Medios de comunicación y justicia no se llevan bien: los primeros, por su propia naturaleza, no pueden ofrecer de forma equilibrada una visión completa de lo que ocurre en la realidad; su lenguaje exige primar unas voces sobre otras, selección; pide titulares, simplificaciones, todo comprensible pero que normalmente oculta lo complejo. La sutileza y el equilibrio que sí son exigibles a quien imparte justicia. Por lo tanto, es normal que deban ser dos canales separados. Cuando se mezclan, cuando los primeros amplifican a la segunda pero, sobre todo, cuando la Justicia va a remolque de los medios, aunque sea por un segundo, las cosas se enturbian, la justicia se desequilibra. Lamentablemente, la enorme mayoría de los asuntos penales que se tramitan en Palma contra anteriores gobiernos está impregnada de la contaminación mediática contra la que nadie ha parecido prevenirse.
Desde hoy Palma será sede del primer juicio contra el Gobierno de Matas en cuya instrucción se deberían haber preservado las fronteras entre estos dos entornos. Simplemente para que el tribunal pueda analizar con rigor y sin influencias y pueda extraer una conclusión más libre. Digámoslo con otras palabras: todos ya nos hemos hecho un juicio y tenemos una sentencia, sin necesidad de haber escuchado a nadie ni de haber leído un papel. ¿Puede haber alguien que hoy se pueda abstraer de las influencias, tan abundantes, tan nutridas, tan de bar, tan de conversación con amigos?
Naturalmente, no estoy pidiendo no-justicia, sino sólo justicia, sólo los hechos, no el ambiente, no la presión, no el qué dirán, no si me criticarán o aplaudirán. Pero la mezcla continuará. Y desde hoy puede que con más profusión.