Los tres llevan cerca de diez años sin consumir productos de origen animal: No carnes, no pescado, no mariscos, no huevos, no lácteos, no miel ni tampoco ropa o cosméticos que provengan de animales. Un estilo de vida global, 24 horas, 365 días al año. "Uno se hace vegano el día que decide abrir los ojos, cualquiera puede acceder a la realidad de un matadero o de la industria cárnica", asegura Belén. "Yo no voy de proselitista ni intento convencer a la gente a todas horas pero tampoco estoy dispuesta a escuchar mentiras sobre veganismo y que no haya contestación".
Se refiere a una noticia reciente sobre la condena a unos padres australianos que causaron a su bebé una grave desnutrición por una supuesta dieta vegana estricta. "El problema no fue una dieta vegana sino la dieta limitada a un número muy reducido de alimentos. Y eso no es veganismo", explica Macarena.
"Bien planificada, la alimentación vegana es apta y saludable. Lo dicen diversos profesionales de la salud y organismos, como la Asociación Americana de Dietética, y nosotros somos una muestra de ello: no tenemos una sola carencia. Si fuese cierto eso de que necesitamos la carne para vivir, nosotros ya estaríamos muertos".
Y no sólo ellos: sus hijos también. Todos son menores de edad y todos están sanos y robustos. "Las analíticas lo acreditan, no les falta de nada", indica Carlos. Él y su mujer esperan su segundo retoño y cada vez normalizan más las "advertencias" externas -desde el que "no es sano" hasta el clásico "es una imposición"- pero reconocen que han sufrido resistencias importantes, como aquel pediatra que les advirtió que no seguiría asumiendo el historial de su hija si continuaban alimentándola así o aquellas voces que les tachaban de "irresponsables" y les decían que los servicios sociales deberían quitarle a su niña.
"A nosotros ya nos dan "por perdidos" pero con los peques es más complicado. La gente no entiende que somos los primeros que queremos lo mejor para ellos, somos sus padres y jamás jugaríamos con su salud", remarcando además que no son antivacunas. "Intentan asociarnos con ese movimiento para desacreditarnos pero que quede claro que no es así".
Belén, por su parte, reconoce que ha pasado por profesionales médicos de todo tipo, desde el que no había oído hablar una sola palabra de veganismo hasta la que examinaba a sus dos hijos y en la cartilla anotaba `veganos sanos`. "Siempre me hizo mucha gracia la coletilla de 'sanos'", comenta. "El veganismo bien planificado es salud sí o sí".