Los hoteleros viven el momento presente y prestan, en general, poca atención al medio plazo. La prueba más palpable es que una buena parte de este colectivo no se ha leído en profundidad la Ley General Turística. Sí lo han hecho los miembros del staff de la gran patronal y la Agrupación de Cadenas, cuyas aportaciones han sido muy tenidas en cuenta por la consellería.
La Ley General Turística es buena para ellos, para el sector turístico y para la economía de las Islas. Una vez puesta en marcha, con las aportaciones y matices que planteen otras instituciones -ayuntamientos y consells, pero sobre todo ayuntamientos- se habrá avanzado en el equilibrio de la oferta y la demanda, que es el gran caballo de batalla de nuestra industria única.
El cambio de uso hotelero es fundamental para que descienda una oferta que a día de hoy es más obsoleta que moderna y, muy especialmente, sobresaturada. Con condhoteles o con la reconversión de las camas en pisos o apartamentos se conseguirá que los precios sean más competitivos. Y eso es lo que hace falta: que los ingresos sean superiores a los actuales.
La izquierda política, social y mediática ha atacado sin miramiento esta ley. Ni que decir que también lo han hecho unos sindicatos que para justificar su existencia usan un doble lenguaje. Y es que UGT y Comisiones Obreras por un lado aprueban la reconversión de un hotel de Magaluf en codhotel y por otro amenazan con montar un sinfín de manifestaciones.
A pesar de que el empresariado hotelero es el gran beneficiado de la LGT, la mayoría sólo tiene constancia de esta normativa por los titulares de la prensa. Así lo ha corroborado este digital con una serie de llamadas a representantes de cadenas medianas, pequeñas y hoteleros individuales. Para eso están los gerentes y el staff de las asociaciones, deben pensar.
Los grandes grupos, sus ejecutivos, sí que están al tanto de la nueva disposición, al igual que alguna que otra cadena mediana; pero son excepciones en un subsector que se comporta con el mismo complejo ante la opinión pública y escrita con el que actuó el Govern de Matas. Es decir, manfutismo puro y duro para la LGT, para buscar un líder y para defenderse de los ataques.
Los hoteleros no se defienden nunca, ya los tilden de “guerracivilistas” -así los definió el columnista estrella en pleno apogeo de la ecotasa-, ya los denigren en televisiones públicas como la del Consell de Armengol, ya los ridiculicen en tiras cómicas como las de la contraportada del diario más leído, ya escriban cosas tan exageradas como llamarlos “piratas del Caribe”.
Nadie salió al paso, ni la FHM, ni Cadenas, ni un representante de un grupo notable, ni asesor alguno, cuando usaron descalificaciones exageradas como la que sigue: “A estos tipos -escribió el 3 de febrero un por otro lado respetado columnista de UH, el mismo que los tildó de “piratas del Caribe”- nuestro Govern (el de Antich) los llama emprendedores y los convierte en ejemplo a seguir”.
También se lavaron las manos con la serie de reportajes que emitió la televisión insular de Armengol contra los colegas que cruzaron el charco y a los que presentaron como depredadores del medio ambiente y esclavistas de nuevo cuño. La orden que se dio desde la FHM y Cadenas fue de no replicar. Y en [M], felices, repitieron durante días el reportaje de los enviados a la Riviera Maya.
El miércoles pasado también arremetieron desde las páginas de opinión de DM contra este colectivo, aprovechando un ataque a Copete, que representa un “sindicalismo de confrontación, de cuando Pablo Iglesias fundó la UGT (…) el de una España de blanco y negro. Lo mismo podría decirse de las prácticas empresariales de nuestros hoteleros”. Ahí queda escrito.
Nadie les replica, nadie se moja, nadie da la cara. En definitiva, que dan pie a que publiquen lo que quieran, por insultante que sea. Porque, como subrayamos en otro párrafo, lo primero es la rentabilidad, que ya vendrá la primavera árabe con sus desgracias para solventar la propias. A verlas venir y salga el sol por los despachos de la TUI y Thomas Cook.