Todo comenzó cuando un vecino se mudó al pueblo y eligió vivir en la plaza. Comenzaron las denuncias. Por dos juicios han pasado: uno por actualidades ilegales y otro por ruidos. Coll reconoce que “una vez hicimos un concierto de blues y es cierto que no tenemos licencia para actividades musicales. No se ha vuelto a repetir. Nos acusan de tener más mesas en la vía pública de la permitida. Tal vez fuera así antes, pero desde que se aprobó la normativa municipal la hemos cumplido. Y los horarios: sacamos las mesas a las ocho de la mañana y las retiramos a las doce de la noche”.
Can Prim ganó en primera instancia los dos juicios, si bien ahora el TSJIB ha condenado al Ayuntamiento a pagar 1.000 euros al vecino denunciante en la causa relativa al aforo y los niveles máximos de ruido. Coll considera, pero, que las mediciones sonométricas no se ajustan a la realidad, pues solo se presentan cuando el bar está abierto y no el resto de horas del día: “el bar está en la plaza del pueblo, pasan coches, hay niños jugando, no se puede discriminar el ruido de la terraza del de la plaza, y así ha quedado acreditado. Entiendo que un bar puede generar ciertas molestias, pero si no quieres ruido, no vayas a vivir a la plaza del pueblo”.
El copropietario de Can Prim se hizo con el bar en el año 2005. Ahora viven cinco familias del establecimiento, tres trabajadores fijos contratados según el convenio de Hostelería y dos copropietarios autónomos. Lamenta que las acusaciones y los juicios van a continuar: “este vecino lo que quiere es cerrar el bar, tiene dinero y no le importa ir a juicios. Además se ha metido en política, anda en un partido y presiona al Ayuntamiento, que por no tener problemas nos vigila cada día”. Para Coll la situación es insostenible, un “sinvivir”. “Yo le pido al Ayuntamiento que sea igual de riguroso con todos los bares. Nosotros cumplimos la ordenanza y cerramos a a las doce de la noche, tenemos que decirles a los clientes que se vayan a otros bares que cierran más tarde y a los que nadie denuncia. Que se aplique la ley, claro, y que todos la cumplan como nosotros”, ha dicho. Concluye que si la ley no se hace cumplir por igual a todos “nosotros parecemos los malos de la película, los que montamos jaleo, y no es así”.