EDITORIAL

Que pague Zapatero

Jueves 03 de abril de 2014
El expresidente Antich ha hecho autocrítica porque no paró a tiempo la iniciativa de realizar prospecciones petrolíferas en el Mar Balear. Debería haber sido más sincero: Antich no se atrevió por disciplina a plantarle cara al por entonces presidente Zapatero, que era el que iba embalado por esta cuestión, que ya venía heredada, en primera instancia, de los tiempos en que Aznar era el presidente. Ahora es Rajoy el que está obsesionado en torturar a explosiones nuestro mar, paso previo a anunciar que hay hidrocarburos cerca de las playas del Archipiélago. Rajoy se ha encontrado en esta ocasión con la valiente resistencia de José Ramón Bauzá, que tiene a su lado a los empresarios y agentes sociales isleños.

Pero no habríamos llegado al actual extremo si Zapatero, haciendo honor a su supuesto amor por el medio ambiente, hubiera cortado de raíz estos intentos cuando lo tenía todo en su mano para conseguirlo. Hace unos años  el senador econacionalista Pere Sampol consiguió que la Cámara Alta, con el apoyo del PP, entonces en la oposición, votase en contra de estas prospecciones.

Fue Zapatero quien ordenó dar la vuelta a la tortilla en en Congreso y permitió seguir con el proceso burocrático hacia las prospecciones. Las empresas comprometidas ya se han gastado 410.000 euros. Si finalmente no hay sondeos, habrá que indemnizarlas. Que los pague Zapatero de su bolsillo. Nadie como él tuvo la oportunidad de acabar con esta vergüenza. Sólo tenía que aceptar la decisión del Senado. No lo hizo. Impuso su voluntad sobre la del presidente balear Antich. Ahora seguro que mirará hacia otra parte cuando el proceso avanza desatado.

El sólo hecho de la posibilidad de sondeos ya daña la imagen de Balears. Los millones de visitantes del Archipiélago pagan encanto mediterráneo, no torres petrolíferas. Pagan seguridad, no peligro contante de chapapote. Bauzá ya lo ha dejado muy claro en Madrid, que sólo huele suculentos beneficios. Por contra, en Balears el olor a petróleo espanta. Desprende hedor a desprestigio y a ruina. Antich no tenía otro remedio que entonar el mea culpa. Le dignifica, aunque demasiado tarde. Haber tenido el valor de  cantarle las cuarenta en su momento al leonés iluminado habría ahorrado muchos problemas, muchos disgustos y mucha humillación  a Balears.

 

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