Xam” un innovador comprometido y sarcástico que fue uno de sus impulsores y uno de los fundadores del Grupo Tago, pero también Tarrassó un hombre de difícil carácter con el mantuve más de una enérgica conversación. Xim Torrents que posteriormente montó su escuela y gente como Sapere, Maraver o yo mismo que continuamos nuestros caminos.

Se ha movido en la consciencia y en la inconsciencia de la misma forma dominante, con sus pinceles y sus pinturas. Ha modelado a su antojo cual fuera la disciplina que se cruzara en su camino. Ha obrado con inusitada prisa sus pasteles, acuarelas, retratos, paisajes, abstracciones, dibujo, hasta que un día en una clase magistral, alguien llamado Antonio López le pregunta: ¿a qué vienes? si tu pintas muy bien, demasiado bien. “Eres un artista formidable que debe aplicar la paciencia a su trabajo. Debes intentar recuperar los momentos en los que te costaba pintar”.

Conocer al gran maestro Antonio López, ha sido una de las mejores cosas que me han sucedido en la vida. Con él, he aprendido a crecer, a reflexionar, a no acelerar la realización de mis obras y no me duelen prendas en reconocerlo porque soy de los que piensan que cada día podemos absorber algo nuevo. Una frase en un momento determinado puede hacernos parar a meditar, a mí y en este caso en concreto, ha sido con uno de los artistas por lo que siento más devoción y admiración.

Tras tanto trajín y maletas llenas de amuletos y de esperanzas, se enamora de una mujer y se instala en Andalucía ¿Qué es Sevilla para usted?

No voy a descubrir lo que todo el mundo ya sabe. Sevilla es una ciudad tocada por una varita mágica, por su luz, por su historia, su arte por los cuatro costados. Un sevillano andando es arte. Cualquiera que viera caminar a mi amigo Morante de la Puebla sin conocerle, diría; ¡este es torero! Allí vivo en Puebla del Río, con la mujer de mi vida, feliz y enamorado.

Precisamente Morante de la Puebla, me ha hecho algunos encargos para Jerez, además de un mural de 24 metros por dos metros. Un homenaje a Andalucía que se ha realizado en el techo del emblemático bar, La Capilla, en la capital hispalense.

Siempre tiene proyectos, a corto, medio y largo plazo. El más inmediato es la presentación en Tánger de un libro biográfico que será publicado en español, árabe, inglés y francés y que está preparando con su agente y promotor, Omar, propietario de la Medina Art Gallery, para lanzarlo al mercado de varios de los países de La liga Árabe, donde también pretenden realizar algunas exposiciones.

Estoy muy ilusionado con la preparación de esta biografía que tendrá una tirada de 2.000 ejemplares en una primera edición y con la que pretendemos abrir las puertas de un mercado nuevo para mí. Quizá Kuwait, Catar, Bareín y en Abu Dabi o Dubái de Emiratos Árabes, serán algunos de los lugares donde mostraremos mis trabajos.

Y uno de esos proyectos que transitan por su mente, quizá sea de los más importantes de su carrera. Desde hace algún tiempo está elaborando una serie de telas poco convencionales. Piezas en las que influye la naturaleza sin esplendor y que desvelan rostros de dolor, cuerpos enjutos y fatigados, miradas perdidas y sin esperanza. Seres obesos que posan su desnudez y sus defectos sin pudor.

Quiero que esta exposición muestre un trabajo lejano a la belleza. Serán unas cuarenta piezas y alguna de ellas ya la he expuesto, pero voy a recuperarla y a adaptarla a este proyecto. La pintura lo ha sido todo para mí y lo sigue siendo. Me sigo emocionando como el primer día cuando pinto y he necesitado interiorizar y analizar aspectos de la vida que solemos apartar a un lado porque no son agradables a la vista, pero son reales. La esquizofrenia y otro tipo de enfermedades, las arrugas, las heridas, los defectos de un ser dañado, son conceptos que voy a interpretar con mis lápices y pinceles.

Sus trabajos, impresionistas, expresionistas, abstractos, realistas, han recorrido el mundo a la par que él, son numerosos los países, las ciudades, las galerías, las casas que disfrutan de sus creaciones. Añora las conversaciones con Coll Bardolet, a quien le unía una entrañable amistad, admira a artistas como Andrés García Ibáñez o como Antonio López que ha sido fundamental en estos últimos años en la orientación de ciertos conocimientos. Ama la pintura del artista estadounidense Edward Hooper conocido por plasmar la soledad y el silencio de la vida contemporánea de los norteamericanos. Ya le ha pasado ese tiempo de necesitar vender sus obras, ahora es todo lo contrario, las quiere recuperar.

Confieso que cuando pinto me emociono y me sigo volcando intensamente como si fuera la primera vez y esa sensación me produce tensión y alivio al mismo tiempo. Quizá por eso últimamente deseo que las exposiciones acaben antes de hora, curiosamente deseo que haya obras no adquiridas y me alegro de que algunas regresen a casa.

Pascual desemboca en un río de aguas transparentes donde paran los ocurrentes a calmar la sed de sus desiertos. Desde allí navegan hacia rumbos divergentes, el suyo le ha llevado a interpretar su espacio en el paraíso de los colores, paisajes y rostros, tristezas y alegrías, abstractos y surrealismos, con toques maestros y tonos que se entremezclan sublimes en algún lugar de la creación.

Pascual es diligente, participativo, volátil, mutante como buen artista talentoso. Aquella frase que dice: “No hay genio sin un gramo de locura” define a este ser virtuoso. Es como un lince, libre en la naturaleza, solo quiere pintar y cuando acabe, pintar de nuevo y en las otras vidas, pintar y pintar.

Su curriculum es tan extenso que entre noticias, estudios, exposiciones individuales y colectivas, premios, reconocimientos, nominaciones, audiovisuales, etc., es preferible acudir a: www.pascualdecabo.com

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