9 de julio de 1936, en la casa del matrimonio entre Pep Gibert y Sebastiana Saletas de la calle de Son Alegre de Palma nacía su primer vástago, Joan. Nueve días después, el 18 de julio sus padres y algunos familiares le bautizaban en la Parroquia de Sant Magí. Ese mismo día comenzaba la guerra civil en una España que se partía en dos. A las pocas horas del día siguiente, los mandos de las fuerzas militares y falangistas ya habían ocupado los ayuntamientos y sedes más importantes de la isla, anunciando la destitución y el encarcelamiento de las autoridades republicanas. En los tres años que duraría el conflicto bélico, Mallorca viviría una represión brutal contra quienes estaban en desacuerdo con aquel régimen. Pero en la post-guerra los niños como Joan y sus amigos tenían tomadas las calles y no percibirían nada más que el aroma de su bello universo.
¿Qué recuerdos mantiene de su infancia?
Nosotros vivíamos a unos pasos del mar y cuando era niño no había un solo día en que no nadase, contemplando el paso de aquellos enormes barcos que hacían las travesías de Palma a Ibiza y a Barcelona. Los niños estábamos más fuera de casa que dentro pululando por las calles sin asfaltar y jugando al escondite, a “plantada”, a las canicas, a “seba”, a la peonza. Había precariedad y nos inventábamos juguetes con cualquier objeto. Recuerdo que el paseo marítimo todavía no existía y bajo los molinos del barrio del jonquet estaba instalada una empresa aeronáutica y veíamos aterrizar los hidroaviones y si cierro los ojos aún puedo escuchar los sonidos del tranvía, ver el ambiente en las tiendas donde se vendían los productos a granel. Tengo buena memoria y guardo muchas fotografías mentales de aquel tiempo.
En sus años de adolescencia comienza a interesarse por el mundo intelectual y conoce a poetas, escritores, periodistas; Gafim, Colomar, Bauzá, Vidal, Moyá, Palau i Camps, Jaume, Sabater, Zaforteza, Serra y una lista interminable en la que el escritor Baltasar Porcel ocupa un espacio de honor.
Cerca de mi casa en Son Armadams, se instaló una familia de Andratx que tenían un hijo que con el tiempo se convertiría en un prestigioso y célebre escritor de la lengua catalana. Le conocí siendo muy joven y nos hicimos buenos amigos, tanto que nos veíamos a diario y compartíamos aficiones culturales y sociales. Baltasar escribió en una ocasión un agradecimiento hacia mi persona porque yo le había presentado a un grupo de intelectuales que dominaban el panorama cultural de aquella época.
Pero usted encaminó sus pasos hacía el diseño y las artes plásticas.
Es cierto. Desde muy joven me pasaba horas dibujando mientras mis amigos, jugaban a ping-pong o a billar, a parchís o ajedrez. Mi padre me regalo una máquina de la marca Gilet con la que se podía sumar, restar, multiplicar y dividir y a mí no se me ocurrió otra cosa que utilizar el rollo de papel para dibujar a lápiz, escenas de películas y viñetas de los tebeos de aquel tiempo, Hazañas bélicas, El capitán Trueno o Roberto Alcázar y Pedrín. Pero al mismo tiempo era algo vago para estudiar y cierto día el director de la escuela me llamó a su despacho para decirme que debía cambiar mi actitud o de lo contrarío se vería en la obligación de expulsarme. Aquella repulsa causó un efecto trascendental en mí. En poco tiempo me convertí en el alumno más aventajado de la escuela. Pasé a dedicar infinidad de horas al estudio, tantas que aprendí a memorizar y a narrar textos completos.
Además de todas esas vivencias adolescentes hubo tiempo para la diversión, para el baile, para las primeras chicas y para ser campeón de natación juvenil de Baleares en la modalidad de braza, en dos ocasiones.
Me encantaba pasar horas dentro del agua. A veces hacía largas travesías y me servía para aprender a dosificarme y perfeccionar mi técnica y me lo tomé tan serio que me sentí con la capacidad de competir. Siendo campeón juvenil de Baleares, fui en representación de las islas a diferentes ciudades donde se celebraban los campeonatos nacionales.
Al tiempo que con el lápiz, la pluma y las tintas practicaba dibujo, se daba cuenta de que le llamaba la atención el diseño creativo y trabajó con la mayoría de agencias de publicidad de aquella época, con Publicidad Matas, Aries publicidad, Impacto, Malla…
Recuerdo que un día me enteré de que la empresa Delfín publicidad, buscaba un diseñador y me presenté a la selección. Mi boceto les sirvió para hacer la campaña de Eléctrica Española, pero de ahí vinieron otras como la de Coca-cola, Cruzcampo, Allegro, con la campaña de Pepsicola en 1962 cobré 300 pesetas. En aquel entonces el anuncio mejor pagado. Portadas de libros, portadas de periódicos.
Y con la mayoría de satisfacciones, alguna decepción. 50 años después el Ayuntamiento de Pollensa sigue utilizando mi diseño para anunciar el Festival de Música, habiendo hecho desaparecer la firma del autor y eso me molesta, tanto como al pensar que se me encargó un dibujo realizado sobre pergamino para acompañar la primera piedra en la construcción del Pueblo Español y que nadie sabe dónde fue a parar.
