En este sentido, el Ejecutivo que preside Boris Johnson examina ahora la situación de todas aquellas islas que son destino turístico para los británicos, aunque, por el momento, el nuevo enfoque no se ha traducido hasta la fecha en ningún cambio en relación con Baleares y Canarias. De hecho, Reino Unido mantiene, por el momento, la obligación de que quienes visiten los archipiélagos españoles guarden cuarentena dos semanas a su regreso, igual que quienes procedan de cualquier otro punto del territorio español. Las recomendaciones británicas se revisan con periodicidad semanal.
El primer efecto de la nueva política ha sido, en realidad, restrictivo para otro destino turístico muy habitual en el caso del mercado británico: Grecia. A partir del 9 de septiembre, deberán guardar una cuarentena de dos semanas quienes entren en Reino Unido desde las islas griegas de Creta, Lesbos, Mykonos, Santorini, Serifos, Tinos y Zakynthos. Sin embargo, en cuando al resto de Grecia no se ha adoptado ninguna restricción-.
El secretario de Transportes, Grant Shapps, ha dejado claro que su intención es hacer compatible la protección de la salud con el impulso a la industria turística británica.
La semana pasada, el Gobierno español informó de que estaba trabajando con las instituciones europeas para tratar de coordinar las restricciones de movilidad en la UE, a partir de recomendaciones de la Comisión Europea basadas en datos de contagios desagregados en el nivel regional, cifras de hospitalizaciones, ingresos en la UCI, fallecimientos y realización de test.
Bruselas propuso criterios comunes para elaborar un mapa epidemiológico único de la UE, basándose en el número de contagios, de porcentaje de test positivos, y del número de pruebas realizadas, que clasifica las regiones europeas en un código de colores que vaya desde el verde al rojo, pasando por el naranja.