De hecho, la población más cercana al foco del terremoto, Opotiki, se halla a una distancia de casi 700 kilómetros del lugar en que se ha desarrollado el seísmo. No en vano, las islas Kermadec, que están situadas entre Nueva Zelanda y Tonga, no acogen más que a un pequeño número de residentes, todos ellos pertenecientes a la base de operaciones de Raoul, donde permanecen en funcionamiento una estación meteorológica y una emisora de radio.
Dado el nulo efecto del seísmo en vidas humanas y bienes materiales, el gobierno de Nueva Zelanda ha descartado proceder a la activación de los protocolos de emergencia ante la eventualidad de que el terremoto pudiera ocasionar ondas expansivas de maremotos y tsunamis.
La zona en que se ha producido el seísmo se halla enclavada sobre una falla ubicada entre las placas tectónicas del Pacífico y Oceanía. Cada año, se registran en esta área geográfica unos 14.000 terremotos, pero solo un centenar de ellos alcanzan la suficiente magnitud para ser detectados.