Más leña en el incendio del Mallorca

La destitución del entrenador bermellón Lluis Carreras a tres jornadas del final de una negra temporada que hoy huele a Segunda B añade más leña a un incendio que ha sido imposible de apagar a lo largo de toda la temporada. El actual consejo de administración del club ha protagonizado una ristra de espectáculos nada edificantes que han acabado por inyectar confusión y hasta auténtico despiste tanto en el césped como en el banquillo del equipo.

La masa social mallorquinista está boquiabierta, deprimida y desmoralizada. Esta negra temporada 2013-14 se está convirtiendo en una tragedia de hara-kiri desportivo generada desde el propio consejo de administración de la entidad.

Parece inconcebible destituir al entrenador cuando faltan tres finales. Es un contrasentido. Por mucho que Carreras no sea la persona adecuada para dirigir al equipo, los que le nombraron deberían darle toda su confianza ahora que se acercan los partidos más complicados y difíciles que ha tenido el Real Mallorca en muchos años.

Es ahora cuando hacía más falta la unión de todos los estamentos del club para conseguir una voluntad común de salvar la categoría a toda costa. Los jugadores tienen que dar todo lo que llevan dentro y mucho más en los próximos encuentros. Para ello es imprescindible que se sientan respaldados y alentados. Si no flocere esta unidad, el desastre está servido.

Pero la realidad es durísima. La dirección del club ha protagonizado ha caído en numerosos errores, subjetivismos, egoísmos y pataletas inútiles  a lo largo de la temporada. Esta exhibición de incompetencia ha producido estas patéticas consecuencias. Ahora ya sólo queda esperar un milagro para salvar la categoría.