A más de uno se le tiene que haber caído el alma al suelo cuando este año, como cada verano, se le ocurre cambiar de armario y sacar la ropa de verano para presumir de palmito en la playa. Con la que está cayendo es mejor tomárselo con filosofía porque, en mayor o menor medida, todos estamos así, con los cuerpos a medio estrenar. Así que ánimo.
Las vacaciones son para disfrutar, relajarse y... presumir de cuerpo. Para ello, nada mejor que volver a sacar esos trapos que tan unos resultados dieron el pasado año. El problemilla es que año con tanto confinamiento en casa, comidas a todas horas y picar a destiempo, la ropa que tan bien nos sentaba allá por el verano del 2019, probablemente no nos valga.
Nada mejor que dos soluciones: o meterla en una bolsa de plástico y enviarla a una entidad social o darse una vuelta por las tiendas y hacer acopio de lo que buenamente se pueda para salir del trance. En las dos formulas estaremos contribuyendo a mejorar la economía y la sociedad. Lo bueno es que como vamos a estar separados como mínimo a dos metros en la playa, igual no se nos nota tanto.