Las feministas reclaman que la violencia contra las mujeres sea “una cuestión de estado”. Puedo entender la preocupación por este tema pero de ahí a ser considerado un tema prioritario nacional hay un largo trecho.
¿Porque no priorizar otros temas de preocupación social como los accidentes de tráfico, el maltrato infantil o los suicidios? Porque, como podrán imaginarse, el número de víctimas es similar cuando no superior. El mayor de ellos es, con diferencia, el suicidio. Según datos del instituto Nacional de Estadística, en 2013 se quitaron la vida 3.870 personas, la cifra más alta de los últimos 25 años y con un incremento nada menos que del 22 % en los últimos tres años, mientras que las muertes por accidentes de tráfico alcanzan 1128 personas, tres veces y medio menos. Pero las víctimas mortales por violencia “de género”, reconocidas por el propio Ministerio de Sanidad y Servicios Sociales, son apenas 54 mujeres en el mismo año. Menuda diferencia.
Aunque hablemos de la muerte de una sola persona se trata de una vida humana, valiosa y única en sí misma, y cualquiera que sea la causa de una muerte evitable es susceptible de atención y prevención. Pero no me refiero a esto, sino a la mentira del feminismo de género radical, violento y misándrico, cuyos representantes quieren engañar al gobierno y los ciudadanos exigiendo consideración de estado para un problema grave pero minoritario. Todo sea por conseguir la pasta gansa de las subvenciones públicas y el poder.
Jorge Skibinsky
Presidente de la Asociación de Padres de Familia Separados de Las Islas Baleares (APFSIB)