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Horacio Sapere o la indomable poesía visual
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Horacio Sapere o la indomable poesía visual

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Había amanecido un día de fuerte viento. Enfrente de casa, Nereo empujaba olas gigantes hacia la orilla y al entrar en la autopista comenzó a chapotear. Íbamos camino a Ses Salines y no paraba de llover. Con la ventisca el movimiento de los árboles parecía un concurso de abanicos. Son días de esos que al alma mediterránea le afecta la meteorología aunque corresponda a la época de frío y lluvias nos creemos que el sol es solo de nuestra propiedad. Con el GPS llegamos a la ubicación que Horacio nos había avanzado. Él y su esposa Pilar nos esperaban en Ca’n Basili una antigua porquera y establo convertida en el Estudi Sapere. El espacio donde el artista adquiere el grado de la inventiva. Nos sentamos al fuego de la chimenea, ideal para esa inhóspita jornada que rugía en el exterior. Sobre una mesa, pan, sobrasada, quesos, galletas, aceitunas, aceite, sal de Ses Salines, y chorizo criollo que Horacio asaría a la brasa.

Me había preparado mentalmente tantas preguntas que confieso no tener claro por dónde iba a empezar. Así que aprovechamos la merienda para darle a la charla. Sé que Horacio tiene la costumbre de saltar de un tema a otro y algunas frases hay que cazarlas al vuelo. ¿Quién quiere café? – dijo el ahora barbudo.

Y lo primero que surgió fue el coronavirus…

La pandemia ha suspendido muchos de los proyectos que tenía previstos y como la mayoría de gente, no tengo ni idea de cómo se presenta el próximo futuro. Mis exposiciones en Nueva York, Toronto y Montreal que verían la luz en octubre de 2020, han sido pospuestas. Aunque no he parado de trabajar, dedicando gran parte de mi tiempo a la poesía con Sa Soll, dentro del proyecto del que forma parte la editorial Finis Africae que ahora también tiene espacio físico en Plaza Fleming de Palma.

Sa Soll podría definirse como una colección especial de poesía visual presentada en una caja, con libros y objetos del artista, a la que se dio inicio en 2019 con Pep Canyelles, Marian McErlain y Horacio Sapere.

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Horacio Sapere nace el 30 de septiembre de 1951, dos días después de un intento de golpe de estado en Argentina, hijo de Horacio con vínculos originales de la isla de Elda, un hombre de coraje que sin haber estudiado llegó a ser el jefe de talleres del ferrocarril argentino. Adelita Grima era su mamá, con raíces andaluzas y a la cual define como un ser excepcional. Ese mismo año las mujeres votaron por primera vez en Argentina. Evita Perón había intervenido para que aquel acontecimiento fuera posible y antes de que un cáncer de cuello de útero acabase con ella, le dio tiempo a votar por primera y última vez. Su marido, Juan Domingo Perón sería reelegido como presidente. Juan Manuel Fangio piloto argentino se hacía con su primer título mundial de Fórmula 1, de los cinco que conseguiría a los largo de su carrera.

¿Qué clase de criatura era usted?

Desde muy niño experimenté las coincidencias que me vincularían a Mallorca. Recuerdo que un día nos habían invitado a visitar una finca denominada: “Ses tres Maries” y que estaba situada en plena pampa argentina y mi primo y yo íbamos con la intención de buscar liebres y armadillos. Allí había una enorme actividad, mucha gente entretenida con algo que descubrí que lo llamaban “matançes”. ¡Hoy probaréis la sobrasada - nos dijo la señora!. Hablaban un lenguaje que más tarde supe que era mallorquín, la señora María Domenge y sus tres hijas que habían sido bautizadas con el mismo nombre, ayudaban en todas las tareas. Al final tomaron un licor al que denominaban “hierbas”. Con el tiempo “la madona” me tomó como si yo fuera su nieto y visitaba esa finca frecuentemente.

Desde muy joven era un alma inquieta, enrolado en movimientos radicales de izquierdas, tuvo no pocos problemas en su juventud.

Me gustaba el teatro y la performance y aprendí a interpretar en una vanguardista academia de Buenos Aires en la que conocí a gente comprometida en actividades políticas en contra de aquel estado gobernado por una férrea dictadura. Fui editor de la revista Sólo Sol y me adentré en el mundo de las artes gráficas. En esa época tuve mucha relación con poetas, entre ellos Mario Benedetti. Algunos de mis amigos fueron cayendo y casi marché a patadas de mi país, colaborando por última vez en la publicación de la revista en el año 73.