Aquel trabajo de diseñador le permitió también tener contacto con todos los medios de comunicación del momento.
Trabajé haciendo diseños en campañas publicitarias, en portadas y en interiores para Última hora, para la Hoja del Lunes, para Diario de Mallorca, para Majorca Daily Bulletin, para Diario Baleares, pero también en campañas de navidad que encargaban las empresas, caricaturas de personajes, rotulación, catálogos, dibujos, libretos. En uno de estos me solicitaron el trabajo de diseño que acompañaría a las entrevistas de algunas de las popularidades de aquella actualidad, Guillermo Timoner el seis veces campeón del mundo de ciclismo tras moto, Jose Gomis, el primer mallorquín que lograría ser campeón del mundo de pesca submarina y Maruja García Nicolau que consiguió el título de Miss España y posteriormente era coronada como Miss Europa.
Muchos de esos directores de periódicos, o periodistas ya no están entre nosotros, Pepe Tous, Pedro Serra entre otros.
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En 1959 y por espacio de tres años formaría parte del Grupo Tago. Le convocaron donde habitualmente se reunían en el Café Moka de la calle Sant Miquel, propiedad del también pintor Francisco Verd, conocido artísticamente como Fraver, con Pau Lluis Fornés, Antonio de Vélez y con el escultor Antoni Font. Le convencieron y uno de los trabajos que le correspondió realizar fue un catálogo con Manuel Picó.
Pedro Quetglas “Xam”, Miquel Morell i Covas, Juan Antonio Ferrero, Joan Palanqués, Cati Juan, Andreu Llodrá, Merche Sofia Pinto y Rivera Bagur volcado por completo en la pintura naif, eran algunos de los miembros.
Merece especial mención, Miguel Ángel Colomar, periodista, dibujante, crítico de arte, poeta, además de ser un excelente acuarelista que se ocupaba de divulgar los proyectos del grupo. Colomar padeció la represión franquista por sus tendencias políticas, pasando algo más de un año en prisión y viendo como era apartado de su entorno intelectual teniendo que trabajar en una fábrica productora de leche durante dos décadas. En 1957 se incorporaría a Última Hora, para ocuparse de la sección del arte desde donde se erigió en un importante soporte para los artistas.
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Conoció al pintor norteamericano Richt Miller que en el año 1962 se había instalado en el barrio del Terreno y que más tarde se trasladó a vivir a una casa en Santa María del Camí.
Traté con él en distintas ocasiones, hicimos intercambio de pinturas. Las veces que fui a su casa, siempre paseaba a sus perritos.
¿Por qué un día decidió abandonar la isla y marchar a Finlandia?
Llevaba tiempo pensando que nuestro trabajo estaba infravalorado y me sentía algo decepcionado y cerca de casa había un bar llamado Zurich en el que habitaban nórdicos. Me convencí para ir a conocer aquel lugar maravilloso del que hablaban maravillas aquellas gentes y a Finlandia me fui para una corta estancia de un año. Trabajé para varios medios de comunicación y en más de una ocasión me arrepentí de no haberme quedado más tiempo. Allí teníamos más oportunidades.
¿Cuál ha sido la mejor definición que han hecho de su pintura?
En cierta ocasión mi apreciado y admirado Miguel Ángel Colomar, me adjetivó de la siguiente forma: polifacético, inconsecuente y desconcertante. Creo sinceramente que acertó, tanto si lo aplico a mi persona como a mi pintura.
Poco se puede añadir a esta caudalosa resolución que liberó Colomar para interpretar el extraordinario dominio cromático y la visión geométrica de Joan Gibert que durante 32 años fue profesor de artes plásticas y diseño en la especialidad de dibujo publicitario en la Escola d’arts aplicades i oficis artístics (actualmente Escola Superior de Disseny)
¿Qué virtud no le puede faltar a un artista?
El artista tiene que ser imaginativo, intuitivo, valiente. Tiene que poseer la capacidad de la creación.
Le atrae la pintura expresionista y destaca a uno de sus favoritos; Antonio Clavé. Con ese don de memoria lúcida que le acompaña rememora a artistas con los que tuvo relación y que uno a uno podrían ser seleccionados para una enciclopedia, como el prodigioso escultor, ilustrador y dramaturgo Pedro Martínez Pavía con quién pintó el Hotel Edén de Sóller, Joan Miralles excepcional retratista y paisajista, Carles Puntis experto grabador y un artista ejemplar que no paró nunca de investigar, Ramón Nadal sobresaliente representante del postimpresionismo, Joan Tur de quien apreciaba sus maravillosos dibujos de mercados al aire libre, Josep Bover otro gran dominador de la figura humana a punta de lápiz.
Es por tanto Joan Gibert, uno de los pocos artistas actuales que puede presumir de ser un superviviente que superó los estertores de una historia tristemente olvidada por la sociedad actual, pero para quienes la vivieron y la escribieron fue una etapa esplendorosa. Joan, entre otras cosas es un corazón generoso, un coreógrafo virtuoso a la hora de escampar escenas de la vida, una figura instruida e ilustrada que sigue tomando notas de los movimientos plásticos, químicos y oníricos del cosmos que le envuelve.
A la edad de 83 años, uno tiene numerosas experiencias para poder relatar, aunque conociéndole, ágil, apasionado y gesticulante, todavía muchas por vivir.