Domingo 01 de junio de 2014
La negociación del convenio de Hostelería está deslizándose por la peligrosa pendiente de la cerrazón en las posturas tanto de sindicatos como de patronal. A los sindicatos cabría aconsejarles que se dejen de amenazas de algaradas y huelgas, que sólo consiguen crispar más la situación. A la patronal que reflexione sobre su escasa flexibilidad a la hora de defender posturas cicateras y cerradas que conducen al atascamiento de las reuniones.
Lo fundamental es comprender que ambas partes están condenadas a entenderse porque de ello depende la estabilidad económica de Balears. Esta tierra no es nada sin su monocultivo turístico. A partir de tal evidencia sólo resta que se imponga el sentido común sin alarmar más a la sociedad civil y a su tejido productivo más de lo necesario.
Los sindicatos han de saber ser profesionales en la negociación y los empresarios ser conscientes de que tendrán que acabar cediendo mejoras salariales. Siendo estos hechos incuestionables, ¿porqué ambas partes no ponen con sinceridad todas las cartas sobre la mesa y alcanzan lo antes posible un acuerdo tranquilizador para todos? No están jugando a las cartas, sino con la estabilidad del Archipiélago.
Si continúan las tensiones, las displicencias y los enfados, cabe la posibilidad de que la negociación se les escape de las manos por pura torpeza. Es muy penoso avanzar hacia la eventualidad de un verano conflictivo no tanto por la imposibilidad de llegar a un acuerdo cuanto por la falta de capacidad de alcanzarlo por parte de los principales actores de esta negociación. Sindicados y patronal han de saber estar a la altura. Y una vez alcanzado el nivel exigible de voluntad de pacto, las soluciones llegarán por sí solas.
Encerrarse y estancarse en demasía hace daño a Balears. Y en esta coyuntura de recuperación económica es fundamental que impere el tacto y la lucidez de presente y de futuro.
TEMAS RELACIONADOS:
Noticias relacionadas