En su exilio aterriza en Madrid. Son los últimos coletazos del franquismo y Horacio se siente incomodo en la capital y a los pocos meses viaja a Barcelona para editar una colección de poesías de pensadores argentinos y españoles. Corre el año 1975 y vuela a Mallorca.

Fue cuando me decidí a investigar y a profundizar en la plástica y en la poesía visual, expresándome muy crítico con la cultura y la sociedad de aquel momento. Hice mi primera exposición en la Galería Ariel de Palma con una muestra de iconografías que formaban parte de mis raíces, de esas que llevas en la sangre y en la piel.

Aquel fue un año trascendental para los intereses políticos, económicos, sociales y culturales de España. Fallecía Franco y el país entraría en una dimensión en la que debería adaptarse si quería progresar como lo habían hecho los más relevantes países de Europa. Mientras en Argentina la Triple A seguía persiguiendo, torturando y asesinando a artistas, intelectuales, estudiantes, historiadores, sindicalistas… En Estados Unidos Bill Gates y Paul Allen fundaban Microsoft, finalizaba la guerra de Vietnam, Queen presentaba Bohemian Rhapsody, se proclamaba el Día Internacional de la Mujer…

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En los primeros meses recorre la isla. Participa en exposiciones de artistas jóvenes. Conoce a Cacho Chacón i Valero y de su poesía visual, editan Sopa de Letras. Vienen años de de creatividad y de implicación.

De 1977 al 1983, el artista vive una época experimental y estimulante. Se revuelve en contra del sistema de las galerías con los artistas, e interviene en una serie de movimientos de protesta, participa en numerosas publicaciones. Crea el Coto de Poesía. Sus sistemáticos enfrentamientos no pasan desapercibidos por algunos medios de comunicación que se muestran contrarios a sus posturas, pero él no cede. Su pintura se transforma y surge la química y la amistad con Pep Canyelles y Jaume Pinya. Juntos dan inicio a una etapa de colaboración trascendental en sus carreras. Un viaje a Egipto impacta en los sentidos de Horacio que decide investigar sobre la génesis.

Sucedieron muchas cosas en muy poco tiempo. Me fascinaba cualquier gesto relacionado con la naturaleza, la magia de las montañas de Mallorca y expuse en la Galería 4 Gats de Palma; “Liquidación por reformas”, una exposición en la que podías cambiar unos zapatos viejos, por otros manipulados por mí. Me interesé por la cultura china y con Pinya y Cañellas expusimos en la Galería Pelaires con un gran interés por la prensa local, nacional e internacional. Yo también continuaba con la poesía visual.

Se trasladó al barrio de Sa Calatrava y monta un nuevo taller en solitario, hasta ese momento con Pep Canyelles. Su trayectoria se verá impulsada por el propio convencimiento del artista. La creatividad y la difusión se emparejan. El mundo abría las puertas al temperamento de Sapere.

De mi paso por Sa Calatrava tengo la paleta de Tarrassó , los encuentros con la poesía de poetas europeos, el contacto de Bússer, Xam, Danús, Longino, aquello era un laboratorio de ciencias, de literatura, de plástica, de mitología, de sabiduría en general. Tengo la fotografía en la memoria en el Bar Toni hablando con dos mentes prodigiosas; Jorge Pombo y con Pere Pavía, ¡Cuánto les aprecié y cuánto les he añorado!

¿Quién quiere otro café? – dice el anfitrión.

Salta de un tema a otro, su mente viaja a una velocidad incontrolada. Una pregunta que el mismo se responde y me tomo la libertad de soltar algunos de esos apuntes a modo de titulares…

¿Sabes que el primer atisbo del arte es la lengua? Estudié noches en vela sobre Etruria la ciudad de los etruscos quienes defendían esa teoría.

¿Cómo voy a ser un argentino normal si mi abuelo nació en la isla de Elba?

Me gusta el jazz, el rock, el tango.

Mi primer poema visual en la isla fueron unas gafas verdes. Una protesta contra la cantera de Lloseta.

El fotógrafo Joan Bonet ha sido fundamental en muchos de mis trabajos.

Para muchos de nosotros Tàpies ha sido la conexión.

La primera vez que vi a Joan Miró, me brotaron unas lágrimas de emoción.

Son instantes en que Horacio te desconcierta. En eso le digo que me hable de sus viajes.

Ja, ja, recuerdo que me fui a Viena a pintar y a conocer el expresionismo. En un viaje a Austria, hice una poesía salvaje con unas cabezas que flotaban sobre el mar.

Y de nuevo enganchamos el orden de una cronografía que transita sobre sus apuntes biográficos.

