Tras la victoria del Mallorca este jueves por dos a cero ante el Levante, ahora mismo tenemos de nuevo la sensación de que, con un poco de suerte, las cuentas podrían salirnos finalmente para poder mantener la categoría. Nuestro estado de ánimo está siendo, en ese sentido, esencialmente ciclotímico, pasando de la tristeza a la euforia, o viceversa, cada pocos días. Quizás podríamos añadir que esos radicales cambios de humor no serían sólo exclusivos de esta temporada, pues de algún modo son casi como una especie de seña de identidad de los mallorquinistas más apasionados.
De momento, la persona que más estable parece estar anímicamente en estos tiempos procelosos es nuestro querido entrenador, Vicente Moreno, quien ya a finales del pasado mes de junio dijo: «A mí me salen las cuentas». Y la verdad es que seguirán saliendo hasta el final si el conjunto bermellón juega ante el Sevilla, el Granada y el Osasuna con la misma convicción y fe en la victoria con que lo hizo hace unas pocas horas ante el Levante. De hecho, los goles marcados ante el conjunto granota por el Cucho Hernández y por Take Kubo fueron sobre todo fruto de la perseverancia, en especial en el caso del tanto del japonés.
Claro triunfo balear ante el Levante por 2-0
Leer másEsa segunda diana fue, en cierto modo, nuestro propio «gol eterno», calificativo con el que fue definido el histórico gol que el madridista Ramón Marsal marcó al Athletic en el partido liguero disputado el 17 de noviembre de 1957. En el caso que ahora nos ocupa, Kubo inició una larga jugada en la que hubo varios remates sucesivos y en la que además intervinieron también Ante Budimir, Dani Rodríguez, Salva Sevilla y de nuevo el propio Kubo, quien con gran maestría alojó el balón dentro de la red. Ese golazo hizo que, al menos por unos segundos, nos olvidásemos todos un poco de la aritmética y también de las calculadoras.