En un periodo de 24 horas, entre el jueves y el viernes, España desplegó un conjunto de medidas excepcionales encaminadas a frenar la expansión del coronavirus. De un estado de contención en el que se aconsejaba poco más que extremar la higiene personal y evitar aglomeraciones, se ha pasado a cerrar colegios, discotecas, gimnasios, prohibir fiestas populares, competiciones deportivas, eventos culturales o espectáculos. Tampoco se libran los bares y restaurantes, cerrados en algunas comunidades mientras que en Baleares, de momento, reducen su aforo a la tercera parte. El país se halla en estado de alarma -por segunda vez en la historia reciente, tras la crisis de los controladores de 2010- y el confinamiento en los hogares se aconseja como la mejor fórmula de prevención.
Estas medidas se han adoptado cuando ya había más de 4.000 infectados y una cifra de 120 muertos. Tras China, España es el cuarto país del mundo con mayor número de contagios, con una perspectiva de que los próximos días marcarán el punto álgido en la crisis. Lo peor está por llegar y, por ello, las medidas deben ser lo más contundentes posibles y adoptadas todas a la vez para que realmente tengan el efecto de frenar la pandemia. El pésimo ejemplo de Italia, que fue incorporando tarde y mal las diferentes medidas de contención, es demasiado ilustrativo -y próximo- para no ser tenido en cuenta.
Está en discusión si las medidas aprobadas se podían haber adoptado antes. En circunstancias tan críticas como las actuales cabe pensar que tanto el Gobierno central como los diferentes gobiernos autonómicos han actuado de la manera más correcta posible, en función de los datos sanitarios que tuvieran en el momento. Habrá tiempo, superada la crisis, de debatir si el modo de actuar ha sido el más correcto para no poner en riesgo a los ciudadanos.
Ahora toca, sin embargo, cumplir de forma estricta las indicaciones de las autoridades sanitarias y asumir de forma responsable una serie de actitudes personales o pequeñas decisiones individuales que contribuyen -probablemente más de lo que pensamos- a frenar la peor crisis en la que nos encontramos desde hace muchos años.