Horacio llevaba a sus espaldas numerosas y exitosas exhibiciones en lugares significativos de todo el planeta. Había promulgado su admiración por Joan Brossa y por el poeta Blai Bonet, su interés por ayudar a jóvenes artistas, para apoyar proyectos y muestra su necesidad de la cercanía del mar. En 1986 conoce a una persona fundamental para adivinar la puerta de la salida de sus laberintos; Ferdinand Netusil, un galerista vienés que le despertó la garra, la energía estancada y su expresionismo se dimensiona.

Necesitaba mostrar que mi pintura era el vehículo que transporta la metamorfosis de la vida a la poesía. Era la búsqueda en otras dimensiones con la mezcla del caos que provocan los sueños, de rostros, de estrellas de mar o peces u otros elementos que aparecen y se diluyen.

Corre el año 1989 y Sapere aplica otro cambió a su obra, con la aparición de nuevas simbologías, potenciando el collage y los colores. En 1991 toma contacto con el metal y el fuego, conociendo a Andreu Bonet de Ses Salines. En el taller de metalúrgica surge el entusiasmo de Bonet y la imaginación de Sapere haría el resto. Críticos y neófitos quedan sorprendidos con las esculturas de hierro. La belleza de su universo invadía el Centro Cultural de La Misericordia de Palma.

Tras aquella experiencia me interesé por la pureza de la técnica de los grabados y la estampación. En el 92 se expuso mi obra “Danza del jardinero” en la Expo de Sevilla y junto a otros artistas en Seúl, “12 artistes de les Illes”, coincidiendo con mi individual “One man show” en Chicago y posteriormente en Montreal.

Su obra viaja continuamente de un país a otro, mientras el artista prosigue con su búsqueda eterna y en sus nuevos proyectos fluye material bélico, la guerra de Yugoslavia, niños afectados por la guerra de Alemania, la desolación del pueblo bosnio. El color rojo abunda en sus representaciones en Montreal, Ámsterdam, Viena, Chicago, París…

La Fundación Pilar y Joan Miró acoge su exposición “Proyecto sobre fuselaje 737”, en recuerdo a su padre y a su abuelo.

Poco después regresé a Buenos Aires y pasé algunos meses, visitando Flores, el barrio de mi infancia y di una conferencia en el Casal Balear de Buenos Aires. Ese reencuentro con mis raíces me permitió abrir muchas ventanas interiores y exteriores. Rememoro aquellos profundos sentimientos de inspiración de cuando comencé a dar dimensión a las medias caras, al regresar a Mallorca, Poet’s room. De alguna forma mi tierra, mi genética, me había rempujado.

“Poet’s room. Teorema” es una de las obras más simbólicas de Horacio Sapere en la que aboca todo su magma interior, poesía, sustancia, universo, utopía y que presentó en 1996 en la Universidad de les Illes Balears. Una extensa familia de sillas cada una con nombre propio que viajaron a Uruguay y a Miami. Un perpetuo homenaje a poetas ideólogos y buscadores de motivaciones vitales.

¿Qué significó la figura de Joan Brossa para usted?

Ya le admiraba en Argentina, cuando un libro suyo cayó en mis manos. Le conocí en un bar cercano al mercado de La Boquería de Barcelona y fuimos a su estudio y allí me dedicó un poema que guardo como un tesoro. Era el tiempo en el que también editaba con el mismo editor (Tristan Barbará) que Joan Miró, Tàpies, Miquel Barceló. Brossa era un sabio, recolector, teatrero, inventor de historias. Su prosa y la dramaturgia de poesía escénica suyas, son incomparables. Él decía: el poema visual no es ni dibujo ni pintura, sino un servicio a la comunicación.

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Su capacidad por descubrir y su metodología de elaborar se han mantenido durante estos posteriores años con una prolongación escalofriante. Sus iconos son dignos de estudio, sus medias caras te obligan a imaginar cómo será la otra mitad, sus sillas a reflexionar sobre la peculiar historia de cada una, sus meditaciones sobre la fuerza de la naturaleza, sobre las penas y alegrías del ser humano. Horacio ejerce como profundo pensador.

Para dar por concluida una sola página, te aseguro que antes he roto muchas. Recuerdo por ejemplo que uno de mis trabajos en los que se visiona una mesa y una mano o una figura o masa que se cierne sobre ella, nada de lo que pensaba aclaraba la finalidad de aquel objeto y en cambio se adaptaba a otros pensamientos en los que yo intentaba encontrar la salida del laberinto. A veces una cosa te lleva a otra y esa al principio.

