La grave situación económica que atraviesa Baleares -a la cabeza en indicadores del paro y caída del PIB- no ha servido de argumento para que el Gobierno central destine más recursos al archipiélago en forma de inversiones directas. Al contrario, el proyecto de Presupuestos Generales para 2021 sitúa a Baleares a la cola de las inversiones estatales con 175 euros por habitante frente a los 258 de la media nacional.
En total, llegarán de Madrid 201 millones de euros, lo que significa un 82 por ciento menos que el año anterior. De esta cantidad, los diversos ministerios sólo cubrirán 13 millones, mientras que los 188 restantes los aportarán organismos autónomos del Estado como son Enaire y Puertos, que tienen en marcha proyectos de ampliación y mejora de instalaciones que abarcan varias anualidades.
El agravio es flagrante. Con el reparto que recogen los presupuestos de PSOE y Podemos -aunque los de Iglesias en las islas señalan como única responsable del desaguisado a la ministra María Jesús Montero-, nuestra comunidad se queda la tercera por la cola, sólo por delante de Canarias y de Navarra, que son comunidades que ya se benefician de sistemas fiscales específicos.
Las reacciones en Baleares han sido las previsibles. Sin sorpresas. Así, la consellera de Hacienda del Govern, Rosario Sánchez, ha afirmado que es "un error por parte del Estado no invertir lo suficiente", mientras prefiere poner el acento positivo en los 133 millones de euros que llegarán de los fondos europeos. El PSIB, mucho más monolítico, no da margen a la autocrítica y se agarra a la muletilla que califica las cuentas como "los presupuestos más sociales de la historia".
La oposición, que en este debate lo tiene fácil, describe una obviedad: Baleares no está entre las prioridades de Sánchez.
Por encima del debate político, la realidad es que las inversiones del estado el próximo año ayudarán poco a la reactivación de la economía balear, tan dañada en la actual crisis tras la caída del turismo y el hundimiento de buena parte de los negocios.
Con estos presupuestos, el Gobierno de Sánchez no sólo no ha tenido en cuenta la generosidad mostrada por las Islas en anteriores crisis, sino que evidencia el peso que le otorga a los ciudadanos de esta comunidad, incluida su presidenta y compañera de partido, Francina Armengol. Sánchez suma así su propio castigo al que ya sufre la economía balear como la más perjudicada por la pandemia, evidenciando la escasa importancia que le confiere a este territorio -y a sus partidos políticos- en el juego de mayorías que le permite seguir en Moncloa y que sí se percibe cuando se trata de cuidar a otras comunidades.