SALUD

Sufrir apnea supone un mayor riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular o un ictus

Desde Clínica Juaneda recuerdan que tabaquismo y la obesidad son factores que aumentan el riesgo

Redacción | Sábado 18 de mayo de 2019
La apnea del sueño está caracterizada por la presencia de pausas en la respiración durante el sueño. Es la enfermedad respiratoria crónica más frecuente, después del asma. El 5% de la población la sufre y todavía son muchas las personas sin diagnosticar. Los afectados se exponen a un mayor riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular, un ictus y a tener un accidente de tráfico o laboral.

“Padecer una enfermedad que afecta al sueño –explica la doctora Rosa Serra, Neumóloga y especialista en apneas de Clínica Juaneda- puede afectar de forma significativa en la calidad de vida de la persona. El no descansar bien puede tener efectos en las rutinas diarias, en el rendimiento académico o laboral, además en muchos casos, puede aumentar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares”.

Si una persona ronca, tiene somnolencia diurna, cansancio, dolor de cabeza matutino… podría padecer, sin saberlo, alguna enfermedad relacionada con el sueño. “Los pacientes llegan a la consulta derivados por otros especialistas, porque sus parejas les avisan de que roncan y sufren paradas respiratorias o porque han tenido varios episodios de despertares con asfixia. En la gran mayoría de los casos los síntomas responden a la apnea del sueño”.

Se recomienda realizar un estudio del sueño cuando aparecen los síntomas. Una prueba no dolorosa que consiste en dormir una noche en la clínica y mientras se duerme se hace un registro nocturno de diferentes parámetros como la respiración, la actividad cerebral –que determina si tenemos un sueño profundo, sueño REM o superficial-, la frecuencia cardíaca, la entrada del aire, el oxígeno y el movimiento de tórax y piernas entre otros.

“Cuando se diagnostica apnea del sueño, es importante que el paciente se trate –incide Serra-. Estas personas tienen más riesgo de padecer un infarto, una arritmia e incluso muerte súbita. La edad, el tabaquismo y la obesidad son los factores de riesgo más frecuentes. La mayoría de los afectados son personas con sobrepeso y de entre 50 y 70 años. Por este motivo el primer tratamiento es bajar de peso y en caso de no mejorar utilizar el CPAP. Una máquina de presión positiva continua en la vía aérea que administra presión e aire al paciente mediante una mascarilla que se coloca en la nariz. Esta presión de aire permite que la vía aérea del enfermo permanezca abierta durante la noche y no se produzcan apenas. Su efectividad es altísima y muy gratificante para el paciente ya que mejora la sintomatología y sobretodo su calidad de vida. Muchas veces la persona que sufre apneas no es consciente de que está cansado, tiene sueño… Conviven con la somnolencia pensando que se trata de algo normal”.

Aunque las apneas del sueño también aparecen en niños o en gente joven. “En estos casos se debe a problemas de hipertrofia amigdalar, es decir, las anginas son muy grandes. Se caracteriza por una obstrucción parcial o completa de la vía aérea. La apnea infantil puede afectar en el rendimiento escolar y en el comportamiento del menor. Afecta entre otras cosas a la atención y a la memoria”.


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