¿Cómo define la vivencia de experimentar el arte junto a niños autistas?

Fue una pasada. Maravilloso, nunca olvidaré aquella tremenda sensibilidad que me transmitían. Ellos fliparon pero yo también. Fue una propuesta de Monserrat América y durante unos días una serie de alumnos autistas y con síndrome de Asperger de la fundación Gaspar Hauser, compartimos unas jornadas de taller. Me asombró su capacidad creativa y realizamos un trabajo conjunto que valoro por la intensidad y la emoción incomparables a otra vivencia.

El lugar en donde habita, Ses Salines…

En la entrada de Ses Salines te encuentras con la escultura “Pada amb Cases” una espiral que te puede conducir a infinitas conclusiones y de eso se trata. En el Hotel Can Bonico de Ses Salines reside mi obra “Oració per la sal”. Con referencias a los puentes de Nueva York y al concepto del infinito representado con la figura ocho y los colores básicos. La oscuridad y la sal como elemento histórico de nuestro pueblo y la analogía del nacer, morir y volver a nacer, el ciclo eterno. Me siento identificado con esta tierra. Aquí han nacido mis hijos y aquí tengo el amor de mi vida, Pilar, ella ha sido siempre el equilibrio.

Hábleme de su fascinación por la montaña.

La montaña es el gigante en la tierra, es la gran extensión de la energía, de la fuerza de la naturaleza. Toda la vida me he sentido atraído por el sonido de las montañas. Como símbolo, como forma. Ascender hasta lo más alto para encontrar lo sublime, aunque en mi opinión, allá arriba a veces se confunde el concepto espiritual por la cantidad de religiones diferentes que quieren apoderarse del espacio divino. Los secretos de la montaña fue el título de mi exposición de 40 piezas en el Museu de Mallorca.

Bajo una sábana blanca como si de un enfermo se tratase nos muestra su obra, levanta la tela y nos descubre: “Montaña en mesa de curación”, agujas de acupuntura en un gesto de sanación, material plástico y hierro, yeso, porexpan, materiales livianos, tres tipos de pintura y esmalte en frio. Y nos recuerda que el ritual de esa exposición se completó enterrando una serie de cuadros de pequeño formato en el poblado prehistórico Talati de d’alt en Menorca. En ellos había interpretado la montaña de la energía, contemplando el pico de Galatzó.

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Finis Africae y Sa Soll son dos de sus últimas propuestas culturales, con Pilar Esteve Gamundí, su esposa y con Andreu Carles López, gestor cultural y responsable de la editorial.

Nuestro objetivo es que en este lugar brille la cultura, con exposiciones, con ediciones de libros, llegar a la gente con manifestaciones literarias y plásticas. Sé que en principio nuestras publicaciones son para un público minoritario, pero precisamente se trata de eso, de promover esos pensamientos intelectuales que existen por vocación y no necesitan sentar cátedra.

¿Habrá algún lugar en la tierra que no haya sido salpicado por una expresión de Horacio? ¿Algún tema de los que se acomodan en la dermis

que no haya retronado en su cerebro? ¿Alguna patria gobernada por miserables que no haya nombrado con filípica aversión? ¿Algún terreno yermo dónde no haya clavado su bandera?

Aquel hombre colocó una de las sillas de su “poet room’s” en mitad de la Rosa de los vientos y esta comenzó a girar continuamente hasta que no quedó un solo rumbo de la circunferencia del horizonte sin visionar.

Horacio Sapere, creador combatiente, paisajista de subterráneos, retratista de arquitecturas indefensas, poeta de conversos solidarios a la realidad, escultor de sillas asimétricas y sibilinas, contorsionista de magnetismos casi imperceptibles al oído humano.

Horacio Sapere, un discurso plástico que sostiene el peso de la decadencia en sus estructuras y en sus telas se reviste de lo etéreo, levita y extiende las hojas de sus árboles por doquier. Medias caras, medias lunas…¿acaso sabemos cuánto es medio universo?

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Enfrascados en la entrevista no habíamos prestado atención a las noticias que se publicaban en los digitales. Atrás quedaba el territorio de Ses Salines y de regreso a Palma supimos que a lo largo de la mañana el temporal había aumentado su potencia y un “cap de fiblò” había arrancado árboles y cornisas, dañando coches y casas. No había causado males personales pero desafortunadamente tampoco acabó con la pandemia.

Textos: Xisco Barceló

Fotografías: Francisca Sampol

Fotografía Poet’s room: Joan Ramón Bonet


Más información: https://www.facebook.com/horaciosaperepintor

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